Ante la complejidad y el peligro de las explosiones en Melones, proteger a las personas fue la prioridad a la que, rápidamente, se destinaron los recursos materiales y humanos imprescindibles
Rafael Freyre, Holguín.–Si es profundo el pesar y el dolor por los 13 combatientes desaparecidos a causa de las explosiones ocurridas en áreas de una unidad militar enclavada en este territorio, aquí también se habla de la rápida evacuación de los pobladores de zonas aledañas a los sitios del siniestro.
Sobre esta actitud habló el jefe del Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil, general de División Ramón Pardo Guerra, quien llegó al lugar de lo que evaluó como «desastre de origen tecnológico, cuyas causas se siguen investigando.
«Se actuó oportunamente para proteger a las personas bajo riesgo. Eso prueba la efectividad del Sistema de Defensa Civil, creado por el Comandante en Jefe. Fueron minutos de trabajo conjunto de los consejos de Defensa Provincial, Municipal y de Zona, con la cooperación de los combatientes de las far y del Ministerio del Interior».
Pardo Guerra comentó, además, que, al igual que el jefe de la Dirección Política del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, general de División Víctor Leonardo Rojo Ramos, conversó con parte de los familiares de los desaparecidos. «En medio de su dolor, reconocen la información ofrecida y la marcha de las investigaciones para esclarecer el suceso. A todos nos entristece lo ocurrido», afirmó.
«No puedo dejar de destacar el comportamiento heroico de los custodios y el personal que acudió, desde un primer momento, al área de peligro», puntualizó el experimentado militar.
NO QUEDÓ POBLACIÓN EN LA ZONA DE PELIGRO
En la tarde de ayer, un grupo de prensa tuvo acceso a los espacios más próximos posibles a las obras soterradas siniestradas. Columnas de humo aún coronaban varias elevaciones. De acuerdo con informaciones suministradas por oficiales del Ejército Oriental, la vigilancia es constante con el empleo de diversos medios, entre ellos vehículos aéreos no tripulados (drones). Las fuentes aseveraron que desde la madrugada del miércoles no se reportaron explosiones.
Los periodistas hicieron la ruta hacia esos lugares, acompañados por Alexander Peña González, presidente del Consejo de Defensa de la Zona de Melones, en la demarcación de igual nombre, quien dijo que más de 490 residentes en la circunscripción rural de Sao Redondo fueron traslados a sitios seguros.
«El aviso se realizó en plena madrugada, tras las primeras explosiones severas. Comenzamos por el asentamiento de Sao Nuevo, el más próximo a la Unidad Militar. Después siguieron los vecinos de El Cerro y Sao Redondo, hasta llegar a los del poblado de Melones», detalló.
Sobre el rápido desarrollo del aviso y de la evacuación de los compatriotas también habló Manuel Marrero Meneses, presidente del consejo popular de Melones. Asimismo, destacó la creación de brigadas campesinas que aún en la tarde de ayer custodiaban, junto a fuerzas del Ministerio del Interior, las viviendas con las pertenencias de los trasladados a centros de evacuación y protegidos en casas de familiares y amigos, en la cabecera municipal y en otros lugares.
Yamilé Suárez Serrano es una de las 130 personas trasladadas hacia el Politécnico Manuel Rojo. Ofreció a Granma detalles del proceso de evacuación porque su casa, en Sao Nuevo, fungió como Puesto de Dirección. Su hija Leanet es la delegada del Poder Popular en la zona.
«Tras la primera explosión, comenzó a comunicarle a los vecinos que debían estar listos para abandonar el lugar. Un rato después, sobre las dos de la madrugada, arribaron integrantes y dirigentes principales del Consejo de Defensa Municipal, y ya se puso en marcha el aviso. Posteriormente llegaron los medios de transporte. Los primeros evacuados fueron los ancianos, los niños y las mujeres embarazadas.
«En horas de la mañana, junto con los vecinos de los otros poblados, ya estábamos reunidos en la fábrica de tabacos de Melones, con todos los aseguramientos necesarios. Unas horas después, nos trasladaron a esta escuela», explicó.
Emilio Infante Sánchez, también residente en Sao Nuevo, estuvo de acuerdo en el rápido accionar para ponerlos a resguardo ante posibles peligros, opinión repetida por Anael Matos Santana, quien vive en Melones y trabaja allí como panadero.
Este último manifestó sentirse seguro en compañía de la hija, la esposa, la madre, la suegra y un cuñado. «Nos garantizan alimentación y todo lo necesario para permanecer aquí», aseveró, mientras Vivian Castro Rojas, bibliotecaria del centro educacional, movilizada para atender a los evacuados, repartía sábanas limpias a un grupo de aquellos.
«Aquí vamos a permanecer el tiempo que haga falta para atenderlos» –ratificó–, y unos instantes después recordó que estuvo allí mismo, en la Zona Roja, cuando la covid-19 fue más agresiva.
TEMERIDAD JUSTIFICADA
En la zona de mayor peligro han estado, desde el primer momento, los principales jefes del Ejército Oriental y de la Región Militar de Holguín, al igual que Joel Queipo Ruiz, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y primer secretario de la organización en territorio holguinero, y Manuel Hernández Aguilera, gobernador de Holguín, así como los integrantes del Consejo de Defensa del Municipio y otras autoridades locales.
Las evidencias de esa permanencia en primera línea son varias. Por ejemplo, Alexis Deiggs Gómez, presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular, lleva en la frente, entre los ojos, la huella del impacto de un fragmento de vidrio expedido por la primera gran explosión que se produjo en la Unidad Militar.
Relató que, junto al jefe del Ejército Oriental, general de División Eugenio Rabilero Aguilera, y los demás miembros del Consejo de Defensa Municipal, habían llegado hasta las proximidades de un silo incendiado, donde el jefe militar les explicaba la magnitud del peligro que amenazaba a los residentes en las cercanías y la necesidad de realizar una rápida evacuación.
La onda expansiva de la explosión –describió– los impactó a todos, arrojándolos al piso en medio de una nube de partículas, tierra y polvo que volaba en todas las direcciones.
Tras recibir la rápida y necesaria atención médica, y comprobarse que no sufrieron secuelas graves, continuaron trabajando.
Al preguntarle acerca de la actitud de no recesar en aquel momento las acciones en las cercanías de la zona de riesgo, simplemente respondió que las circunstancias y el deber lo exigían.