Contribuir en la medida de lo posible a la soberanía alimentaria del sector, y al desarrollo de una cultura nutricional entre los estudiantes del territorio: de esta tarea encomiable se ocupa Lucio Otaño Breto, funcionario de la Dirección Municipal de Educación en La Palma.
Previa cita, nos recibe en una oficina dispuesto a satisfacer nuestra curiosidad por las realidades y perspectivas del asunto, a pesar de la visible huella que en él ha dejado la virosis de turno.
“El interés en la producción agropecuaria por parte del propio organismo, nace a principios de los noventa del pasado siglo, en el 93; y es innegable que durante tan largo período la actividad ha tenido sus altas y sus bajas. Considero que ahora mismo nos hallamos en una etapa en que se van consolidando los resultados, lo que hace posible que aquellos centros internos y semi internos con que contamos, 17 en total, puedan disponer en sus respectivos comedores de un grupo de recursos auto gestionados, endógenos, que no nos llegan por otras vías, y que por esta garantizan una mejor calidad en la elaboración de los alimentos”.
Y se refiere el entrevistado, en particular, al cultivo de plantas aromáticas que hacen la función de condimentos, aparte de un número importante de variedades de hortalizas que están en su estación, entre las que sobresalen el tomate, la col y el pepino. Hay algunos casos en que también ya han conseguido la instrumentación efectiva del acopio de viandas, y la producción autóctona de ciertos niveles de proteína animal, siendo notorio que todo ello se ha hecho a partir de un colectivo de trabajadores que no es tan amplio como eficiente y dedicado.
Al respecto acota: “Nosotros contamos en estos momentos con dos fincas municipales dedicadas a la cría extensiva del denominado ganado menor: una en el norte (Las Maniguas), y otra en el sur (San Andrés). En ellas tenemos una cifra nada despreciable de ejemplares caprinos, ovinos y porcinos, así como de aves de corral. A partir de esa masa centralizada, le estamos entregando pies de cría a los diferentes comedores, y es allí en esos lugares donde se emplean todos los residuos de los alimentos para su engorde y posterior sacrificio y consumo”.
Al ahondar en las escuelas con mejores huertos, sin pestañear Lucio menciona en primer lugar al Centro Mixto Otto Barroso, de Las Cadenas; y al Seminternado Julio Antonio Mella, emplazado en la comunidad de Sanguily. En las mismas, al igual que en el resto, no solo se ocupan de la producción los obreros contratados (conocidos como orientadores agropecuarios), sino que en no pocas ocasiones son los alumnos quienes más que apoyar se encargan de mantener en condiciones óptimas las plantaciones. Decididamente, es parte sustancial de su educación, y constituye una manera idónea para el afianzamiento del vínculo estudio-trabajo, tan importante en la formación integral de las nuevas generaciones.
“Hoy más que nunca se hace imprescindible ponerle corazón a esta actividad, porque las condiciones actuales de la economía cubana lo reclaman”, asegura el entrevistado. “Y no menos importante resulta el hecho de que se favorece así el fomento progresivo de una cultura alimentaria sana en el alumnado, vital para su posterior desarrollo como ser humano”.
Abandonamos la oficina de Lucio Otaño Breto luego de agradecerle el tiempo que nos ha dispensado; convencidos de que, en este hombre de hablar seguro y verbo sencillo, hallará efectivo cumplimiento la difícil tarea que le ha encomendado la dirección del organismo. Que así sea.