Un imprescindible
Emiliano Tellería Urbinase destacó como jardinero y jugador de cuadro; derecho, tiraba y bateaba por esa mano. Nació el 25 de mayo de 1936 en Puerta de Golpe, provincia de Pinar del Río y hace muchos años que reside en el Consejo Popular Diez de Octubre, de esta ciudad, con 86 años a cuesta. Alcanzó 5’ 8 pulgadas de estatura y 155 libras de peso.
Con quince años de edad, integró el equipo Herradura, de Segunda Categoría.Estuvo tres campañas con el Petroleros de Ovas en los torneos populares vueltabajeros, donde se destacó por su bateo, buena defensa de la tercera almohadilla y notable brazo, además de una fuerza descomunal al bate.
En 1958, con veintiún años de edad, lo convocaron al estadio Borrego Park en Pinar del Río, ante Napoleón Heredia y un scout norteamericano, quienes lo firmaron para jugar en los Estados Unidos con la organización del Pittsburgh Pirates. Hubo varios jugadores talentosos, pero solo quedó él.
Se desempeñó en cinco campañas de las Ligas Menores de Estados Unidos, con los equipos: Clinton Pirates (1958), Salem Rebels (1958), San Angelo/Roswell Pirates (1959), Burlington Bees (1960), Grand Forks Chiefs (1961) y Tri-City Braves (1962). En 568 desafíos y 2 116 veces al bate registró 636 hits para promedio de .301 con 81 dobles, 41 triples, 39 jonrones, y slugging de .433.
Es de destacarse que en el mismísimo 1958 con el Clinton Pirates, Clase D, en su primera temporada bateó por encima de .300. Ese año también jugó para el Salem Rebels de la Appalachian League (.325). En 1959 estuvo con el San Angelo-Roswell Pirates donde quedó campeón de bateo (.358).
Pasó en 1960 al Burlington de Iowa (.244). En 1961 se desempeñó como tercera base del Grand Forks en Dakota del Norte con .298 y en 5 desafíos lanzó con balance de 1-1 (.500). En Clase B de la Costa del Pacífico estuvo con el Tri-City del Estado de Washington (.333).
Terminó su carrera cuando las puertas se le abrían en las Grandes Ligas. Su defensa fue para .961. Hombre humilde de su tierra, decidió regresar a su país, cuando comenzaron los enfrentamientos políticos entre Estados Unidos y Cuba.
En una ocasión vivió en carne propia el racismo y se enfrentó a la dirección del equipo, al tratarlo despectivamente, lo que ocasionó que lo pasaran a un circuito de inferior calidad.
A su regreso a la patria, se dedicó a entrenar jóvenes vueltabajeros como Luis Giraldo Casanova, Alfonso Urquiola y Omar Linares, entre otros. Participó como entrenador, en varias Series Nacionales.
En diferentes tiempos, una tarde oscura por la pérdida de uno de nuestros mejores peloteros, conversamos ampliamente. Y lo primero que me dijo fue:
“Yo no me quedé allá, porque aquí había la necesidad de ver nuevas alamedas y, además, porque nunca me sentí bien con el racismo, que me dio varios dolores de cabeza, pero no podía permitirlo”. Su dedicación al terreno, le permitió encabezar a uno de los mejores peloteros de Occidente. Sus recuerdos y la clase de hombre viril que sustenta, se abre paso al horizonte, para verse noble, honesto y digno. ¿Para qué más?