De Pinar del Río a África y de Cuba para el mundo, siguen siendo nuestros profesionales de la salud el más grande y noble ejemplo de altruismo y entrega absoluta a la defensa de la vida en tiempos en los que – como nos alertara nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro – está en peligro la propia especie humana.
Este es el caso de los doctores Adalberto Jorge Hernández Tamayo y Juan Carlos Cabrera Villar, médicos especialistas de primer grado en Medicina General Integral y profesores asistentes procedentes de los policlínicos Raúl Sánchez y Pedro Borrás Astorga de la capital pinareña, respectivamente, quienes desde agosto de 2019 laboran en Guinea Bissau, una tierra hermana a la que nos unen fuertes lazos históricos.
Con ellos dialogamos vía WhatssAp, gracias a lo cual conocimos de sus experiencias y rutinas de trabajo y como la COVID-19 los ha hecho crecerse y a la vez estar más orgullosos que nunca de la labor que realizan, sin dejar, por un instante, de cuidarse y pensar en quienes los esperan en su terruño vueltabajero.
LA GASOLINA ESPIRITUAL DEL DOCTOR ALBERTO
El próximo mes de agosto, el doctor Adalberto cumplirá un año de labor en Guinea Bissau, en una zona rural distante de la capital y muy cerca de las fronteras con Senegal. Dice que ese lugar le recuerda mucho su etapa de servicio social en Cacarajícara, en la Cordillera de Guaniguanico, y aunque ya han pasado algunos años de aquellos momentos iniciales en el Plan Turquino en Cuba y ha cumplido varias misiones internacionalistas, su amor por la medicina y su disposición por estar siempre donde sea necesario “no han variado ni un poco”.
Por él conocimos que brindó servicios en la República Bolivariana de Venezuela entre 2007 y 2011, luego integró en Brasil el programa Mais Médicos desde el 2013 hasta el 2016 y desde el 23 de agosto del pasado año no ha dejado de trabajar, cada día, en tierras africanas. Y en tiempos tan complejos no cesa su pasión por la docencia, incorporando a sus rutinas el empleo de las nuevas tecnologías y la enseñanza a distancia.
“La docencia ha jugado un importantísimo papel en la preparación de los nuevos profesionales de la salud formados en nuestra Facultad Cubano-Guineense. Todo nuestro claustro docente está debidamente categorizado, intentamos transmitir esa manera característica que tiene nuestra Universidad de las Ciencias Médicas, enseñando la medicina humanista y comprometida donde lo único que realmente importa es devolver el buen estado de salud a la población que esté bajo nuestro cuidado.
“Por suerte, nuestros estudiantes entienden muy bien ese concepto y los ya graduados la ejercen con esa nueva visión día a día. Eso constituye un sano orgullo no solo para mí, sino también para todos los profesionales que acá trabajamos”, nos cuenta.
Pero la pandemia de la COVID-19 ha significado para este médico pinareño cambios en su concepción de vida y en la cotidiana labor que realiza.
Al respecto precisa: “Desde luego que ha transformado nuestras rutinas, desde el modo en que te vistes o cómo te quitas la ropa, el uso de los medios de protección y los protocolos de bioseguridad son de estricto cumplimiento para todos, principalmente para nosotros que al final de cuentas nos exponemos diariamente con tan solo entrar al hospital.
“Particularmente extraño el apretón de manos, el abrazo sincero y saludar con un beso en la mejilla: son simples acciones a las que estamos acostumbrados los médicos cubanos y nos ha enseñado, desde luego, la importancia y objetividad que tiene la prevención y la promoción de salud, acciones muy intrínsecamente ligadas a nuestra especialidad que es la Medicina General Integral”.
A pesar de su experiencia profesional en otras naciones y en Cuba, para este médico pinareño, Guinea Bissau ya ha dejado huellas imborrables en su vida, tanto desde el punto de vista profesional como humano.
