Juan Carlos Falcón Fernández nació en un barrio tabacalero del municipio de San Luis. Junto a su padre, viejo productor de la hoja en ese territorio, aprendió las artes del cultivo y ahora, después de 36 años como oficial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, aplica esos saberes en la finca El Progreso, perteneciente a la CCS Hermanos Saíz de Consolación del Sur.
“Encontré estas tierras, las caminé y decidí permutar. Es un suelo muy bueno, apropiado para el tabaco tapado. Esto era un monte, desbrocé todo y ya es la segunda campaña en que siembro para producir la capa de exportación”.
En la zona conocida como Alvarito, en el norteño municipio, se extienden 12,6 hectáreas en las que planta también tabaco de sol, cultivos varios, y muy pronto sembrará alevines de tilapia mexicana en una laguna que ya tiene bastante adelantada. Quizás esa sea la razón por la que varios coterráneos le bautizaron la finca como El Progreso.
“Algunos amigos y productores de San Luis, entre ellos Jesusín y Armandito Padrón (ambos Hombres Habano) vinieron un día y le pusieron el nombre, hasta una décima le sacaron”, rememora Juan Carlos, mientras recorremos la casa de cura.
Allí se afanaban las mujeres en el ensarte de las grandes hojas de Criollo 2010, variedad que según cuenta, quiso probar esta campaña y le ha salido muy bueno. La pasada obtuvo un rendimiento de 33 % en capa con Criollo ‘98.
“Me gusta mucho el sistema de la cura natural porque se hace más fácil el manejo del tabaco. Hay que trasladarlo en parihuela y si lo llevas a una kalfrisa en una carreta sufre más daños mecánicos. No se puede negar el avance tecnológico que da la kalfrisa, pero para la cura natural no me apuro, y menos cuando siembro escalonadamente”.
Juan Carlos es uno de los 18 tapaderos de Consolación del Sur. Este año, en 1,8 ha dedicadas a la modalidad espera igualmente obtener buena capa de exportación, que es el principal objetivo, aunque también tiene un plan de 80 000 posturas de tabaco de sol.
En el área dedicada al tapado explica cómo ha estudiado la siembra y las atenciones culturales en el tiempo adecuado para que desarrolle mejor, al punto de que algunos campesinos de la zona han adoptado sus iniciativas.
“Mantengo la doble hilera, pero a la hora de sembrar viro el cuerpo de la planta hacia el borde exterior del cantero. De esa forma crece hacia el interior y deja más espacio entre los surcos para recolectar y que no se dañe la hoja, incluso a la hora de regar el aprovechamiento es mayor”.
Cuando recoge el tabaco siembra maíz, lo que le permite también abonar la tierra. Igualmente reserva un área para plátano, tomate, yuca, boniato y frijoles que destina a los trabajadores, al autoconsumo y una parte la vende a la cooperativa.
Al hablar sobre la fuerza de trabajo notamos la seguridad con la que se refiere a la labor de su gente, y se puede corroborar en la plantación, pues hombres y mujeres atienden sin descanso cada tarea que les corresponde.
“Ahora tengo 16 trabajadores, les pago el día a 200 pesos más el almuerzo, que siempre tiene plato fuerte y viandas. Cuando nos pagan la cosecha les entregamos un estímulo diferenciado en dependencia del trabajo de cada cual. En la campaña pasada uno se fue con una casita, otro con un refrigerador, otro con 12 mil pesos… Si esta campaña da buenos resultados quiero que tengan su tarjetica para que puedan poner MLC y resolver así necesidades básicas”.
Aunque Juan Carlos vive en el pueblo de Consolación, cuando hay pico de cosecha se queda en una casa más rústica que construyó en la finca. Así no le quita el ojo de encima a los sembrados y trabaja a la par de su gente. En “El Progreso” no solo se produce buen tabaco, sino que se diversifica la producción y sin lugar a dudas se dignifica la labor en el campo.