Enero es un mes de celebraciones y de recuerdos para todos los que desde sus perspectivas de fundadores, directivos, estudiantes y profesores han tenido que ver en algún momento de su vida con el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Federico Engels.
Para María Amalia Hernández Méndez (Amalita), el recuerdo de aquel primer día de trabajo en esa institución, en el año 1977, está muy vívido en su mente.
Ella era profesora de Historia y de sus años de trabajo evoca la organización de las cátedras, el entusiasmo de los alumnos y el apoyo permanente de los padres.
“No olvido la disciplina y el interés de los estudiantes , ellos tenían que coger 85 en las asignaturas y todos se esforzaban porque querían continuar en la escuela.
“Considero que la escuela les proporcionó a los alumnos, en primer lugar, bienestar; en segundo, conocimientos; y en tercero, como esta Revolución es tan justa, estaban los del centro de la ciudad y los de los lugares apartados de la provincia.
“Era un centro muy grande, con una matrícula a respetar, y un claustro también grande, porque se hizo una selección, no de los mejores maestros, pero sí de los que tenían determinadas condiciones como conocimientos, interés, resultados, o sea que el claustro no era perfecto, pero trabajábamos según las orientaciones, sin horarios y ante cualquier tarea”.
Amalita recorre la escuela en el presente, a su alrededor muchos de sus compañeros, unos fundadores, otros de incorporación más reciente, comparten anécdotas y vivencias. Son parte de un encuentro con la historia, que permite que no haya desmemoria, y no olvidar.
“Me satisface que aún con la necesidad y situación que tenemos, se ha hecho un esfuerzo extraordinario y el centro exhibe la recuperación de lugares importantes como la sala de Historia, la de Fidel y el teatro”.
La geógrafa y secretaria del sindicato
Irma Medina González pronto cumplirá 80 años. Pero entre sus mejores regalos guarda en su corazón el tiempo que trabajó en el IPVCE, ella también es fundadora de la institución, en la cual ocupó el cargo de secretaria del buró sindical por muchos años.
“Esta escuela para mí es algo muy especial. En el tiempo que le dediqué, di mi vida. Era como mi segunda casa, ¿qué digo?, mi primera, porque estaba casi siempre aquí. Le doy gracias a Dios porque pude trabajar en un centro como este y tener tantos amigos y alumnos, a los que quiero y ellos a mí”.
Así nos dijo oronda Irma, quien asegura ser una persona privilegiada poque tiene una hermosa familia, con hijos, nietos y bisnietos, y también por ese millón de personas a los que considera sus amigos.
Ella comentó sobre muchos momentos tristes y felices de los que fue participe en la Vocacional, como cuando salían en guaguas por la ciudad para celebrar el haber obtenido la condición de Vanguardia Nacional o cómo tuvieron que trabajar intensamente durante una cuarentena por una epidemia.
Nos habló Irma de que el consejo de dirección siempre fue un equipo aguerrido que se disponía a hacer todas las cosas. “Cualquier tarea la acometíamos todos codo con codo, no importaba la hora, siempre estábamos dispuestos.
“La historia de esta escuela es linda, porque cuando empezamos aquí todas las cátedras estaban integradas por personas muy capaces e inteligentes, yo diría que eran estrellas en cada una de sus especialidades, y esa calidad profesional conllevaba al respeto y consideración. Cuando uno disertaba sobre determinada materia, los demás escuchaban porque estaba una autoridad hablando”.
Conservar la memoria
Para el profesor Luis Pérez, la Federico Engels cobra real importancia, lo que se evidencia en cada palabra que le dedica, y mucho más, en cómo los sentimientos brotan a flor de piel en su hablar sobre el tema.
“Esta institución en mi vida tiene dos dimensiones, la personal y la profesional. La primera porque fue mi primer gran centro de trabajo, en el que ejercí una vez graduado de Filología en la Universidad de la Habana, como profesor de Español Literatura. A partir de ese momento me fui formando en la vida laboral como trabajador. Incluso la disciplina que todavía hoy considero tengo en mi código de valores, se lo debo a la otrora Vocacional, hoy IPVCE”.
Luis transitó y fue jefe de cátedra general de educación Artística y luego de Español Literatura, y después pasó a ser subdirector general de actividades extraescolares.
“Dirigir es un arte y una ciencia, y en lo profesional ese fogueo diario, al dirigir a colegas de mi propia especialidad es inolvidable, por el trabajo metodológico que pude hacer con un grupo de docentes de diferentes edades, debido a que yo venía con una formación un poco más abarcadora y completa. De manera que puedo asegurar que lo que hoy soy en ambas dimensiones se lo debo a este centro”.
Profesor de alta talla y de renombre en la provincia, Luis destaca como momentos inolvidables los concursos de conocimientos, en los que la asignatura Español siempre ganaba los encuentros inter IPVCE. “En la Copa Lenin cuando llegaba el equipo de Pinar del Río era realmente muy respetado, y siempre ocupamos el primero lugar”.
En la parte extraescolar, habló sobre las actividades culturales, las galas, el contacto con los grandes artistas de este país que invitados desfilaron a lo largo de la historia por la escuela.
Defiende el conservar la memoria de la institución, no por capricho, sino por el trabajo y el lugar destacado que ha ocupado. “Hablar de los federicos, que hoy están en cualquier latitud del mundo es algo que se respeta”.
Miles de profesionales
Cerca de 19 970 estudiantes han pasado por los pasillos de la Federico Engels, los cuales han pasado por las universidades del país con excelentes resultados, y hoy se desempeñan como profesionales y brindan sus capacidades en la provincia, el país y otros países del mundo.
Con ese orgullo vive la actual directora del centro, Modesta Miliáns Carbó, quien está segura que mucho de lo que hoy son se lo deben a los años transcurridos en el IPVCE.
“Recibimos muchas visitas de egresados y en el intercambio con ellos recibimos siempre el agradecimiento y cariño que sienten por la institución y los bellos recuerdos”.
Ser Federicos es casi un sello personal que se lleva en la sangre, porque los años que compartieron juntos los hizo unirse.
“En diferentes épocas del año, por las redes sociales, vemos las convocatorias de los graduados de esta institución para reunirse en una fecha determinada. Ellos viajan de diferentes puntos del país y otras latitudes para recordar los momentos vividos y su amistad, y eso es muestra de la importancia que conceden a la escuela”.
Casi una mitad de siglo lleva la Engels en la formación de hombres y mujeres listos para continuar su camino hacia el profesionalismo, lo que los hace responsable de una buena parte del presente y también del futuro.
Hoy se forman en sus aulas cerca de 1075 alumnos, y como colectivo llevan cuatro años de forma consecutiva en un lugar destacado en la nación por los indicadores que miden la eficiencia del trabajo en este tipo de centros.
Además, un bosquejo por su historia nos habla de que se distinguen por la labor docente, el movimiento artístico y deportivo, y por la formación de hombres y mujeres de ciencia.