Los aplausos, esa forma antigua de demostrar aprobación y admiración, se sigue hoy en muchos sitios del planeta para alabar al personal de salud que expone sus propias vidas para salvar al resto de la humanidad, sin dudas es una manera más de luchar contra la pandemia provocada por la COVID-19.
El hermoso gesto de mostrar admiración sin palabras, constituye un mensaje que llega a todos, sin mediar idiomas y que, además de la loa a los valientes de las batas blancas en el mundo, resulta una manera de manifestarse las personas desde el aislamiento hogareño.
Cuba, que adoptó los aplausos que recorren el orbe y como si el sonido del longevo cañonazo de las nueve de la noche desde la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña en La Habana se escuchara en todo el país, sale desde su recogimiento a balcones, puertas o ventanas para chocar palmas.
Lo mismo se escucha a un virtuoso instrumentista o cantante que regala una presentación, o se muestra otra forma artística de alguien que vive en la cuadra y que tal vez, por la premura de la cotidianidad, apenas se tiene conciencia de su quehacer.
No falta el toque de la conga bien cubana o la reproducción de una de las hermosas canciones, creadas al calor de la grave situación que toca vivir a las presentes generaciones del planeta, el momento no es de fiesta, pero sí de lucha cuando la rivalidad es contra un enemigo tan pequeño como peligroso.
El encuentro nocturno se vuelve además una forma de demostrar solidaridad y reconocimiento con otros que ayudan a los más vulnerables, limpian las calles, producen alimentos, contribuyen con la economía o van con su sabiduría por el mundo a ayudar a otros pueblos.
Por un quehacer de justicia, a pesar el bloqueo financiero, económico y comercial de los Estados Unidos contra la Isla que provoca dificultades a la llegada de equipos e insumos para enfrentar el nuevo coronavirus y las misiones de salud en cualquier rincón del orbe frente a las mentiras, van también las palmas.
Los aplausos son la forma de citarse los vecinos sin previo aviso, para reencontrarse, verse los rostros y mostrar que nadie está solo, que todas las acciones de protección están dirigidas por un gobierno que tiene al ser humano en el centro de atención, a pesar de limitaciones económicas.
Quienes piensan que el gesto es algo pasajero se sorprenden cada noche por el incremento del número de personas, que como una pandemia de respaldo se suma y genera, desde su casa, las más variadas iniciativas porque al final, todos aplauden por Cuba.