Considerado como uno de los 25 Hoteles Palacios del Mundo, el Hotel Nacional de Cuba, vincula hoy sus 90 años de historia con la impronta de reconocidas personalidades y su consolidación como espacio cultural y turístico.
Tras 14 meses de construcción, fue inaugurado el 30 de diciembre de 1930 y cada una de sus torres representan fichas de ajedrez como tributo a uno de sus más ilustres visitantes, el campeón mundial cubano José Raúl Capablanca (1888-1942)
El imponente edificio está situado sobre la otrora Loma de Taganana, denominación indígena aportada por los emigrantes canarios en alusión a la similitud con un paisaje de Tenerife. Actualmente, uno de sus salones recibe tal denominación, y es sede habitual de eventos internacionales como el Festival de Cine de La Habana y el Jazz Plaza.
Catalogado por el escritor cubano Alejo Carpentier (1904-1980) como ‘castillo encantado’, las leyendas sobre su ubicación refieren que era un sitio de desembarcos de piratas en siglos anteriores.
Otras apuntan que debajo de su estructura existieron varias cavernas empleadas como refugio por las poblaciones aborígenes. Esa última historia inspiró una de las narraciones del novelista Cirilo Villaverde (1812-1894) titulada ‘La cueva de Taganana’.
Cubanía en servicios y espectáculos
El Nacional, un edificio de ocho plantas con estructura en forma de H posee 426 habitaciones, de ellas más de 30 son suites, un piso ejecutivo, una amplia gama de servicios de gastronomía, alojamiento y espectáculos relacionados con las tradiciones cubanas.
‘En nuestro Cabaret Parisien, una de las distracciones nocturnas preferidas de La Habana, se realiza el Gran Show Cubano, Cubano con música, raíces y cultura del país, y la fusión de los ritmos españoles, africanos y latinoamericanos’, comentó a Prensa Latina Yamila Ferrer, Jefa de Relaciones Públicas y Hospitalidad del Hotel Nacional de Cuba.
También, mantienen los martes y jueves el Concierto de Música tradicional con canciones de la Orquesta Aragón, la Orquesta Leyenda y Francisco Repilado (1907-2003) conocido como Compay Segundo. Ese compositor de amplia trayectoria musical se presentaba en la Sala 1930 tras el éxito del Buena Vista Social Club, agrupación creada en la década de 1990 del siglo pasado.
‘La vista que se aprecia desde nuestros jardines es única e incomparable. En la zona frente al malecón habanero tenemos un servicio de coctelería cubana. Todos quieren venir y probar la bebida típica nuestra, el mojito, en nuestras áreas al aire libre y es algo de lo cual estamos orgullosos’, expresa.
Historia contada por obras de arte
La decoración constituye una remembranza constante a los orígenes de la instalación habanera y describe casi un siglo de historia en más de 100 piezas museables, a juicio de Yamila Ferrer.
En este sentido, menciona las esculturas femeninas, algunas de las cuales revelan motivos de la mitología romana, protagonizan leyendas o tributan a figuras del arte universal.
Conocida popularmente como La Segadora, esta estatua da la bienvenida al lujoso inmueble, caracterizado por la confluencia de estilos arquitectónicos como el art decó, el neoclásico ecléctico y el morisco.
Por su parte, la entrada del Restaurante La Barraca, se engalana con La Venus de la Piedad, también construida en mármol de Carrara y cuya base recrea en bronce un fragmento de la obra ‘La matanza de Quíos’, del pintor francés Eugène Delacroix (1798- 1863).
‘Dentro de las más peculiares están las esculturas Isadora de Noche e Isadora de Día, ambas del ceramista y dibujante cubano Evelio Lecour. Colocadas al final del hall, las piezas se inspiran en la bailarina estadounidense Isadora Duncan, quien muere estrangulada por su chal rojo en un accidente automovilístico’, explicó Ferrer.
Otras efigies de incalculable valor son La Venus Desnuda, en el centro de la sala octogonal, y la estatua en bronce con la figura de Tritón, el dios griego del mar, en la piscina semiolímpica original del hotel nombrada como Tarzán.
‘En ella el actor y campeón de natación Johnny Weissmüller, protagonista de la película Tarzán de los monos (1932), realizó una exhibición del deporte con un clavado desde un balcón del segundo piso’, recuerdó.
Clasificado desde su fundación como el más importante del Caribe, el hotel atesora, además, vestigios de la Batería de Santa Clara, declarada como Patrimonio de la Humanidad en 1982 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).