“Yo nací en San Andrés, y lo digo con orgullo. De allí aún siento el arrullo que me hace temblar los pies”. Luis Alberto Días Rodríguez
A veces la vida nos hace tropezar más de lo que necesitamos. Otras tantas, nos empuja hacia el abismo, solo para que este nos devuelva la mirada y repensemos, entonces, los momentos por los que hemos transitado.
Oportunidades, sí las hay, pero no son la regla de este paso efímero por el mundo. Todo lo contrario, las leyes del universo están diseñadas para que nuestra propia existencia sea inquieta, incansable, aventurera.
Algo así como si en cada día se pudieran encontrar las herramientas necesarias para saldar esas viejas deudas personales, para sanar las heridas y volver al ruedo… para aprovechar una nueva oportunidad… para reinventarse.
Al menos así lo piensa Luis Alberto Días Rodríguez, un guajiro oriundo de las lomas de San Andrés, quien asegura, además, que esa búsqueda mágica de lo que nos falta, es, al final, la chispa que nos mantiene vivos.
La vida de Luis Alberto se pudiera debatir entre tropiezos y caídas, pero al final, de la manera que cuenta sus experiencias, prefiere los aciertos, las moralejas y las enseñanzas.
Algunos como él se mantienen inquietos, a la expectativa de lo que les depare el destino al arrancar cada mañana. Reinventarse siempre es su meta, pues hacer por la vida es sentirse útil, necesario, lleno.
A GOLPE DE CAMPO E INVENTIVA
Según narra el propio Luis Alberto, a pesar de residir en la actualidad en el municipio de Consolación del Sur, San Andrés para él tiene un lugar especial, ya que allí comenzaron sus primeros pasos; sus primeros amores; sus ambiciones, sueños y esperanzas.
“San Andrés para mí lo es todo. Además de todo lo que te he dicho, en ese lugar sentí por primera vez el vínculo con la tierra, con la naturaleza, esa paz interior que más tarde me hizo cursar estudios de Ingeniería Agrónoma”.
Para este aventurero de la vida, el ingresar a la universidad lo llenó por completo, al tiempo que lo hizo comprender su pasión por el campo desde otra perspectiva, desde la ciencia.
“Esta fue una etapa de estudios maravillosa. La enseñanza universitaria, los nuevos conocimientos, esos saberes te abren puertas que ni siquiera sueñas conocer.
“Aprehender y aprender en ese ciclo de la vida es vital para todo ser humano, porque la universidad es la gran base de todo lo que un día pudiste imaginar. Gracias a esa educación comencé a adentrarme en el mundo de la innovación y la racionalización, incluso, antes de graduarme”.
Así, transitando entre causas y azares, y sorteando las tribulaciones que alguna vez nos tocan y también transitamos, es que se adentra en el mundo de las herramientas de corte y filo que hoy lo popularizan.
UNA IDEA, UN SUEÑO, UN PROYECTO, UN FIN
“Mira, empecé a trabajar mientras estudiaba. Ahí fue que hice mis primeras herramientas. Corrían los años ´90 y el llamado periodo especial arreciaba. Casi que forma obligatoria tuve que desconstruirme para poder tener solvencia económica, mantener a mi familia y poder cumplir de a poco las metas que me había fijado”.
Asegura que en sus inicios las herramientas no fueron las mejores, pero sí las más hermosas a sus ojos, pues nacía de forma empírica, de a puro corazón, lo que más tarde sería un proyecto de renombre.
De a poco, comenta que construyó una modesta piedra de esmeril, una cizalla y una planta de soldar, también artesanal. Todo ello gracias a los conocimientos otorgados por los altos estudios.
“Filometal, ese proyecto de desarrollo local tan lindo, que hoy tiene gran demanda, surgió así, de la voluntad y de una idea descabellada. Hay quienes dicen que la necesidad es la madre de la inventiva y no hay nada más cierto.
“Y te digo, todavía estudio. La ingeniería fue una disciplina que me expandió la mente. Me llevó hacia el campo del pensar, del crear, de cambiar, de no quedarme estático. De evolucionar”.
“Filometal” en su memoria nació en medio de unas necesidades extremas, y en momentos en que para Luis Alberto reinventarme era la única opción. Actualmente, a muchos años de creado, en el taller se confeccionan múltiples herramientas de trabajo y útiles para el hogar sobre la base de corte y filo como cuchillos, tijeras, alicates, hachas, ralladores, y otros.
“Tal es la aceptación, confiesa, que confeccionar más de 30 instrumentos de cada tipo de forma diaria no satisface la demanda que le sostienen, tanto de empresas como la empacadora Camilo Cienfuegos; la aseguradora de Comercio, Venegas, y otras, además de las que le solicitan los consolareños.
