A Jorge Félix Plasencia Hernández no le gusta mucho hablar de sí mismo, más bien prefiere tratar sobre su trabajo, el cual se traduce en las palabras escuela, aula, alumnos, pizarra, clases… y todo lo que tenga que ver con el magisterio.
En la conversación, que sostuvimos en la dirección de su actual escuela, el seminternado de primaria Abel Santamaría de Pinar del Río, respondió las preguntas de manera humilde y sencilla, y algo sí nos llevamos muy claro: “A este profe no le interesan los méritos personales, lo que hace de más en su labor diaria es porque le nace y le gusta”.
Para ser sinceros, supimos de su entrega y esfuerzo por una antigua compañera de trabajo suya. Ella nos dijo de antemano que Jorge Félix era el maestro que todo padre quisiera para sus hijos, que lo más grande que existe en la vida de este pinareño es su profesión y los niños.
Para nuestro entrevistado no hay límite de horario para trabajar, por eso es muy común que su tiempo libre también lo dedique a labores en su escuela, siempre a favor de sus estudiantes.
Al hablar con los alumnos de su actual grupo, todos con los que conversamos nos confesaron el respeto y el cariño que sienten por el maestro de Historia, Cívica y otras asignaturas.
UN MAESTRO DE QUINTO GRADO
Maestro, jefe de ciclo, director de escuela, por todas estas facetas ha pasado la vida laboral de Jorge Félix, desde que comenzó en el magisterio muy joven, hace 37 años, y hasta la actualidad.
Hoy lo encontramos frente a un aula de más de 40 niños de quinto grado, y es ahí donde nos declaró que casi desde que vino al mundo supo a qué se iba a dedicar en su vida: “Sería maestro”.
“A mí lo que me gusta es dar clases. Es mi vida, por eso digo que mi novia es el aula”.
Un estudiante que necesita ayuda, es el que más prioridad tiene, así piensa, y cada día busca nuevos métodos y tiempo para atenderlos.
“Son niños que la familia no los acompaña”, nos dijo, entonces la mirada triste lo delata, hasta la voz se le vuelve grave. Difícil no darse cuenta de cuánto lo afectan los problemas de sus educandos, y de que daría lo que no tiene por solucionarlos.
“Trabajo para todo los alumnos por igual, pero siempre le dedico un momento más a aquellos que tienen carencias afectivas en el hogar, comparto con ellos, me preocupo y los visito.
“Estas situaciones me han dado mucha experiencia en mi profesión. Comencé a laborar en el año 1986 en el internado Manuel Ascunce, después pasé al seminternado Conrado Benítez, y de ahí en el 2006 me captaron para que fuera jefe de ciclo y luego como director de escuela. Años después volví a ser maestro”.
Este profesional vive pendiente de todo dentro del aula, incluso, asiste a la escuela fuera del horario docente; aprovecha para estar al tanto de cada detalle y garantizar que los estudiantes estén en un recinto acogedor e higienizado.
Es amante de los métodos viejos para llevar el conocimiento a los alumnos, por eso elabora sus propios medios de enseñanza.
“Esas formas no se pueden olvidar, porque yo aprendí así, son muy importantes las láminas, los cuentos, anécdotas y las vivencias. A ellos les gusta mucho recibir los contenidos de manera creativa”.
Tampoco desdeña lo moderno, sino que lo mezcla y logra precisamente que ellos entiendan y aprendan lo que él les explica.
“Utilizo lo nuevo, los videos y las diferentes fuentes bibliográficas que antes no existían, pero que sí las tenemos ahora”.
UN MAESTRO BUENO
Jorge Félix piensa, y con razón, que para ser maestro tiene que existir amor por la profesión.
“Hay que sentir vocación, sobre todo por los niños, además, quien se dedique a esto, primero tiene que ser un ser humano sensible, relacionarse directamente con la familia de los alumnos y tratar de saber cómo duerme ese niño, qué come y cómo es el ambiente en casa.
