El Consejo de Iglesias de Cuba (CIC) se creó, como concilio, el 28 de mayo de 1941 y a pesar de las circunstancias y los tiempos, en la actualidad continúa con su misión fundacional: propiciar espacios de formación, encuentros, debates y festejos como muestra visible de la unidad al servicio del pueblo cubano.
A dos de sus lideresas en Pinar del Río nos acercamos para indagar en quehaceres y sentidos.
EL AMOR: FUERZA MOTRIZ DEL CIC
Lo dice Aleida Palacios Cuní, pastora de la iglesia apostólica de Jesucristo en Cuba y su representante provincial, así como presidenta nacional de Damas (mujeres) de su congregación, quien fungió, de 2004 a 2020 como coordinadora provincial del Consejo, formado en Vueltabajo por 12 iglesias evangélicas, de las 26 existentes.
Las actividades del Consejo no se circunscriben al gremio, sino que se dirigen, también, a la población no cristiana. “Hacemos capellanía, una vez al mes, en los centros penitenciarios realizando cultos colectivos y consejería pastoral; vamos hasta los hospitales a orar por los enfermos, al Hogar de Ancianos semanalmente a acompañarlos y hemos entregado recursos materiales cuando recibimos donativos de iglesias hermanas, siempre con la debida coordinación”, contó.
Con humildad recuerda la participación de las iglesias ante los impactos de huracanes sufridos por los pinareños: “Apoyamos a las familias perjudicadas con insumos y fuerza espiritual, y hasta ellas llegamos gracias a la articulación con las estructuras de Gobierno en las localidades”.
Mujeres, menores, ancianos y discapacitados, al ser más vulnerables, se convierten en el centro de atención del activismo social del CIC. Entrega de sillas de ruedas, lentes, equipamientos para el tratamiento de niños con debilidad visual y auditiva, biblias en sistema Braille a las bibliotecas de Pinar del Río y Mantua son otras modestas contribuciones a la calidad de vida de sus coterráneos.
Más allá de acompañamientos y apoyos del Partido, el Gobierno e instituciones, también se consiguen espacios de diálogos para expresar libremente preocupaciones, resultados, alcances y proyecciones. “De cada encuentro emergen ideas, acuerdos y damos gracias a Dios por las soluciones que hemos encontrado juntos”, resumió.
LA UNIDAD ES REDENTORA
María Eloísa Cruz León es la actual coordinadora desde el 2020. Las condiciones impuestas por la COVID-19 le han impedido concretar sueños que reposan tranquilos para tomar impulso una vez se levanten las medidas restrictivas.
Esta mujer, desde Puerto Esperanza, en Viñales, es pastora y secretaria nacional de la iglesia El pesebre pentecostal de Cuba. A primera vista impresiona tímida, nerviosa, pero la hipótesis se refuta cuando hace de su oratoria canción de patriotismo y fe.
Al parecer, conocer al reverendo estadounidense Lucius Walker, en 1994, remarcó su inspiración cristiana. Por cinco ocasiones estuvo cerca de la Caravana por la Paz y, palpando un profundo ecumenismo, ora cada día por el levantamiento del criminal bloqueo imperialista y el libre despliegue del puente de hermandad entre las comunidades religiosas –y los pueblos– de Cuba y Estados Unidos.
Para nosotros, cristianos o no, ella ruega a Dios por la unidad en el enfrentamiento a las vicisitudes de la vida cotidiana: “Que se elimine el bloqueo y cesen las incomprensiones, obstáculos, maldad, dificultad y, en su lugar, reine la reconciliación, humildad, amor y solidaridad”.
SEGUIR UNIDOS
Así nos dijo María Eloísa al referirse a todas las tensiones enfrentadas, desde restricciones económicas, agresiones mediáticas, huracanes y otros eventos naturales, hasta la COVID-19. “Dios ha desviado el curso de los ciclones, nos protege para resistir en la alegría frente a las limitaciones de recursos básicos para la vida, nos vuelve cada vez más creativos ante la adversidad. Él nos bendice porque somos un pueblo espiritual, de fe. Gracias a ello tenemos una sensibilidad y humanidad singular, única”.
Seguir unidos y saber amar y perdonar es su mensaje ecuménico para los pinareños, al tiempo que Aleida tampoco deja pasar la oportunidad de bendecirnos.