No importa cuántos años transcurran, la obra de Martí es perenne, vital, moderna. Para el Apóstol, el arte era el modo más corto de llegar al triunfo de la verdad, de hacerla perdurar en las mentes y los corazones.
“Poetas, músicos y pintores son esencia igual en formas distintas: es su tarea traer a la tierra las armonías que vagan en el espacio de los cielos, y las concepciones impalpables que se agitan en los espacios del espíritu. Formalizan lo vago: hacen terreno lo divino”, decía.
«Creo que de cierto modo Martí está implícito en la mayoría de los escritores cubanos, independientemente de los géneros y estilos que abracen. Es casi imposible leerlo, disfrutarlo, sin que te atraviese y deje en ti una huella imperecedera. Mi caso no está ajeno a eso”, ahonda Linda Gilsa, escritora y promotora, recientemente finalista del concurso de minicuentos El Dinosaurio.
“Yo, por ejemplo, siento que su pasión dolorosa por Cuba está presente también en mi poesía, quizá desde otro ángulo porque es otro tiempo el que me ha tocado vivir y por tanto, son otros los padecimientos. Pero un hilo muy delgado nos une en la sinceridad, la necesidad de justicia, la coherencia entre el ser y el pensar. Cuando tengo fe en el poder de la palabra, en que la poesía es una forma de liberación colectiva, ahí está Martí.
“Cuando intento descolonizar mi pensamiento, y apuesto por la construcción de lo bello en colectivo, ahí está él. En Martí muchas veces se diluía la individualidad porque él era muchas cosas juntas, muchos pueblos juntos… trascendían su ser. Y creo que de alguna manera mi poesía me trasciende a mi misma. Me interesa más el Yo universal, las zonas oscuras, temblorosas del ser humano y el mundo. Me expongo sin miedo. Cuba, América, la tierra toda es una llaga en constante supuración y por eso escribo”, confiesa.
Para la escritora camagüeyana Evelin Queipo Balbuena, ganadora del premio Heredia de poesía 2020, Martí es el pilar de la cultura y el ideario de nuestro país. “Tengo un conjunto de décimas que son glosas de los Versos Sencillos donde reinterpreto muchísimos de los valores y de los preceptos contenidos en ellos”. También alega la impronta innegable del Maestro en su formación como estudiante, docente y como ser humano.
Martí creía la música como la más bella forma de lo bello, la palabra redimida, el discurso con alas, la poesía que va por el aire, susurrando… En el presente, el cantautor y sociólogo, actual Vicepresidente Nacional de la Asociación Hermanos Saíz, Rey Montalvo Vasallo, se considera un buscador eterno de preguntas gracias al influjo del autor de La Edad de Oro. “Un hombre consecuente, de palabra y acción, un educador, un humilde soldado de su verdad; es lo más parecido a mi deber ser. Por supuesto, él está en mis canciones, tienen de lo que soy y de lo que aspiro, tienen los mismos ojos con los que miro el mundo y la voluntad de hacerlo mejor”.
Su vocación de servicio a lo útil, su humano acercamiento a la belleza de las cosas, lo llevó a ejercer la crítica de arte muy joven. Sus impresiones eran las de un espectador avezado que develaba, describía y valoraba el suceso artístico.
“La visión martiana que establece que crítica es amor, me parece de una claridad, pertinencia y actualidad sorprendentes. Hemos dejado de ver la crítica como herramienta de trabajo, de perfeccionamiento. La hemos transformado en un ejercicio egótico de ataque y silenciamiento del otro. Martí nos advierte del acto humano de amor, que implica el ejercicio y, por extensión, del principio ético que debe regirlo”, argumenta el crítico de arte y escritor, Maikel Rodríguez Calviño.
“Mi concepto de arte predilecto es martiano. ‘El arte es la forma de lo divino, la manifestación de lo extraordinario’. Esa máxima me acompaña desde mi segunda novela. En gran medida resume la visión que yo tengo del arte y de la literatura como sustanciación de lo sorprendente, de lo espiritual.
