La localidad de La Jaula en Guanahacabibes fue la primera localidad apícola de Cuba. El legado de Fisco Varela se mantiene hoy en la cuarta generación de la familia que apostó por seguir cosechando la exquisita miel del Cabo de San Antonio
Quizás nunca imaginó el español Santiago Varela Vilariño, que su arribo al puerto de La Habana, en noviembre de 1919, a bordo del vapor Alfonso XII, marcaría, un tiempo después, el inicio de la apicultura en Guanahacabibes.
Tal vez tampoco imaginó el ibérico que su legado perdurara por cuatro generaciones de la familia Varela en el extremo más occidental de la Isla.
MÁS DE 100 AÑOS DE TRADICIÓN APÍCOLA
Santiago Varela se asentó en el Cabo de San Antonio con el propósito de hacer fortuna. Allí se dedicó a la cría de cerdos, reses y de abejas. Fue entonces que conoció a Rosa Ginart y formaron una familia.
Asentados en Los Cayuelos, nacieron los dos primeros hijos: José y Francisco. Al segundo todos le llamaban Fisco, y fue quien más interés mostró por la crianza de abejas, a tal punto, que siendo solo un adolescente ya se encargaba de la actividad.
En la comunidad de La Jaula se radicó luego la familia en busca de mejores condiciones de vida. Para obtener la miel, pagaban a siete pesos el pie de flor y explotaban dos apiarios de 100 colmenas cada uno.
A partir de 1959, Fisco y su padre Santiago entregaron voluntariamente sus colmenas y comenzaron a desarrollar la apicultura estatal en la península, hasta que se fundó el Plan Apícola La Jaula, con Fisco Varela al frente, por aquella época su nombre ya era reconocido en todo el “Cabo”.
“Por el trabajo desplegado en la actividad, el 10 de julio de 1964 se realizó la primera Reunión Nacional de Apicultores en ‘La Jaula’, y quedó instituido el segundo domingo de julio como Día de la Apicultura, además, se reconoció a esta localidad como el primer pueblo apícola del país.
“Cuando en los años ’90, del pasado siglo, arreció el periodo especial, en esas difíciles circunstancias se propuso la creación de la unidad básica de producción cooperativa (UBPC) Apícola Península de Guanahacabibes, el dos de diciembre de 1993, y fue ratificado Fisco Varela como presidente.
“Tuvo esta UBPC el privilegio de ser la primera, de un total de 11, que surgieron en Pinar del Río entre los años 1993 y 1994. A Fisco Varela le confiaron la creación y organización de la misma, con la esperanza de que esta fuera la mejor solución al grave deterioro de la apicultura”.
Así lo recoge el texto Historia de la Apicultura en Guanahacabibes, una investigación desarrollada por varios integrantes de la familia Varela, quienes continúan fieles a las enseñanzas de sus ancestros.
HONRAR AL REY DE LAS ABEJAS
Entre los años ‘60 y ’80, la producción apícola en Guanahacabibes tuvo un auge considerable. A Fisco Varela, principalmente, se debió tal desarrollo. Por el “El Rey de las Abejas” lo conocían todos en la región.
El nuevo siglo lo vio partir, y su hijo Oscar asumió la presidencia de la UBPC. Hasta 2018 estuvo al frente. Con más de 2 000 colmenas distribuidas en el municipio de Sandino, la adquisición de nuevos equipos y una moderna sala de castra, la familia Varela continuó la tradición con excelentes resultados, entre ellos haber sido certificados, desde 2016, como productores de miel ecológica, libre de contaminantes, antibióticos y metales pesados.
En 2018, Guanahacabibes y la apicultura sufrieron la pérdida de Oscar Varela. Sin embargo, aquel legado de un siglo no se troncharía con su partida, pues ya el relevo de la producción de miel continuaría en la familia bajo el liderazgo de su hijo Iván Varela Azqueriz.
“He seguido la tradición porque me gusta. La apicultura es en lo que me afano hace más de 20 años. Desde que era muchacho venía aquí con mi padre, veía a mi abuelo en los apiarios y cuando terminé los estudios me incorporé a trabajar.