“Tengo actualmente un diagnóstico completo de mis estudiantes, el centro nos hizo una entrega pedagógica, y sé los que tienen potencialidades. En estos momentos tengo tres niños que la familia no se ocupa de ellos como debería ser; no obstante, la escuela sí le brinda la atención necesaria.
Entonces Jorge Félix nos contó sobre uno de ellos, un niño que tiene serias necesidades en su casa y que vive en hacinamiento; de cómo ellos lo orientan para que pueda encaminarse, aun dentro de todos los inconvenientes de un hogar completamente disfuncional.
“¡A veces me cuenta cada situación!”, confesó.
“¿Fuiste a buscar el pan? ¿Te portaste bien en casa? ¿Hiciste las tareas? ¿Trajiste merienda?”, son las preguntas que le hace, porque todo le interesa al profesor de su alumno.
También nos comentó que, de acuerdo con las posibilidades económicas, los maestros tratan de ayudarlo con su merienda.
Imaginamos el sacrificio y desprendimiento, además de que no siempre tengan en el bolsillo el dinero necesario para comprársela, mucho más con los precios actuales.
Con estos testimonios nos percatamos del calibre humano de este “maestrazo” y del de sus compañeros. Y lo cuenta como lo más natural del mundo, porque ni él mismo se percata de cuánto altruismo hay en su labor cotidiana.
UN MAESTRO QUE ENSEÑA
Jorge Félix coincide en que el aprendizaje de cada niño no es igual, por eso defiende el trabajo diferenciado.
“Es como si fueras a darle un medicamento que le toca a ese alumno, porque todos no asimilan de la misma manera, pero sí aprenden siempre, y ahí está la labor del maestro, con paciencia, sabiduría”.
Él tiene un concepto especial acerca de los niños y su inteligencia. Por eso aclaró: “Los hay muy inteligentes de forma natural, también quienes tienen habilidades por la plástica, la música, el español o la historia”.
Es que cada pequeño es un mundo, dispuesto a desarrollar esa área del conocimiento o de las artes que prefiere.
Este licenciado en Educación Primaria dedica buena parte de su tiempo a investigar, son muchos los temas que trata en sus trabajos por los cuales ha sido reconocido.
También supimos que los sábados imparte cursos a los maestros noveles de temas tan necesarios para un educador como la ortografía.
UN MAESTRO DEBE SER RECONOCIDO
Con cerca de 40 años de experiencia, este profe de Primaria reflexionó acerca del reconocimiento social que necesitan los que desempeñan esta labor.
“Nosotros como maestros, cuando un alumno se esfuerza lo aplaudimos o le regalamos un lápiz u otra sencillez, lo importante es destacar esa actitud. En la actualidad se precisa de algo más que eso con los docentes, porque carecemos de estas prácticas.
“En lo particular no pido nada para mí, vivo locamente enamorado de lo que hago, no me fascina ni un obsequio ni un artículo, solo sé que si me salgo del aula me muero, porque es lo que me gusta a mí, ser maestro”.
‘“Deja un poco la escuela que te vas a volver loco’, me dicen a veces quienes me quieren, y les respondo: ‘Ese es el verdadero maestro’. Y me pongo nostálgico porque ¿usted conoce a Niurka la de la provincia? Ella trabajó conmigo, y sabe el tipo de trabajador que soy yo, nunca falto a la escuela, visito a los padres por la noche…”.
Maestros como Jorge Félix son los que deben servir de modelo a las nuevas generaciones que están en formación o inician su vida laboral. Un verdadero profesional, pero sobre todo, una persona que enseña valores con su ejemplo.
Él ha labrado una rica trayectoria laboral, y los que lo conocen más de cerca cuentan cómo siendo director de la escuela primaria del reparto 10 de Octubre, se ganó el amor y consideración de los alumnos y de sus familias, tanto, que lo atendieron cuando enfermó, porque sencillamente, él supo dirigir sobre la base del respeto, el cariño y la sencillez.