Los 100 cuadrangulares de Alexei Ramírez eran una cifra a la cual el exliga mayoristas no podía renunciar. Constituía una motivación para regresar al béisbol cubano, luego de más de 15 años sin pisar un terreno de pelota en la Isla que lo vio nacer y triunfar en nuestro pasatiempo nacional.
Cada batazo llevaba implícito las manos extendidas al cielo, como muestra inequívoca del regalo que la vida le estaba brindando. Nadie como él para cumplir quimeras. Recorría, agradecido, el lapsus de distancia que le separa una vuelta completa al diamante.
El bullicio de la gente, la algarabía propia de las tribunas, la ovación a un grande que volvió a tejer en letras doradas una cifra de más de un centenar de estacazos de vuelta completa en el mejor béisbol del mundo, y el que se juega en nuestras series nacionales.
El “Pirineo” conoce de este arte de levantar al público con un swing. De romper igualdades en el marcador, de empujar carreras, de recibir ovaciones cerradas. Pero la vida, tan veleidosa como es, premia, y quiso el destino que su jonrón número 100 fuera aquí, en el estadio que lo vio crecer; en la parcela que lo llevó a vestir el traje de las cuatro letras; en el Partenón de los Vegueros, ese que se ha repletado toda la Serie, en principio por su regreso, y hoy vive feliz el paso indetenible de sus muchachos, que ya llegaron a la cifra de 30 éxitos y estoy seguro seguirán agrandando.
Alexei Ramírez no es un hombre que luche por títulos personales. Desde su regreso declaró que el objetivo supremo era la clasificación, en esa meta trabaja, pero era un hecho claro que podría llegar a desaparecer la pelota más allá de las cercas, y el destino se encargó de corroborar esta hipótesis.
Cada turno al bate es importante. En cada parada al home play está presente la posibilidad de romper y ampliar el sueño. Ante los envíos del pirata Yadier Garay, a la altura de la novena entrada, con un marcador adverso, pero la misma convicción de no tirar la toalla tan fácil, caminó lentamente al sitio de tantas veces.
Alexei se agacha desde el círculo de espera y observa detenidamente los movimientos del derecho. Ya cuando está parado frente a frente, descubre que tiene falencias en sus envíos y puede utilizarlas a su favor.
En conteo de una bola y un strike, abanica la pelota que venía en modo de rompimiento bajito, y con esa característica que le acompaña como golfeador nato, la pone a viajar más allá del jardín izquierdo.
Breves segundos lo detienen, cuánto ha tenido que esperar para hacerle cumplir el sueño a su tío enfermo, por el que, ha declarado, regresó a nuestras series nacionales. En el camino se abraza con León, su amigo inseparable, sigue la ruta rumbo a segunda, a su paso, los jugadores de la Isla a la defensa, también le retribuyen con un gesto de agradecimiento. La vuelta se hace interminable, Gálvez le da una palmada en tercera, ya en el home no aguanta la alegría combinada con emoción. Levanta su mano derecha a la tribuna. Detrás del home está su tío, ese que ha resistido a dos infartos cerebrales y le pidió que regresara.
Llora como un niño, llora mirándolo fijamente. Saavedra lo recibe, y con el sombrero de veguero que le acompaña cada vez que da un jonrón sigue soltando lágrimas por haber coronado una meta más, aunque sabe que, al menos, este solo vino a maquillar el marcador de su conjunto que no pudo cambiar la historia, y perdió ante unos piratas inspirados.
Al declarar minutos después a la prensa con esa humildad de un hombre que no parece ser millonario, no solo por sus riquezas materiales, sino por su inmenso corazón, explica:
“Gracias a la vida por permitirme estar aquí. Siempre he sabido que los tiempos de Dios son perfectos, él quiso que está felicidad fuera ante este público maravilloso que hoy vino a apoyar al equipo”.
Alexei Ramírez es hoy la motivación más grande de esta Serie para Pinar. El misil cubano muestra el ejemplo a los más jóvenes, educa con su propio actuar.
Alexei seguirá levantando los brazos, ya lo hizo otras dos veces y no se ha quedado estático en los 100 vuelacercas. El “Pirineo” quiere más, le falta la clasificación, le falta soñar con el título que le fue esquivo durante sus series en Vueltabajo, y para ellas trabaja.
Alexei Ramírez llegó a los 100, y en marcha indetenible como el tren de Pinar camina seguro por más victorias batazos de vuelta completa.