Tiene una mirada intensa en esos ojos oscuros que contrastan con la blancura de la piel y el rubio de los cabellos; los mantiene muy abiertos como si esperara que todo lo que la rodea quepa en ellos; sin embargo, hay cierto atisbo de miedo y no es para menos: Britny Soneira Rodríguez, con solo seis años, estuvo en vigilancia sanitaria sin acompañante.
En marzo ella y su mamá viajaron a Camagüey, donde estaban residiendo en el municipio Esmeralda. Un pasajero del ómnibus en el que se trasladaron resultó positivo a la Covid-19. Al realizar los estudios en los posibles contactos, la madre estaba contagiada y la pequeña no; debían separarse, la trasladaron para el hospital Amalia Simoni. El resto de la familia estaba en Briones Montoto, aquí en Pinar del Río.
EL VALOR DE UN TELÉFONO
Desde que ambas eran reportadas como sospechosas, Liván Soneira López, el padre de la pequeña, asegura que hasta le dolía la cabeza de solo pensar en eso: “Tan chiquitica y con esa enfermedad tan mala, porque un adulto sabe lo que le espera, pero una niña de seis años no lo entiende”.
Al saberla negativa hubo cierto alivio, no obstante, que estuviese ingresada sola, para mantenerla bajo vigilancia sanitaria, era una pena difícil de llevar. Pero su actual esposa, Diamilys García Rodríguez, se las ingenió para obtener el número de los celulares de otras madres acompañantes en esa sala y poder hablar con Britny, ya que, por medidas de seguridad, para evitar posibles contagios, la pequeña no debía utilizar los teléfonos fijos.
“Nos preocupamos por las dos”, asegura Diamilys, mientras que Liván dice que le daba ánimos y la incitaba a portarse bien.
Cuando supieron que el segundo PCR también fue negativo, en concertación con la mamá que seguía hospitalizada, empezaron a intentar el traslado hacia Briones Montoto.
Para Diamilys es difícil recordar los nombres y cargos de todas las personas con que habló, la carátula de una libreta conserva los distintos números telefónicos a que llamó, hasta que establecieron comunicación con el coronel (R) Gilberto Rodríguez Ortega, jefe del puesto de dirección del Grupo Económico Social, subordinado al Consejo de Defensa Provincial de Pinar del Río, él fue quien les aseveró que activarían los mecanismos necesarios para que la niña viajara: les convirtió la esperanza en certeza.
DE CAMAGÜEY A PINAR
A partir de ese momento las concertaciones comenzaron a establecerse entre las direcciones provinciales de Salud Pública, los servicios del Sistema Integrado de Urgencias Médicas (SIUM), la Defensa Civil y gobiernos de ambos territorios, a cada paso la familia era informada.
El sábado 18 de abril, justo al cuarto día de que Britny fuese confirmada como no portadora del SARS-Cov2, salió desde la tierra de los tinajones hacia la del mejor tabaco del mundo.
La pequeña no recuerda muchos detalles, solo el nombre del taxista Alexey: “el de la mujer no”, confiesa apenada; pero gracias a Liset Salgado, funcionaria del departamento de coordinación de programas para la Defensa en el Gobierno de Pinar del Río, pudimos establecer contacto con Ivette Escobar, trabajadora social de la Dirección Provincial de Salud Pública en Camagüey, quien la acompañó durante el traslado.
Confiesa satisfacción personal y profesional por haber participado en esa misión, tiene palabras de elogio para el chófer del taxi a quien cataloga de excelente. Ellos transitaron no solo por la carretera central y la autopista, sino por un puente tendido entre el centro y el occidente del país, construido con solidaridad y amor, pero especialmente hecho de responsabilidad social, pues cada quien cumplió con lo que le correspondía para atender al reclamo de una humilde familia de Briones Montoto.
Al respecto Ortega dice que: “Es el deber y la función estatal que en este momento tenemos como CDP: si Cuba ha estado abierta al retorno de todos los que estaban en el extranjero, ¿cómo no vamos a hacer eso entre nosotros?”.
La familia Soneira no cesa de agradecer la manera en que se asumió la solución de su problema, para ellos la entrega personal marcó la diferencia, sin dejar de reconocer que fueron muchos los que contribuyeron a ese viaje.
Durante el trayecto que duró seis horas hasta La Habana estuvieron todo el tiempo informados, el padre viajó a la capital a esperarla, acompañado de una enfermera, sobre las tres de la tarde ya estaban en casa. Hace hincapié en que no tuvo que pagar ni un centavo por eso y esquiva la mirada al momento de decir: “Yo estaba como loco, si no había viajes de guaguas ni taxis ¿en qué iba ir a buscarla?”
BRITNY
La pequeña con apenas seis años no comprende la magnitud de la experiencia, eso sí al preguntarle cómo se portó en el hospital, dice que bien, porque a ella nunca la inyectaron: “Me echaban unas goticas por la nariz con una jeringuilla, dejaban la mitad y después por el otro huequito”.
Pasarán años para que comprenda que nunca estuvo sola, pues su familia agradece también al personal del hospital Amalia Simoni los cuidados que le prodigaron, a las madres que facilitaron la comunicación y a cuantos de una forma u otra propiciaron su regreso seguro.
Todavía debe guardar aislamiento domiciliario, ya que al realizar un viaje interprovincial es lo establecido, lo cual resulta un poco difícil especialmente porque Tiffany, de año y medio de edad no lo comprende, mientras que Shirley, su hermana mayor de 12, espera por el momento oportuno para acortar distancia.
Diamilys refiere que la pequeña llegó en estado de shock, retraída, callada, que poco a poco ha vuelto a la normalidad y recibieron la visita de un sicólogo en casa; no obstante, dice que a ella le toca ser la “dura” para exigir que permanezca en el cuarto y todos usen el nasobuco.
El padre confirma que le dan hasta los alimentos en la habitación y que sale algún rato a la sala a ver la televisión, especialmente los muñequitos, pero guardando la distancia requerida de las otras niñas.
EPÍLOGO
La madre de Britny ya está recuperada, pronto podrá reunirse con su hija, que ha estado resguardada por el padre en un ambiente de confort emocional, gracias a la sensibilidad de muchas personas comprometidas con el rol de servidores públicos: así Cuba salva.
Este es mi país, en donde no se deja a nadie desamparado como ha ocurrido en otros países del mundo. Me he emocionado mucho con esta historia. Lo mejor de todo es que la niña se encuentra junto al resto de su familia y su mamá pronto se les unirá. Debemos darle las GRACIAS de todo corazón a todos los que de una forma u otra hicieron posible este logro. ¡Viva CUBA!
Hola soy Alexey el chfer del taxi . Me senti comprometido con la niña su famila y el pais y orgulloso de todo lo que usted a publicado