Aviso para el lector.
Primera condición: SABER LEER que se traduce en respetar ritmo, cadencia, inflexiones, pausas, respiración.
Segunda condición y muy relacionada con la primera: entender que estamos en presencia de un libro que casi en su totalidad se compone por la décima como forma estrófica recurrente, estructurada atendiendo a su forma clásica de 10 versos de arte menor (8 sm) que responde al esquema abba accddc con rima consonante o perfecta lo cual va a constituir de antemano un obstáculo para el lector si no conoce la cantidad de variantes a la que ha estado sujeta esta forma estrófica desde el Siglo de Oro español a la fecha, variantes que son expuestas de manera sorprendentes en este poemario.
Y tercera condición: no entrar al libro pensando en un destinatario determinado, condición muy llevada y traída en cada uno de los intentos por encasillar la literatura en moldes etáreos. Este poemario escapa a las edades porque es sencillamente: literatura.
Confieso que si alguien me hubiera advertido antes no hubiera tenido que recurrir a una segunda lectura para entender la esencia de este libro.
Hace unos años, cuando irrumpía en un estudio sobre la poesía de los autores de los 80-90, hice un breve análisis de la obra en versos de Peraza y revisando ahora compruebo que aquella definición precoz se ajusta casi exactamente a lo que pudiera decirse hoy de la escritura de Tierra mojada y estamos hablando de 23 años después aunque evidentemente con evolución visible en cuanto a conceptos, temas, tropología, etc.
Y comienzo citando:
Hasta este momento en nuestra provincia, rica en decimistas, esta modalidad poética se había manifestado muy apegada a un tradicionalismo que solo la hacía cercana a un universo rural (repentismo). Es a finales de los años ochenta que en Pinar del Río voces nuevas y vigorosas retoman la espinela con un intento renovador, tanto en la forma como en el contenido, haciéndose entonces una estrofa que escapaba del criollismo y el paisajismo para convertirse en un molde poético empleado en función de las necesidades expresivas de los más jóvenes poetas. Es por ello que la décima de estos autores se torna más culta, con un trabajo más profundo en cuanto a la utilización de códigos que, por lo general, coinciden con los empleados en sus versos libres, hay una hondura conceptual y reflexiva, más intimismo y experimentación con el lenguaje y las formas.
Como en su poesía libre Peraza se mueve en un espectro temático que proviene de la cotidianidad vivencial-afectiva-familiar y lo hace siempre desde una posición intimista y un tono lírico, mostrando cierto regusto por la belleza en las imágenes.
Los versos se seccionan a su arbitrio según su interés de adecuar la forma al contenido sin que para esto se dañe la estructura clásica que, a veces, queda interna, manteniendo en el interior del poema, la métrica y la rima propias de la décima; pero dándole un aspecto de verso libre en lo formal externo, demostrando con esto, un dominio absoluto de la misma, gracias al buen empleo de la rima. Sus asociaciones no son forzadas ni manidas, dejando ver maestría y seguridad al versificar.
En su décima, de inusual frescura y fluidez de lenguaje, el autor conserva el mismo estilo utilizado en su poesía, de ahí su carácter épico, intimista, y su afán conceptualizador. (Fin de la cita)
En este poemario, sujeto a esa evolución de que hablaba, no interesa al autor conceptualizar, más bien alejarse de esos vicios que caracterizan los primeros tanteos poéticos de cualquier autor; ahora su preocupación va más dirigida a exponer ideas que remiten a un mensaje, una comunicación enriquecedora en ese necesario intercambio con su lector a través de una tropología que confiere riqueza expresiva a su texto.
Si alguna ganancia añadida podemos conferirle al poemario es que Peraza ha sabido hacer ameno un producto donde se reitera una misma forma estrófica de principio a fin. Lo ha logrado intercambiando entre rima consonante y asonante indistintamente, estructurando la décima en cuartetas, tercetos y pareados y otras variantes posibles siempre respetando la estructura clásica de esta estrofa, o encabalgando el verso dejando interna la estructura.
Con dos partes cuenta este libro: “De mi casa al cielo” que responde a ese espectro temático que proviene de lo cotidiano-afectivo-familiar a que hacía alusión en mi estudio de 1995: la casa, los olores típicos del campo, la abuela, la madre, el abuelo, los primeros y pedestres juegos infantiles, los animales, las frutas, el arroyo, la llegada de los circos al pueblo, los reyes magos y toda la fantasía del asunto, la muerte de los seres más queridos, es decir, una mirada desde el interior del poeta hacia las cosas que permean sus vivencias desde el entorno más inmediato y una segunda parte titulada “Del cielo a mi casa” que contiene la interacción del sujeto lírico con lo foráneo, su encuentro con el mundo a través de las primeras lecturas que calaron su intelecto y le acompañarán siempre; se trata de una mirada de afuera hacia el interior del poeta, la inevitable concepción del mundo y su recepción. Por este último escenario desfilarán Pinocho, Scheherezade, Robinson Crusoe, El cochero azul de Dora, Julio Verne, Juan Ramón Jiménez, Lorca, etc.
Representa este libro una sinestesia perenne en la vida de su autor, ese vaho a tierra mojada sirvió de inspiración para que Peraza nos devuelva una historia de lo que fue su infancia que no es muy diferente a la de otros pero que el poeta con esa misión con que la vida lo ha dotado se encarga de devolvernos sus vivencias convertidas en arte a todos sus lectores.
Último aviso al lector.
Hacer ejercicios previos de lectura por la sencilla razón de que la rima asonantada, la estructuración del verso, el encabalgado eficiente, los rompimientos métricos contrarios al molde original, tienden a confundir y aunque no ha sido en lo absoluto la intención de Peraza, subestimar, el poemario está pensado para lectores inteligentes…
Por: Carlos Fuentes