‘“Yo amo tenazmente el arte’, dijo Martí. Ese es uno de mis mantras. En esa tenacidad me va la vida, la cordura. No se puede no amar apasionadamente al arte, por cuanto el arte es identidad. ‘Solo el amor engendra la maravilla’, escribió. Ambas frases delimitan mi comportamiento profesional y ético. Amor y maravilla: son dos de los principales faros que sigo.
“‘En todo gran escritor hay un gran pintor, un gran escultor y un gran músico’. Yo quitaría lo de grandeza, porque no me considero un gran escritor. Pero pinto, esculpo y compongo con palabras, igual que el escultor, el pintor y el músico cuenta historias con sus obras. Arte es uno solo. Martí lo tenía clarísimo”, afirma.
El Maestro también reconocía en la pintura dos guías principales: la imaginación y la inteligencia. Heredero del romanticismo del siglo XIX, valoraba aquello que exaltaba los sentidos en el arte.
Los lienzos de Víctor Manuel Guerra Arteaga, en su regodeo hiperrealista, descubren esa belleza que Martí aseguraba, era por sí misma, placer; y que hallarla, significaba, hallar algo de nosotros mismos.
“Mis últimas obras están inspiradas en la niñez, procuro captar la esencia de los infantes en escenas de ficción, y en este sentido encuentro puntos de coincidencia con Martí, ya que él sentía un afecto especial por los niños a los cuales dedicó parte de su quehacer literario. El compromiso eterno con su oficio y su actitud ante la vida me inspiran tanto en el orden personal como profesional”, explicó el joven.
Respecto al teatro, el autor de piezas dramáticas como Abdala o Adúltera propuso, debía beber de nuestra rica historia y tradición. Actualmente, su pensamiento es un surtidor para incontables generaciones de artistas. La actriz y titiritera, Arasay Suárez Padrón lo asevera:
“El teatro es para mí, una forma de vida que incluye entrega total, prácticas filosóficas, políticas, sociales, religiosas, comunicativas… hacer teatro es amar sin medida a la tierra, a los amigos, a la familia, a la sociedad…es entregarse completamente, es canalizar nuestra energía, nuestro conocimiento, hasta llegar a confluir armoniosamente con nosotros mismos y ser capaces de establecer un fuerte vínculo con el público. Para lograr eso, a una creadora como yo, le es necesario, o mejor, imprescindible, conocer el pensamiento martiano”.
A 130 años del ensayo Nuestra América, aún debe preocuparnos la colonización cultural, la desunión regional, la pérdida de la conciencia histórica y el injerencismo estadounidense referidos por un Martí profeta, un periodista que entendía su labor necesaria no solo para informar sino para formar.
“El periodismo es una profesión netamente humanista y sin dudas tenemos que nutrirnos de la prosa del Apóstol para responder a las necesidades de los públicos e intentar narrar sucesos e historias de vida con la destreza de quien fue capaz de mostrarnos desde las letras: ciudades, personas y encuentros de carácter político en su bregar en pos de la independencia de Cuba. Su epistolario me mostró la importancia de la amistad, la colaboración y el respeto mutuo; y trato de criticar lo mal hecho en mi conducta cotidiana. Pero su mayor enseñanza para mí la constituye el amor a la Patria y el odio a quien la oprime o maltrata”, sostiene Evelyn Corbillón Díaz, periodista de la Agencia Cubana de Noticias.
Ya sea en cualquiera de las manifestaciones del arte, el periodismo, la crítica, la investigación… el pensamiento martiano es una certeza, una conducta cívica, una inspiración de lucha por los ideales y las causas justas. Es sabio leerlo y cultivarse en sus doctrinas. “(…) siempre hay que regresar al Apóstol; en cada ocasión se descubre un nuevo Martí con una mirada lúcida y un consejo certero. En cada encuentro con su obra me enorgullezco más de la cubana que soy”, asegura la locutora, directora de programas e historiadora Greter Hernández Rodríguez.
Martí es savia, altruismo; es también resistencia, atrevimiento, constancia. Tierra fértil e ingenio. Esa son las facultades de nuestros jóvenes artistas, ayer y hoy, no importa cuántos años transcurran…