El sistema político estadounidense mostró a plenitud por estos días sus históricas debilidades, a las cuales se refiere el expresidente ruso y máximo dirigente del gubernamental partido Rusia Unida, Dmitri Medvedev.
Con la mira puesta en una nación cuyos procesos políticos internos ejercen gran influencia sobre el resto del orbe, Medvedev insiste en que el arcaico sistema electoral del país norteño demostró las consecuencias negativas que puede acarrear en pleno siglo XXI.
En ese sentido, el también exprimer ministro ruso recordó que con el empleo de comisarios electorales, es decir, un sistema indirecto de votación, se calcula que el vencedor puede llegar a tener hasta 100 millones de votos directos menos que su contrincante.
Durante las elecciones de 2000, el demócrata Albert Gore obtuvo más votos que el republicano George W.Bush y por una decisión judicial, la victoria fue para el segundo. En 2016, Hillary Clinton contó con más de dos millones y medio de votos por encima del ganador Donald Trump.
Además, la serie de protestas en más de una veintena de estados durante la campaña electoral de 2020 mostraron las contradicciones entre el centro y los poderes regionales para dejar al descubierto las grietas del sistema federal estadounidense, consideró el dirigente político.
De hecho, Estados Unidos exige el cumplimiento de las recomendaciones del Buró de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) sobre instituciones democráticas y de derechos humanos.
Sin embargo, el país norteño viola el párrafo ocho del Documento de la Conferencia de Copenhague para la dimensión humana de 1990 y el artículo 25 de la Carta de Seguridad Europea de 1999 sobre la necesidad de permitir observadores internacionales en los comicios nacionales.
El poder federal estadounidense poco puede hacer para determinar el proceso de votación en los estados. Al menos 17 de ellos no aceptaban observadores foráneos en 2016 y 18 en 2020, observó Medvedev.
Por otro lado, el asalto violento al Capitolio en Washington no solo fue un choque para Estados Unidos y el resto del orbe, sino que llevó a un derramamiento de sangre, subrayó.
Las tecnologías utilizadas por la Casa Blanca para ‘democratizar’ a otros estados volvieron como un bumerán contra Washington, consideró.
Medvedev expresó su esperanza en que una nueva administración estadounidense permita un progreso en la extensión del Tratado de Reducción y Limitación de Armas Estratégicas Ofensivas (Start-3).
El presidente norteamericano electo, John Biden, consideró al Start-3 como el ‘ancla de la estabilidad estratégica entre Estados Unidos y Rusia’, comentó el expresidente.
La administración norteamericana saliente de Trump nunca respondió a las propuestas del Kremlin para ampliar la vigencia del Start-3, el cual expira en febrero próximo.
Además, el exprimer ministro ruso recordó que Biden en su tiempo estuvo entre quienes elaboraron el Tratado de Armas Nucleares de mediano y corto alcance, del cual salió Estados Unidos en 2019.
Pero, el dirigente político vio con claridad las pocas esperanzas para una mejora de los deteriorados nexos de Moscú y Washington con la nueva dirección de la Casa Blanca, aunque destacó que Trump mantuvo y profundizó la política de sanciones contra esta nación.
Moscú de ninguna forma está interesado en la existencia de problemas en Estados Unidos porque ello puede llevar a una ola de inestabilidad que afecte al resto del orbe, estimó Medvedev.
Medios de prensa locales indican que el equipo de Biden podría reforzar la confrontación con esta nación euroasiática, pero solo la práctica después del cambio de guardia en la Casa Blanca, mostraría realmente que pasará en un futuro próximo.