Teatro de títeres en Pinar del Río: aciertos que vencen límites

Teatro de títeres en Pinar del Río.

Foto: Sonia Almaguer Darna.

El teatro de títeres exige rigor, excelencia, ingenio, fantasía. Demanda un doble esfuerzo creativo, porque el titiritero debe no solo dominar el arte dramático y la manipulación del títere, sino, en muchos casos interviene también en la factura de la escenografía, el muñeco, el vestuario y cada uno de ellos es una obra de arte en sí.

Necesita investigación, búsqueda, experimentación para comunicar con un lenguaje fresco y aportar realmente al aprendizaje del espectador, a la estimulación de sus sentidos, imaginación e intelecto.

Hoy se dice que varios grupos en el país no estrenan, quizás porque no desarrollan procesos creativos, no investigan, ni renuevan su lenguaje y repertorio. Pero, afortunadamente, esa oscura realidad no envuelve a Pinar del Río, donde se llevan a escena no solo los clásicos versionados o adaptados, sino la obra literaria de nuestros artistas contemporáneos y donde el humor, la fabulación, el lirismo, los giros dramáticos y la complejidad de los personajes develan un teatro actualizado que le ha merecido más de un lauro.

Dorys Méndez, directora de Alas Teatro, comentó en una entrevista al programa radial Hecho en casa que el teatro de títeres “fue siempre muy subestimado; a los actores no les gustaba hacerlo. Pero en los últimos años, quizás a partir de la creación de la cátedra Freddy Artiles del Instituto Superior de Arte y tras la graduación de las primeras generaciones de instructores, el movimiento de titiriteros en todo el país ha alcanzado un alto nivel académico. En Latinoamérica, Cuba es ejemplo de teatro de animación de figuras”.

LIMITACIONES

“La mayoría de las veces lo que más se nos dificulta a la hora de crear un espectáculo, es justamente el aspecto material. El teatro de títeres es muy escenográfico y necesita muchísimo trabajo de producción. Todo depende de la concepción del espectáculo: si tiene una marcada sencillez, se pasa menos trabajo para encontrar el material necesario; pero si es uno de mayor complejidad, ocurre lo contrario. Los titiriteros en Cuba entera aprovechamos todo lo que nos rodea y lo trasformamos para que se parezca a lo que soñamos. Es un reclamo nacional, la necesidad de un aseguramiento de producción para la creación… Aunque este teatro que hacemos es muy caro a la hora de producir, considero que se puede encontrar su solución en el creatividad e imaginación de los grupos de trabajo”, confirmó a Guerrillero, Nelson Álvarez Guerra, director de Titirivida.

Igualmente, refirió que no abunda una literatura que pueda fundamentar el teatro titiritero (para niños y adultos) y los directores deben hacer reescrituras para adaptar el texto al espectáculo.

Por su parte, el teatrólogo Aliocha Pérez Vargas habló de otras dos limitaciones: el multioficio en su nómina y la escasa confrontación con otros grupos y escenarios.

“Está la persistente y peligrosa práctica del multioficio por parte de los directores, algo que se heredó de los ‘90 pero que debe ser superado, aunque no es solo responsabilidad de los grupos sino de una errónea política de la institución (Consejo Provincial de las Artes Escénicas). Ante la falta de profesionales en áreas tan importantes como la Dramaturgia y el Diseño, los propios directores han asumido con mayor o menor suerte estos oficios. No existen equipos multidisciplinarios, con especialistas cuyos conocimientos tributen acertadamente a las ideas que se forjen desde los procesos. Esto genera errores en la construcción de los muñecos, en su biomecánica o funcionalidad dramática, o en otras áreas artísticas, en tanto limita la exploración hacia otros planos o lenguajes estéticos como la abstracción y el grotesco.

“Aún es limitada la confrontación de nuestros grupos con otras experiencias y referentes que marchen a la vanguardia del género en la isla y el mundo. Es esencial para sus integrantes la participación en certámenes, talleres y conferencias que puedan contribuir a su superación artística. La pandemia ha sido un duro golpe para esta y otras aspiraciones”, aseguró el teatrólogo, a partir de la pesquisa bibliográfica para su investigación sobre quehacer titiritero en la última década. 

ACIERTOS

Foto: Januar Valdés Barrios.

Al referirse a los logros de las agrupaciones titiriteras en Vueltabajo (Alas Teatro y Titirivida) Aliocha declaró su capacidad de resistencia como grupos.

“Ambos superan las dos décadas de creación ininterrumpida.  Dos décadas en las que no ha faltado inestabilidad en la plantilla dado el éxodo de actores, búsqueda de una estética propia, estancamientos creativos, limitaciones de producción y ausencia de sedes estables que garanticen la calidad del trabajo artístico. A pesar de ello no solo han sobrevivido —una condición que por sí sola no es trascendente, hay muchos sobrevivientes zombies— sino que lo han hecho con una sostenida calidad en sus producciones y presupuestos estilísticos, algunos aún en desarrollo”.

Refirió la vocación pedagógica de sus fundadores: “Tanto en Alas como en Titirivida sus directores fundadores se encargaron, y aún se encargan, de garantizar el relevo artístico. En ambas agrupaciones existe la política de apoyar las iniciativas y proyectos creativos de sus miembros. Cada montaje se erige como una oportunidad de aprendizaje, la posibilidad de aprehender desde la práctica el cúmulo de experiencias y años de oficio titiritero. Se percibe una voluntad de acompañamiento en aras de desarrollar las nuevas generaciones”.

El especialista no pasó por alto el tratamiento de temas polémicos por parte de ambas agrupaciones, con argumentos emanados de textos contemporáneos o que son resultado de investigaciones: el maltrato infantil, la discriminación racial o de género, la estratificación creciente de la sociedad cubana, el bullying, y otros tantos considerados tabú en etapas anteriores.

Finalmente, reconoció la construcción de su poética particular, manifestada en “la tradición guajira, el empleo de la música como vehículo expresivo indispensable en la comprensión de la historia, la promoción de autores pinareños (Nersys Felipe, Nelson Simón) a partir de la adaptación de sus obras para el retablo y la manera de concebir el diseño”.

MATERIALIZAR LOS SUEÑOS

Para que nuestro teatro de títeres sea inteligible, activo, es necesaria la superación constante de sus hacedores en estudios de postgrado, talleres, festivales; el patrocinio efectivo de las instituciones culturales y el desarrollo de su labor comunitaria. Queda probado que las dificultades materiales enraizadas en nuestro contexto no pueden limitar el ingenio y la creación.

En estos tiempos de pandemia, se ha hecho necesario también convertir la obra teatral en un material audiovisual, divulgado en las plataformas digitales ¿Quedará esta práctica en el periodo posCOVID-19 como testimonio del suceso artístico para salvar su carácter efímero? Estoy segura.

En Pinar del Río los titiriteros abogan por una obra cercana a sus públicos, un teatro que les permita soñar y crear universos.  Esa es la premisa; a ella se deben.

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