Es domingo temprano en la mañana. El cuerpo te pide estar unos minutos más en la cama, siente merecerlo luego de la semana de trabajo, y casi decides satisfacer su petición, cuando tu mente te recuerda la importante misión que tienes por delante y se ha vuelto casi una tradición en los últimos meses.
Miras el reloj: 9:20 a.m. Faltan solo 10 minutos. Ya comienzas a sentir el nudo en el estómago, la excitación mezclada con el miedo. Sin levantarte de la cama tomas el teléfono y abres la aplicación Comprando en Cuba. Escribes tu usuario y contraseña y prepararas el dedo índice. Ya son las 9:28. La lucha está a punto de comenzar.
Y como tú, están otros pinareños que, con acceso a los datos móviles, han estado utilizando las bondades del comercio electrónico en estos meses de pandemia para así cumplir con el insistente pedido del querido doctor Durán: distanciamiento social para poder controlar a la COVID-19.
Persistes y persistes, no importa las veces que has terminado con el carrito vacío por problemas de conectividad o porque la demanda supera la oferta, con lo cual se vuelve una misión imposible ser uno de los ganadores que pasadas las 10 a.m. pueda decir compré.
Luego de casi 20 minutos actualizando, pues hoy no se pudo abrir en tiempo, y muchos megas gastados, la suerte te sonríe; quizás por ser domingo o porque muchos prefirieron darle al cuerpo las horas de sueño solicitadas.
Comienzas a rellenar los datos y cruzas los dedos para que ningún “evento fortuito” eche a perder este buen inicio de mañana. La conectividad también está de tu parte, ya casi visualizas el código QR y sientes el sonido del mensaje victorioso que anuncia “La compra fue realizada”.
Pero como dice el saber popular: la vida cambia en cinco minutos y en este caso, la tienda virtual lo hace en uno nanosegundo. Transitando de un paso a otro, sin evidenciar lentitud en la navegación y sin haber transcurrido la media hora que por derecho te corresponde para efectuar el pago, casi como por arte de magia, desaparece tu combo. Nunca habías sufrido tanto un cambio de estado. Con qué comparar la sensación de vacío, provocada al mirar en cero el contador del carrito.
Intentas llamar a la tienda, buscando una explicación, la mereces. Pero nadie contesta. Justo como tu compra, el encargado de responder se vuelve un fantasma. Y casi sientes deseos de llorar. Recuerdas algunas líneas de la Resolución 54/2018 del Ministerio de Comercio Interior, aprobada en junio de 2018 y publicada por la Gaceta Oficial, en la cual queda recogida la inviolabilidad de los derechos del consumidor, la educación, información y divulgación en materia de consumo: “Recibir productos y servicios que cumplan con los requisitos de calidad, insumos del servicio y de seguridad establecidos.
“Disponer de vías y mecanismos para tramitar cualquier insatisfacción, reclamación, conflictos entre consumidores y proveedores (…).
“Que se le dispense un trato amable, transparente, equitativo (…)”.
Te preguntas si la tienda virtual es ajena al cumplimiento de estos dictámenes.
Las ventajas del comercio electrónico son innegables. Todos apreciamos la facilidad y comodidad de poder realizar la compra en cualquier momento desde donde sea: en casa, en el trabajo, de vacaciones…
Y en Cuba, aun cuando representa un desafío, nuestro presidente Miguel Díaz-Canel ha reafirmado sobre este asunto estratégico: “Llegó para quedarse. La vida nos ha demostrado que tenemos que ir al comercio electrónico de inmediato; si hubiéramos avanzado más, habría sido posible enfrentar mejor el escenario impuesto por la COVID-19”.
Conseguir que el proceso de informatización de la sociedad cubana sea un hecho y contribuya al desarrollo económico y social de la nación y a mejorar la calidad de vida de las personas no es imposible. A pesar de sus sombras ha demostrado la pertinencia de su uso en los disímiles escenarios.
Pero además de intención y voluntad, es necesario garantizar la infraestructura y preparación adecuada de los recursos humanos que permitan brindar un buen servicio y una buena experiencia al consumidor, lo cual, tras cumplirse un año en este diciembre de haberse estrenado inicialmente en La Habana, Tu envío no ha logrado.
No se puede dejar de reconocer la evolución de la plataforma y las funcionalidades que ha incorporado para evitar el acaparamiento y permitir el acceso de la mayoría a sus artículos.
No obstante, Tu envío es una asignatura pendiente que aún tiene muchas deudas con los cubanos, quienes nos aspiramos a que su funcionamiento se asemeje a las más mundialmente conocidas, pero sí que deje de ser un dolor de cabeza comprar en ella, y en lugar de estrés e inseguridad, genere verdadera satisfacción en sus clientes.