Trabajar la tierra con amor

Midalkis González Carrasco

Son las nueve de la mañana y Midalkis González Carrasco, mujer de 48 años, junto a Sandalio López, de 77, llevan dos horas de jornada laboral en un huerto de 0.2 hectáreas, ubicado en la periferia del poblado de Minas de Matahambre, a pocos metros de un lugar conocido como el campo de tiro, en el reparto La Represa.

 Resulta impresionante cómo ella, junto a su compañero de trabajo, jubilado de la actividad minera, logran tan buenos rendimientos en una tierra poco dotada por la naturaleza.

Protegida del sol con camisa de mangas largas y sombrero, no posee huellas físicas de la difícil actividad que realiza. Enérgica camina por el surco, mientras me cuenta los planes que todavía tiene para obtener una mayor rentabilidad del huerto y de la premura de combatir las plagas y mejorar la calidad de la tierra.

«La idea surgió por necesidad: trabajaba en la Central de Ambulancias de despedidora y quedé excedente; entonces me ofrecieron un puesto laboral, pero debía de trabajar de noche y llevaba en esa etapa de mi vida 10 años en un trabajo nocturno y no quise seguir bajo esa condición”, me cuenta.

 Se refiere a sus inicios cuando le dijeron que la tierrita, la que hoy trabaja, estaba ociosa y que se podía otorgar en usufructo, pero afirma que desde antes laboraba muy cerca de allí, también en cuestiones agrícolas, aunque no a tiempo completo.

Una década atrás comenzó en esta actividad, cuando su esposo, jurídico de la Delegación Municipal de la Agricultura, la arrendó y luego se asociaron a la cooperativa Ramón González Coro.

 «Pensé que sería temporal; sin embargo, le cogí el gusto, se llega a amar este pedacito de tierra. Me encanta ver cómo la cosecha avanza y también a la gente satisfecha con los productos”, añade emocionada.

En este huerto las principales producciones son las hortalizas y el ají, de gran demanda en Minas. De las 300 matas de ají se han extraído ocho quintales, de tomate más de una tonelada y poco más de media de pepino.

No obstante, la sequía resultó un duro escollo para las metas planificadas. La laguna se secó prácticamente, hubo que hacer un pozo para tener agua, fue un duro golpe, pero ya llegó la lluvia que será de gran ayuda”, afirma con esperanza en mejores tiempos.

Si la cosecha de primavera sale bien seguiré con donativos al círculo infantil y a centros de Salud, que muy útil será para los niños y embarazadas.

Aquí vienen diabéticos, hipertensos, personas de diversos padecimientos y se les venden los productos, aunque la mayor parte de estos son entregados a la cooperativa”.

 No permite que termine la entrevista sin mencionar a su esposo. «Es abogado, pero me ayuda mucho, él fumiga, viene los domingos y cada vez que se le presenta una oportunidad; eso de su profesión no influye en su caso, trabaja y ama la tierra tanto como yo”.

SANDALIO, EL ESCUDERO

Sandalio López

 Sandalio López me aclara que trabajó en la minería durante 34 años, tanto en las profundidades, directamente en la extracción del cobre, actividad que popularmente se conoce en Matahambre como bajo mina, como en otras funciones en ese sector, en el cual se jubiló en 1997, cuando culminó la explotación del yacimiento.

 Es hombre de pocas palabras y la humildad parece característica especial en este anciano delgado, de manos rudas e igualmente cubierto para amainar un tanto los efectos del sol sobre su piel, ya sensible por el paso del tiempo.

Sandalio es parte de una generación de mineros formados en el trabajo duro de un pueblo que tenía tanta actividad bajo su suelo como en su superficie y lleva este sello como identidad personal.

«Nueve años hace que estoy en este huerto con Midalkis, porque primero trabajé en una finquita, muy cerca de aquí, junto a un compañero llamado Jesús, y después en una cochiquera”, afirma y me percato de la fortaleza de carácter de este sencillo hombre.

«Trabajo hasta la 10 de la mañana, lo que significa que aquí la jornada no es extensa, por lo que es fundamental aprovechar al máximo el horario, luego de esa hora el sol es una tortura en este lugar.

Mira, en la tierra me crié y en su trabajo pienso morir”, concluye y sin perder tiempo continúa la labor con su guataca.

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