La historia está ahí y los hombres que la vivieron también: Erasmo Echezabal Benítez, un bisoño en los días de Playa Girón, sigue activo con más años y experiencias, un rico curriculum profesional en las ciencias médicas, estomatólogo de prestigio y profesor, pero junto a todo su historial de revolucionario se acrecienta, como militante y con responsabilidades en la Asociación de Combatientes de la Revolución en Pinar del Río, donde también desarrolla labor político ideológica.
La COVID-19 no lo ha detenido, sus bríos están intactos y aunque los servicios estomatológicos están disminuidos por obvias razones, su accionar continúa y en fechas como esta es muy solicitado para hablar de Girón, aunque esta vez, no habrá teatros, reuniones ni entrevistas, pero el teléfono es buen amigo para llevar parte de historia hasta ustedes.
Al amanecer del 18 de abril de 1961 se decidía el futuro de Cuba: una brigada de combate mercenaria, financiada por los Estados Unidos de América, pugnaba por abrir una cabeza de playa, cuyo propósito sería instalar un gobierno títere y solicitar la intervención directa de la infantería de marina y los restantes cuerpos armados.
LA COSTA ENSANGRENTADA
La otrora olvidada Ciénaga de Zapata se convirtió en encarnizado escenario de combate: al tronar de la artillería volaron los flamencos, grullas y pelícanos; los cocodrilos se espantaron, todos los ojos estaban sobre Playa Girón, el águila había desplegado sus garras y los milicianos, soldados rebeldes y policías apostaban por rompérselas.
Y vuelve el momento de reclamar las memorias del doctor Erasmo:
En otro distante punto de la geografía cubana, donde Pinar del Río se rozaba con La Habana la escena era diferente, el comandante guerrillero Guillermo García arengaba a 12 milicianos, casi niños, formados como artilleros antiaéreos en la Base Granma, de Quiebra Hacha, quienes voluntarios partirían con él a cumplir una misión.
En Managua se develó el secreto: como artilleros de las “cuatro bocas” –ametralladoras múltiples- escoltarían una columna de tanques destinada a los combates en Playa Girón.
Ni los tanques T-34 ni los cañones autopropulsados SAU 100 disponían de defensa antiaérea y estos jóvenes con edades entre 16 y 20 años, serían su escudo: Erasmo era uno de ellos.
RECUERDOS DEL SOLDADO
“Éramos muy jóvenes, mis únicos combates en el capitalismo fueron en la lucha clandestina, junto a mi hermano, desde las filas de la juventud ortodoxa. Y las mayores escaramuzas para vivir honradamente fueron de estibador, ascensorista, auxiliar de limpieza, vendedor callejero y por último trabajador bancario”.
Este habanero de nacimiento no le tenía miedo a la vida, tampoco a los mercenarios. Aunque confiesa una anécdota después de los combates, de una lección dada por el Che.
“Para asombro nuestro que hacíamos al comandarte Che Guevara en la defensa de Pinar del Río, los encontramos el día 19 en la orilla de la piscina del centro turístico de Playa Girón y le preguntó al grupo si habíamos sentido miedo. Luego, con toda su experiencia y voz pausada, nos dijo que sentir miedo era normal, ‘pero si no lo superan entonces es cobardía’.
“Fueron días de muchas sorpresas. Al salir nos dijeron que dejáramos las metralletas – armamento ligero- que no las íbamos a necesitar. Cuando llegamos al central Covadonga ¡qué alegría!, allí estaba Eugenio mi hermano de 20 años y mayor que yo. Como era de una compañía de morteros que operaba en el Escambray lo habían movido para allí. Cuando me vio desarmado enseguida me trajo un fusil M-1 que había sido de Brito, un miliciano morterista, compañero suyo, caído en combate”.
Hoy, 60 años después, Erasmo recuerda aquellos momentos heroicos cuando Fidel los recibió en San Blas, junto al entonces capitán Ramón Pardo Guerra, jefe de la primera columna de tanques. Las instrucciones que les dieron a los blindados de no parar hasta el mar y ellos, en sus camiones artillados, velando y ahuyentando a los tenebrosos B-26 y a veces recibiendo esporádicos disparos de mercenarios desconcertados huyendo por los manglares.
En menos de 72 horas Pluto fue aplastada, los barcos hundidos, aviones derribados, abundante parque capturado y la flamante fuerza élite enemiga convertida en moneda de cambio para el país posteriormente adquirir compotas y otros productos alimenticios mediante un canje.
Al otro lado de la frontera marítima, la flota estadounidense contemplaba impasible el escenario de la primera derrota del imperio en América Latina; en la CIA no encontraban a quién echar las culpas; los del Pentágono se hacían de la vista gorda y en el Consejo de Seguridad de la ONU su embajador ,Adlai Stevenson, casi juraba hasta por su madre que no había tal agresión.
Al fin, el presidente Kennedy cargó el fardo de Dwight David Eisenhower y pronunció su lapidaria frase: “La victoria tiene un centenar de padres, pero la derrota es huérfana.”
LA PRIMERA EXPERIENCIA
La primera experiencia de tiro real de Erasmo fue entre enero y febrero de 1960, cuando cursaba el primer curso de ametralladoras antiaéreas y apareció Fidel en la Base Granma con el Che y otros oficiales.
El comandante en una improvisada maqueta explicó cómo sería la operación y de inmediato salieron rumbo a Cabañas, territorio de Pinar del Río en aquel entonces, porque había información de un avión enemigo con armamentos y vituallas para las bandas contrarrevolucionarias.
“La señal la daría Fidel, recuerda, cuando disparara balas trazadoras con su FAL, pero el emplazamiento de las cuatro bocas había sido muy atropellado, porque su instrucción fue hacerlo de noche para no alertar, sin embargo, era una noche clara y parece que el piloto detecto algún movimiento.
“Nos esforzamos al máximo, le disparamos hasta hacerlo huir. Luego, a los pocos días, leímos en la prensa que un avión procedente de Estados Unidos había lanzado su carga al mar al ser averiado por la defensa antiaérea cubana”.
Como dijimos al principio, Erasmo es un libro de Historia, faltan aquí sus anécdotas de la Crisis de Octubre, su curso de cañones KAT 30, luego su ingreso a la universidad, el traslado a Pinar del Río en 1972 cuando se graduó en Estomatología y siguió los pasos de su gran amor, la doctora Ana de la Flor Santalla, pero esas son páginas íntimas y muy personales.
Sin embargo, en estos días de conmemoración no ha escatimado tiempo para retazos de una historia que los jóvenes deben conocer.
SUS OTRAS MISIONES
No todo está dicho, este multicondecorado profesional cumplió misión en Angola, apenas sanaban las heridas de la guerra, luego estuvo allí como colaborador de la Salud; es especialista de segundo grado en Estomatología, profesor auxiliar en la Universidad Médica, y cada día convierte en aula su consulta del hospital Abel Santamaría, porque le quedan muchas cosas por enseñar.