“El destino de estas herramientas es diverso. Pero lo que me place más, es que las empresas sean las que me soliciten el extra de mi trabajo, eso dice mucho de la calidad de las mismas y de mi empeño porque así sea”.
Ante la pregunta de la satisfacción con un proyecto que hoy es símbolo de su constancia no se muestra altanero, todo lo contrario, expresa que siempre se debe ser inconforme en la búsqueda de la perfección de la calidad.
“Estas herramientas ya tienen un nivel de profesionalismo y especialización, calidad de las hojas y demás. Asimismo, la solicitud y demanda de las mismas, tanto por empresas como por actores no estatales y el sector doméstico, propiamente, también han alcanzado volúmenes considerables de peticiones. Obviamente, esto me hace muy feliz.
“Por supuesto, no te engaño, tropiezos tuve muchísimos, así como etapas de autoconsuelo también. Sin embargo, te repito que opto por quedarme con la parte de las enseñanzas, del aprendizaje. Me quedo con el camino recorrido y lo logrado”.
Pero si bien le place este proyecto, también lo hace la poesía. Confiesa que lleva a ambas pasiones de la mano. No concibe una sin la otra. Ambas lo inspiran, pero en la poesía encuentra consuelo y libertad.
POESÍA… UNA PASIÓN LIBERADORA
Parecería entonces que Luis Alberto tocara la cima de una vida tras afianzarse como gestor no estatal de un negocio sólido y de demanda sostenida. Sin embargo, reinventarse para él no es un lujo, sino una necesidad. De acuerdo con sus inquietudes, basta levantarse cada día para ser alguien nuevo. No puede haber excusas para evolucionar.
“Hay quienes ponen y buscan pretextos de no puedo, no tengo tiempo para eso, no sirvo para eso. Y no critico, pero todos tenemos el potencial para lograr lo que queramos; lo único que hay que tener son deseos, constancia y no flaquear en esa búsqueda.
“Lo digo, precisamente, porque no es solo el taller lo que consume mi tiempo. Hay otra pasión que me arrolla, que me envuelve, que me hace ser más libre. Esa es la poesía”.
Y es que Luis Alberto lleva la cultura de la poesía, de la escritura y la décima en la sangre por tradición familiar.
“En mi familia siempre se cultivó esta disciplina, y yo continué ese camino que me inspira y me lleva hacia lo más profundo. La poesía me sirve de refugio y de punto de partida cuando estoy en mis momentos más malos. Es como una pasión que te consume y te salva a la misma vez”.
Admite que no tiene una brújula para su escritura, pues es tan libre como el viento mismo. Su musa radica en todo lo bello, en lo indescriptible, en la risa de un niño o en la fuerza arrolladora de un devastador huracán. La inspiración nace en una suave brisa de verano o en el rocío de la mañana.
“Le escribo a la naturaleza, a los niños, al amor, a la vida misma. La poesía me identifica, y como te decía, me limpia y me purifica el alma y los sentidos. Para mí es algo redentor.
“En esto son muy importantes las emociones. Si tienes conflictos a la hora de escribir, utilízalos a tu favor. Liberarte de amarras y conflictos internos a la hora de escribir es una bocanada de aire puro”.
Hoy Luis Alberto se identifica como autor, y ostenta varios premios municipales y provinciales en este sentido. Su poesía, admite, es aún joven y, como él, llena de defectos, pero también de matices, de vida y esperanza.
A la par, revela que las vicisitudes lo han hecho más fuerte y resolutivo y, que sin lugar a dudas, prefiere siempre el camino más pedregoso y enlodado, pues así saborea más sus éxitos.
“Los obstáculos por los que he atravesado y que me han puesto en mi camino, los agradezco al cielo. Todos ellos me han servido de motivación para avanzar y adentrarme más en mis sueños. Tales desafíos han sido los que me han llevado a lo desconocido, a explorarme y conocerme; a descubrir de qué soy capaz. Si algo puedo decir que he logrado en la vida es que detrás de cada barrera, soy un hombre nuevo”.
La vida de Luis Alberto no es sino un vuelco de enseñanzas y de ejemplos, de que cuando la voluntad es férrea y se lucha por los sueños, estos se hacen realidad.
Su historia, como él mismo asegura, puede ser la de muchos que hoy aspiran a cambiar de aires, pero el miedo al vacío los detiene.
“No se debe temer al abismo de lo desconocido. Solo basta con mirarlo a los ojos y decir… yo puedo lograrlo”.