En un México lleno de jugadores cubanos, hubo un serio y mortífero accidente en el año 1952. Resulta que los Sultanes de Monterrey tenían una estrecha relación de nuestro país con el béisbol mexicano, que se remonta desde fines del siglo XIX, cuando algunos habitantes de la Isla llevaron las primeras huellas de este deporte al país hermano.
En la actualidad continúa la representación de jugadores de nuestras Series Nacionales y otros que por cuenta propia se han radicado en el hermano país. Allí han dado quehacer a los rivales.
Players, entrenadores, directores, árbitros y hasta federativos, dejaron su huella. Varios se desempeñaron como jugadores y, después, lo hicieron como managers. Es el caso, entre otros, de Lázaro Salazar, quien dejó su huella en los terrenos y, una vez retirado, cumplió cabalmente como manager durante varios años.
Allí sucederían hechos violentos, trágicos, cómicos e interesantes, difíciles de olvidar, donde estuvieron involucrados nuestros criollos.
Según Mario Torres y Reuel Aparicio, en Momentos y figuras relevantes del béisbol cubano, p. 153:
“El 15 de julio de 1952, el ómnibus donde se trasladaba el equipo Sultanes de Monterrey hasta la capital mexicana, sufrió un accidente contra un camión y fallecieron dos peloteros aztecas, mientras otros doce resultaron heridos, entre los que se encontraban cuatro cubanos: Adolfo (Tribilín) Cabrera, Pablo García, Carlos Colás y Heberto Blanco…”
Ese mismo año hubo otra desgracia donde, de una forma u otra, estuvieron vinculados los Diablos Rojos de México. Un mes antes, el domingo día 15 de junio, la tribuna principal de madera del Parque Delta, se fracturó cuando estaba llena, para un partido frente al Águila de Veracruz. Allí fallecieron dos niños, de ocho y quince años de edad.
Tomás Morales, ofrece la fecha del 16 de julio, en Un Diamante Escarlata. Los Diablos Rojos de México, p. 31:
“Sultanes de Monterrey viajaba hacia la capital para jugar con el Nuevo Laredo, ya que cuando Diablos estaba de gira, se presentaba otra serie en México. El autobús de Sultanes chocó de frente contra un camión de carga en Linares, Nuevo León, y en el tremendo accidente murieron el pitcher Corazón León y el torpedero Chamaco García, que habían sido parte de Diablos Rojos en años anteriores. Hubo muchos heridos, pero salvaron la vida los demás. Fue una tragedia que conmocionó al medio beisbolista…”
Ángel Torres, quien también da la fecha del 15 de julio de 1952, abunda en las lesiones de los cubanos, en su libro La Leyenda del Béisbol Cubano, p. 176:
“(Adolfo) Cabrera (campeón bateador de la Liga Mexicana en 1949), se fracturó la clavícula izquierda (…) El antesalista (Pablo) García sufrió una triple fractura en el tobillo derecho y una herida bastante grande en la rodilla derecha. El receptor (Carlos) Colás recibió una fractura en el brazo izquierdo y fuertes golpes en el tórax. Finalmente, el camarero (Heberto) Blanco fue víctima de desprendimiento en el cuero cabelludo…”
Por fortuna, el director de los Sultanes, el también cubano Lázaro Salazar, conocido como Príncipe de Belén, había viajado en avión con anterioridad para atender asuntos personales. Aquella tragedia enlutó a todo México y también repercutió en el béisbol de la Isla.
(Con documentación de Mario Torres y Reuel Aparicio, Roberto González Echevarría, Tomás Morales, Jesús Alberto Rubio, Carlos Castillo, Jaime Cervantes, Ángel Torres, y otras fuentes).