Los cubanos son capaces de distinguir a un guantanamero, un camagüeyano o un habanero, por su entonación, modos de pronunciación o palabras que usan. Si no se ubica exactamente la provincia del hablante en cuestión, sí se podrá identificar como perteneciente a una determinada área geográfica de Cuba y estos vocablos forman parte ya de nuestro idioma y engrosan la larga lista de cubanismos.
A partir de 1958 es que se realiza un estudio fonético y fonológico que señala la existencia de tres zonas lingüísticas: Occidente, Centro y Oriente.
No quiere esto decir que en Cuba existen dialectos, más bien variación asociada a la geografía, o lo que es lo mismo, de zonas geolectales como lo llaman los especialistas.
Pues como dijera Bernal Valdés “…en nuestro país no existen dialectos de nuestra lengua nacional, la modalidad cubana del español. O sea, las diferencias regionales en los diversos niveles de lengua (fonológico, léxico, morfológico y sintáctico) no evidencian matices o rasgos que permitan clasificar estas hablas regionales como dialectos. Por ese motivo, preferimos hablar, en el caso de Cuba, de áreas geolectales,y no de áreas o zonas dialectales, calificativo que presupone la existencia de dialectos”.
En las últimas décadas, con los datos aportados por el Atlas Lingüístico de Cuba (ALCu), se han identificado cinco zonas geolectales en nuestro país.
Zona I: se reconoce como muy innovadora en cuanto a pronunciación y vocabulario. Los elementos fonéticos caracterizadores son:
asimilación de /r/, /l/ y /s/ a la consonante siguiente (*paqque x parque)
aspiración de /s/ final de sílaba (*pajta x pasta)
aspiración de /r/ ante /n/ o /l/ (*cajne x carne, *Cajla x Carla)
debilitamiento de /d/ entre vocales (*planchao x planchado)
Zona II: presenta estos mismos rasgos fonéticos algo más atenuados.
Zona III: es considerada la más conservadora en cuanto a lo fonético y al léxico. Por este motivo, en la conciencia de los cubanos es en esta “donde mejor se habla en Cuba” y el modelo o la norma a la que aspira el hablante cubano.
Las zonas IV y V tienen particularidades fonéticas y léxicas:
Se caracterizan por el uso de un gran número de voces exclusivas que no son compartidas por el resto de la isla, especialmente en la denominación de la flora y la fauna pero también en la nominación de objetos de uso cotidiano: ponque por panqué, mogolla o mogo por fufú de plátano, delirio o tetina por tete, presilla o mordaza por palitos de tender la ropa, imperdible o niñera por alfiler, entre otros.
En lo fonético se aprecia en la zona IV alta frecuencia de trueque de /r/ por /l/ y de elisión de /s/ (*cataña x castaña).
La V se distingue, además de por la elisión de /s/, por un alto porcentaje de las variantes prestigiosas de /l/ y /r/, e incluso, esta última se pronuncia con gran refuerzo articulatorio.
Zonas:
Zona I: Pinar del Río, La Habana, Matanzas , Cienfuegos y Trinidad (municipio de Santi Spíritus)
Zona II: Villa Clara, Santi Spíritus (menos Trinidad) y Ciego de Ávila
Zona III: Camagüey, Las Tunas, Holguín y los municipios de la porción norte y oeste de Granma
Zona IV: porción sureste de Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo
Zona V: municipios de Baracoa, Maisí e Imías de Guantánamo y municipios de Moa y Sagua de Tánamo de Holguín
Fuentes consultadas:
Alvar, M. (1996). Manual de dialectología hispánica. Madrid: Ariel Lingüística.
Valdés Bernal, S. (2007). Visión geolectal de Cuba. Frankfurt: Peter Lang.