“Es una nación con mucha pobreza y carencias en todos los sectores, principalmente en salud y educación”, refiere. “Acá me encuentro diariamente con situaciones que como ser humano jamás pensé que existían. Realmente no tiene comparación con nada que haya visto o vivido previamente, por ello es que me siento tan satisfecho con el solo hecho de estar aquí, aportando mi granito de arena por un mundo mejor con entrega y dedicación”.
Y concluye: “Pero cuando cae la noche siempre pienso en Cuba, en Pinar, los amigos y en mi hijo por el cual soy fuerte. Todos los padres debemos serlo y constituir un ejemplo para ellos. Yo sinceramente espero estar a la altura, hablamos diariamente, me cuenta de las clases televisadas, de sus dibujos y de las novias, todo eso ciertamente constituye esa gasolina espiritual que necesitamos estando tan distantes”.
EL AMOR: FUERZA INFINITA PARA VENCER LAS ADVERSIDADES
Preguntar por la salud de su madre sigue siendo la primera frase que emplea cuando cada día se logra comunicar con su familia. A ella y a sus dos hijos, de 19 y 23 años, respectivamente, dedica cada minuto de su pensamiento y de su inspiración, aun cuando la labor en Guinea Bissau como médico y como docente sea tan ardua.
Y es que para el doctor Juan Carlos Cabrera, quien llegó a tierras africanas el 23 de agosto de 2019 y labora también en la Sede Universitaria Vilma Espín de ese hermano país, “formar la futura generación de médicos es un gran honor y también una gran responsabilidad y para por ello la preparación del claustro profesoral tiene que ser de excelencia.
“El trabajo docente con los estudiantes y su inserción en las labores comunitarias ha tenido un papel relevante en la población, líderes comunitarios y autoridades de salud ya que el profesor con sus estudiantes llega hasta las casas y los grupos poblacionales más alejados (tabancas) y les brindan atención, además de realizar actividades de promoción y prevención, labor a la que los guineenses no están habituados. También impartimos posgrado y tutoramos tesis de los residentes de Medicina General Integral”, precisa.
Para el doctor Juan Carlos la llegada de la COVID-19 no ha significado detener ninguna de sus tareas, todo lo contrario, se ha reforzado la formación a distancia y la labor asistencial, extremando las medidas de bioseguridad, para lo cual la dirección de la Brigada Médica Cubana y las autoridades de salud de la nación africana les han brindado todos los medios de protección necesarios.
Al preguntarle sobre la diferencia entre otras misiones anteriores que asumió (Venezuela 2003-2011 y Brasil 2013-2016) y la experiencia en estas tierras señala: “Las misiones en África son diferentes. Países como Guinea Bissau se encuentran dentro de los más pobres del mundo, sin acceso al agua potable y la electricidad en muchas localidades, enfermedades infecciosas como el VIH, paludismo, fiebre tifoidea y otras como la desnutrición infantil continúan hoy golpeando gravemente a la población.
“El país tiene el puesto número 184 en el ranking de 192 países en cuanto a esperanza de vida, siendo esta de 58 años. Por eso cumplir misión en un país como este nos hace ser más fuertes, más humanos y nos incita a continuar superándonos como personas y como médicos”.
Al finalizar cada jornada laboral, Juan Carlos – al igual que sus compañeros de la Brigada Médica Cubana – busca la forma de comunicarse con sus familiares, colegas y amigos en Cuba y en otras partes del mundo. A ellos les deja siempre un mensaje: “Les digo que sigan adelante, aún tenemos muchas batallas que librar por el bien de la humanidad.
“Siempre les recuerdos las palabras de nuestro presidente Miguel Díaz Canel: ‘Fuerza, Cuba, que viviremos y venceremos’. Esta etapa nos ha ratificado, además, que sí se puede y en esto los cubanos somos paradigmas, por eso siempre seguiremos superándonos ante las adversidades”.