¿Qué compra usted con 1 528 pesos hoy? Casi nada. Imagine entonces que en un hogar donde vivan dos jubilados con esa pensión haya que destinar 1 200 para pagar una pipa de agua cada 15 días.
¿Cuánto queda para vivir? ¿Con qué cubren sus necesidades básicas?
Esto es solo un ejemplo de las tribulaciones que buena parte de la población pinareña enfrenta con marcada frecuencia en temas de abasto del indispensable líquido.
Hace aproximadamente un año, quien suscribe se refería a la situación del agua en Pinar del Río en estas mismas páginas. Nada ha cambiado desde aquella fecha, pues continuamos siendo la cabecera provincial con los ciclos más largos del país y seguimos en espera de un financiamiento extranjero para concretar un proyecto que sea realmente resolutivo para la ciudad pinareña.
Si bien en algunas zonas el panorama ha cambiado, en otras se espera por la ejecución de inversiones que en 2022 se anunciaba en los medios de prensa como procesos que se completarían en 2023, y que aún no pasan de la primera fase.
Las intermitencias con el funcionamiento del famoso Anillo Uno complejiza el abasto de los extremos de la conductora de 20. Y como si eso no fuera suficiente, el pésimo trabajo con las operaciones y las válvulas no solo provocan el alargamiento de los ciclos, sino que cuando toca, no llega.
¿Por qué existen zonas, como la llamada Cuneta, que casi siempre recibe el agua en horario de la noche? ¿Por qué si es un periodo de 12 horas o más para un lugar, se abren las válvulas para compartir con otro?
Si a los salideros y a los problemas con las bombas se les suma la mala calidad de las operaciones, nunca se acortarán los ciclos y, mucho menos, se logrará que llegue con presión el agua. Entonces seguirá siendo el consumidor el más perjudicado.
Y en efecto, porque de nada valen las llamadas al Puesto de Mando o las quejas a las entidades pertinentes, pues lamentablemente las respuestas, cuando las dan, no vienen acompañadas de soluciones.
La situación con el abasto de agua es compleja en todo el país. Desde hace semanas sabemos que factores como la sequía, la inestabilidad eléctrica y problemas en los equipos de bombeo han provocado que más de 70 000 habitantes de La Habana no reciban agua por redes, por citar un ejemplo.
Y así sucede en otras regiones, en las que muchas veces las zonas rurales se llevan la peor parte.
Es cierto que se hacen esfuerzos por mejorar el servicio, incluso, es válido reconocer el cambio de matriz energética que se lleva a cabo en aras de ahorrar electricidad y de mejorar su calidad y estabilidad, pero de nada valen las inversiones si en términos de conducción del líquido seguimos en las mismas.
Y en ello resulta esencial la capacitación de los recursos humanos, la organización y la seriedad con la que se trabaje en las operaciones, pues hablando en plata, al que no le duele, no le duele.
Entonces no queda otra opción que recurrir a las pipas, que resultan un paliativo bien costoso si se tiene en cuenta que hay que destinar dinero para comer y para el resto de las necesidades básicas.
Se convierte el tema del agua en una lucha diaria, en una preocupación constante para muchos hogares pinareños, como otro de los tantos obstáculos que nos imponen los tiempos que corren y que muchas veces no podemos sortear.