Té de jengibre

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Originario del sudeste asiático donde se cultiva desde hace 3 000 años, el nombre original «sringavera» es un vocablo sánscrito que significa cuerto (vera) en forma de cuerno (sringa), pasó al persa como «dzungebir» y al griego como «dziggibris», en latín se convirtió en «zingiber» y ya en español como «jengibre».

El jengibre es una planta aromática que pertenece a la familia de la cúrcuma y el cardamomo. Tiene flores de color púrpura y un tallo subterráneo en forma de rizoma, que es lo que conocemos y habitualmente encontramos en los mercados. Aunque también se aprovechan sus hojas, lo más habitual es consumir esa raíz, tanto fresca como seca y en polvo, o incluso, en aceites, esencias, deshidratada o encurtida.

El jengibre también es muy utilizado como especia en la cocina asiática, y así llegó a las nuestras: como ingrediente de platos como el sushi (encurtido), ensaladas thai, pokes y platos de pollo (fresco rallado o en polvo) y hasta en repostería como las típicas galletas de jengibre o para realzar el sabor de algunos deliciosos bizcochos.

Pero una de sus aplicaciones más utilizadas es como infusión. El té de jengibre ya se tomaba hace 5 000 años en la antigua China como tónico para la salud y por sus múltiples beneficios para nuestro organismo.

Beneficios del té de jengibre

El jengibre está cargado de nutrientes y compuestos bioactivos que tienen enormes beneficios para nuestro cuerpo y el cerebro:

Alivia los problemas digestivos y las náuseas.

Tiene poder antinflamatorio gracias a sus gingeroles -uno de sus compuestos bioactivos.

Puede reducir la presión arterial y, por consiguiente, el riesgo de hipertensión.

Como analgésico natural puede aliviar los dolores de cabeza y las migrañas, así como el dolor menstrual, el de muelas y otros dolores cotidianos.

Puede ayudar a perder peso, pues controla el nivel de apetito y al tener poder saciante, acelera el metabolismo y ayuda a hacer la digestión.

Es rico en antioxidantes y se ha demostrado que tiene efectos preventivos y protectores contra ciertos cánceres como el de páncreas, el de ovarios o el de colon.

Ayuda a combatir las infecciones, pero sobre todo, es eficaz cuando estamos constipados o con síntomas gripales.

Mejora la circulación y reduce el colesterol malo.

Ayuda a reducir el estrés.

Es muy estimulante, fundamentalmente, si lo consumimos a primera hora del día.

Ahora bien, ten en cuenta que no le sienta bien a todo el mundo -hipotensos abstenerse- y que es recomendable no exceder de los 10 gramos de jengibre al día. Así que, como todo, es mejor consumirlo con moderación.

LA RECETA DE HOY:

Té de jengibre

Ingredientes:

Jengibre fresco

Agua

Preparación:

Pon a hervir el agua, mientras se calienta, pela el jengibre y córtalo en rodajas no muy finas.

Cuando comience a hervir, agrega el jengibre y cuécelo despacito alrededor de 20 minutos.

Pasado ese tiempo, apaga el fuego y dejar reposar unos cinco minutos. Así los aceites del jengibre se infusionarán mejor en el agua.

El té de jengibre tiene un sabor ligeramente picante, y si no te apetece puedes añadirle unas rodajas de limón cuando está hirviendo o unas ramas de canela seca.

A la hora de servirlo, olvídate del azúcar, si necesitas endulzarlo de alguna manera lo que mejor le va es un chorrito de miel.

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