El Teatro Lírico celebra su aniversario 60 y como “adulto mayor” nos sigue sorprendiendo porque hace gala de una lozanía y vitalidad envidiables. Valgan las últimas semanas para poder testimoniar la magnífica voluntad creativa que hoy mantiene con una programación que ha demostrado a los más escépticos que sí existe un público pinareño para este género, lo que indudablemente este tiempo pandémico conspiró contra su presencia en la principal sala de las artes escénicas en el territorio.
La puesta en escena que durante varios fines de semana ha aparecido en cartelera, A mucha honra, ha tenido cada noche el aplauso más ferviente y agradecido. Yo diría que ha sido ese el mejor regalo para la Compañía en su onomástico y, a la vez, ha servido nuevamente para aquilatar en su más justa medida y admirar las dotes histriónicas tan integrales que se le exigen al artista cuando actúa, canta y baila.
Sin pretender una completa reconstrucción de la historia de esta agrupación, solo me referiré a aquellos momentos que marcan hitos importantes en su trayectoria.
Los primeros antecedentes los encontramos a finales de la década del ‘50 del pasado siglo, cuando aparece un grupo de jóvenes aficionados al arte lírico. En 1959, el joven Gobierno Revolucionario para apoyar este proyecto contrata a la profesora rusa de canto, radicada en Cuba, María Pizareskaya y tienen lugar los primeros conciertos y pequeñas estampas de zarzuelas.
En 1962, al crearse el Consejo Nacional de Cultura, se funda a partir del mencionado grupo de jóvenes la que constituyó profesionalmente la primera agrupación lírica del país. Como inaugural obra llevada a escena se registra Los claveles, zarzuela española del compositor José Serrano, y le siguen Luisa Fernanda y la ópera Rita, la del manojo de rosas, entre otras.
Después de un lapso de silencio extenso, motivado por el cierre del teatro José Jacinto Milanés, es precisamente esta compañía la encargada de su reinauguración con El Cafetal, de Ernesto Lecuona.
Otros conocidos títulos han desfilado en su repertorio, tales como Cecilia Valdés, María La O, Amalia Batista, junto a otras producciones como Desde Broadway, selección de comedias musicales, óperas y temas de películas famosas.
Figuras de gran renombre en nuestra cultura nacional como Rodrigo Prats, Rosita Fornés, Armando Bianchi y Alina Sánchez han prestigiado a la Compañía al trabajar con ella. Asimismo, algunos de sus artistas se han presentado en Estados Unidos, España, Francia, Alemania, Bélgica, Andorra, Brasil, Bulgaria, entre otros países, y han integrado jurados cubanos y extranjeros.
A todo este rico currículo se suma la obtención de varios premios en certámenes nacionales e internacionales, tanto en interpretación como en puesta en escena.
Un momento significativo ocurrió en 2002 con la apertura de la Unidad Artístico-Docente de nivel Medio de Música, en la especialidad de Canto Lírico y posteriormente los cursos para bailarines del teatro musical, que dan garantía de continuidad y relevo, como alternativa para encauzar la permanente superación.
Su orquesta acompañante, con un formato sinfónico, se funda en 1964. Tuvo en sus comienzos como director al maestro Norman Milanés y en la actualidad se nutre de jóvenes egresados de las escuelas nacionales de Arte y el ISA.
En el equipo técnico-artístico ya son muy frecuentes, conocidos y respetados nombres como Dunieski Jo en la dramaturgia y la dirección escénica, Julio César Pérez en la dirección actoral, unidos al de Yamila Páez en la coreografía, Nixy Díaz en el montaje musical y Sandra Otero en la asesoría.
El tenor y maestro Francisco Alonso se ha desempeñado por más de 40 años como director general. Su vida y la del Lírico forman un binomio inseparable y consolidado. Ni un atisbo de agotamiento se percibe en él por estos días de jornada de celebración. Todo lo contrario: lo escuchamos hablar sobre temas relacionados con el enriquecimiento del elenco y en torno a conceptos como la ampliación del diapasón en cuanto a la línea artística a seguir en lo adelante y hasta la intención de contemporanizar los códigos de expresión escénica, los decorados y la formación integral de sus miembros.
La dimensión de la labor extensionista ha sido siempre un sello distintivo en el quehacer cotidiano de esta agrupación, de modo que sobresalen sus vínculos con centros educacionales y asistenciales de la Salud como hospitales y casas de abuelos.
Por todo esto, y mucho… mucho más, compartirán ustedes conmigo la opinión de que es esta una celebración que implica a toda la sociedad pinareña. Solo nos queda esperar el anuncio de su próximo estreno Impuros (versión de Réquiem por Yarini) y degustar juntos el pastel de cumpleaños.