Iván prefirió dedicarse a la apicultura y no a la Veterinaria. Su abuelo Fisco Varela fue quien sugirió iniciar un criadero de abejas reinas en “La Jaula” y poner al muchacho al frente.
“Tuve que pasar cursos y todo. Él venía a darme vueltas, a chequear si lo hacía bien. Era muy exigente. Me enseñó mucho.
“Este criadero que iniciamos aquí es nuestra mayor fortaleza hoy, porque nos garantiza la renovación de las reinas cada año. Claro, también desarrollamos otros rubros como la miel, la cera y el propóleo.
“Es un trabajo muy bonito, limpio, que requiere de mucha organización y constancia para que haya producción. Pero, sobre todo, tiene que gustarte”.
La UBPC cuenta con 25 trabajadores y con colmenas ubicadas en varias zonas de La Bajada que son atendidas por tres brigadas, compuestas por cinco hombres cada una. Cada brigada atiende unas 1 000 colmenas, y cada integrante tiene una función que cumplir.
Los eventos meteorológicos que han impactado a la provincia han dejado su huella negativa en la apicultura. No obstante, afirma Iván, que en medio de tantas dificultades, incluyendo las económicas por las que atraviesa el país, cada año consiguen una producción de hasta 5 000 reinas.
“De esa cantidad le vendemos 2 000 a la UEB Apícola Pinar del Río, y nos quedamos con las otras 3 000 para asegurar la secuencia productiva. Además, para ese año tenemos un plan de 90 toneladas de miel, una cifra aceptable teniendo en cuenta la situación que vivimos hoy”, dice
Iván se enorgullece de la labor que realizan y de la miel que se produce en la UBPC Guanahacabibes:
“La miel de aquí se distingue del resto del país, no solo por estar certificada como ecológica, sino por otras características. Por ejemplo, en febrero ocurre una floración que solo es autóctona de aquí y de una parte del oriente cubano. La miel que obtenemos del almendro es muy singular por su calidad, su bajo porcentaje de humedad y el sabor delicioso que tiene”.
El nieto mayor de Fisco Varela conoce al dedillo la miel que cosechan, incluso, con solo probarla es capaz de detectar de qué floración es y hasta la época del año.
FIELES A LA TRADICIÓN
A Liván Varela Azqueriz lo pican cada día entre cinco y 10 abejas. Aunque no les tiene temor alguno, asegura que hay que respetarlas. “Cuando te empatas con una colmena guapa son 10 o 15 encima de ti”, comenta el menor de los nietos de Fisco Varela, mientras nos muestra un criadero de reinas con unos 600 núcleos de fecundación.
A sus 28 años lamenta no recordar mucho a su abuelo, pero desde que tiene uso de razón veía a su padre y a su hermano trabajando en los apiarios. “Antes de pasar el Servicio Militar trabajaba aquí, y al concluir me reincorporé”.
Y con la sapiencia heredada de sus ancestros explica al detalle las funciones del criadero y cómo, cada día de la semana, tiene que hacer una labor diferente en él.
“Venimos todos los días, excepto algunos domingos. Este criadero se compone de núcleos de fecundación: una parte para las maternas, que son las seleccionadas para ser madres de las reinas que se fecundan; otra parte para las paternas, encargadas de producir zánganos; y las educadoras, que tienen la función de alimentar las larvas que luego serán reinas”.
Con esa facilidad, comenta este muchacho sobre las interioridades del mundo apícola y algunas curiosidades de la vida de las abejas y de lo sorprendente de su genética y reproducción.
Con Iván y Liván Varela aprendimos que las abejas no duermen, sino que pasan la noche ventilando la colmena para sacar la humedad. De los descendientes de Fisco Varela supimos que las reinas pueden llegar a poner hasta 3 000 huevos diarios; que una abeja solo vive, máximo, 60 días, o que el zángano copula una vez y muere.
Son datos que bien pudieran encontrarse vía Google, pero que saben mejor cuando vienen de la experiencia de quienes conviven día a día con un legado que ha perdurado por más de un siglo y que atesoran como la joya más preciada.