El pinareño Luis Enrique Izquierdo Bahamonde conquistó la gran final del programa televisivo La Neurona Intranquila. Representó a la región occidental y, con su galardón, aportó al pueblo vueltabajero una dosis de alegría en tiempos en los que la situación epidemiológica de la provincia es muy compleja.
Batalló en los terrenos del conocimiento contra el cienfueguero Davián Fernández y el tunero Erick Téllez, representantes del centro y el oriente del país, respectivamente, y los venció por una amplísima diferencia de puntaje.
Este hombre jovial y conversador define a la familia como los pilares de la Tierra, el éxito como meta, la vida como el mejor regalo y su identidad, indisolublemente vinculada a Pinar del Río. Con él conversamos:
Háblame de tus raíces campesinas y el vínculo con San Juan y Martínez. ¿Cuánto determinó la familia tu gusto por el arte y la lectura?
«Nací dentro de las vegas de tabaco, en Río Seco. Allí corrió mi infancia, en la escuela Rafael Morales de La Nilda, mis coterráneos saben a lo que me refiero. Después me bequé y no fue hasta que me gradué en la universidad que volví a mi lugar de origen y tuve contacto de nuevo con San Juan y Martínez. Fue poco tiempo, pues nos mudamos para la ciudad de Pinar del Río, donde ha transcurrido la mayor parte de mi vida biológica, laboral e intelectual.
«La familia fue muy importante en mi formación, fundamentalmente mi abuelo paterno, un hombre de campo, pero muy culto. Personalmente me identificaba mucho con él y en mi afán de imitarlo, me mostró ese maravilloso privilegio que es el deseo de leer, de saber, de ir siempre más allá de lo que normalmente te enseñan en la escuela o en algún medio oficial».
Eres ingeniero civil, graduado en la CUJAE, ¿tu ocupación actual en el Proyecto Fidias guarda relación con tu carrera o exploras otras disciplinas? ¿Qué razones profesionales te impulsan? ¿Qué más te encantaría lograr?
«Por supuesto que el trabajo (como diseñador) en el Proyecto Fidias está muy relacionado con mi profesión, pues estamos muy vinculados al sector de la Construcción, pero no deja de ser importante el contacto con otras esferas de la vida social, fundamentalmente la cultural. De base, he tenido formación sobre otras materias, principalmente las relacionadas con el diseño de espacios y la decoración de locales, en diplomados y cursos en el extranjero, incluso, cumplí misión en Sudáfrica, un país multicultural y étnico, experiencia inmejorable para alguien con ansias de saber.
«El Proyecto Fidias me puso en contacto con otros niveles del arte como la escultura, la pintura, la carpintería ebanista, el trabajo de herrería, y sobre todo, me impulsó a ampliar el diapasón del saber, esencialmente en el arte y la cultura general integral.
«No tengo metas, porque en el conocimiento, mi pista de carreras es infinita».
¿Cómo es un día común en la vida de Luis Enrique?
«Soy una persona normal. Al menos, eso creo. Trabajo en casa, allí tengo mi oficina y todo el andamiaje tecnológico para el diseño, sobre todo el uso de computadoras y otros medios informáticos. Trato de caminar todos los días temprano en la mañana. Ayudo a mis padres en las labores domésticas y trabajo muchísimo. Me encanta lo que hago. No solo es fuente de ingresos personales sino placer y me da conocimientos, pues dedico casi siempre entre tres y cuatro horas diarias a mi superación, tanto en mi biblioteca personal como en internet».
¿Qué libros prefieres, qué música escuchas, qué filmes recomendarías?
«Soy de los que opinan que la literatura, la música y el cine son simplemente buenos o malos, independientemente del género. Es tan genial para mí una obra de Tolkien, Bradbury o Dante como de Carpentier, Agustín de Rojas o José Soler Puig. Es tan hermoso un poema de Machado, Vallejo o Benedetti como de Eliseo Diego, Guillén o Martí (¡oh, bendito Martí!). Disfruto tanto un filme como Blade Runner (mi película preferida) como uno de Martin Scorsese (mi director preferido). Disfruto tanto de la obra de Buñuel como la de Titón.
«En cuanto a la música me gusta el rock, soy un roquero practicante, desde el rock sinfónico hasta el metal extremo, desde The Beatles hasta Linkin’ Park. Me encanta la música clásica. Me hubiese gustado haber tenido la voz de tenor, mi gran frustración. Soy un apasionado de la trova: Silvio, Pablo, Polito Ibáñez, Frank Delgado; la nueva canción española surgida después del franquismo: el inmenso Serrat, Ana Belén, Víctor Manuel, Miguel Ríos, Ismael Serrano y el argentino Joaquín Sabina.
«Me encanta el deporte, el béisbol, el fútbol, el tenis. Y también soy un aficionado de la Paleontología, incluso, puedo hacer gala de ser un especialista en esa materia, como cualquier profesional, modestia aparte».
¿Cómo es útil el acervo cultural para la profesión y la vida misma de cualquier persona?
«Te abre muchas puertas. Te da la oportunidad de comunicarte con personas de distintas nominaciones, credos, niveles culturales y gustos personales y estéticos. Puedes entablar conversación y dar opinión sobre variados temas con muchas personas. Te hace ampliar tu círculo de amigos y conocidos y en especial, te ayuda a enfrentar la vida y poder afrontar los problemas y obstáculos que esta te impone. Ese es el verdadero empoderamiento».
Sé qué llegas al programa gracias al casting efectuado en Telepinar para la zona occidental… pero una vez aprobado, viviendo a más de 160 kilómetros de la capital, en tiempos de pandemia, ¿fue engorroso moverte hacia La Habana? ¿Debías permanecer allá para las filmaciones? Coméntame un poco de tu estancia, principalmente del tiempo libre de cámaras.
«El movimiento hacia La Habana fue coordinado desde la sección de producción de la TV Cubana y RTV Comercial, por lo que fue en la capital donde se gestionó el traslado y el control de las medidas de seguridad. Durante las grabaciones pernocté en casa de mi hermana, que vive en Playa.
«Las filmaciones eran muy agotadoras, ya que para solo 30 minutos de programa se requieren hasta tres horas por cada uno. Realmente ese agotamiento es relativo, pues el colectivo de realización es maravilloso y se crea un ambiente muy apropiado, a lo que se le suma las buenas migas que se hacen con el resto de los competidores».
¿Antes de cada programa te preparabas de alguna forma o confiabas en la destreza que da el conocimiento acumulado?
«Creo que confiaba más en el conocimiento acumulado. No soy finalista, aunque durante el transcurso de la competencia, desde las mensuales hasta la gran final, vas notando los puntos débiles y las lagunas que hay que rellenar. Eso es constante. Eso no es solo para la competencia, sino también es muy útil en la vida cotidiana».
¿Cómo ha respondido Pinar del Río a tu premio?
«Eso ha sido lo máximo. No puedo pasar inadvertido en ningún lugar. El saludo y la felicitación en las calles, hasta de desconocidos, la reacción en las redes sociales, las cosas lindas que han escrito sobre mí, me he convertido en un Influencer (utilizando el lenguaje milenial).El orgullo del pueblo pinareño de verse representado a ese nivel, son cosas que no tienen comparación.
«Me han visto, y por supuesto me siento orgulloso de ello, como alguien que ha aportado su modesta contribución en ayudar a romper esos estigmas que se tienen sobre nuestro noble pueblo vueltabajero. Eso es algo que tengo que agradecerle eternamente a los que en su momento me abrieron las puertas para participar en esta competencia».