A más de un año de la pandemia de COVID-19, la comunidad científica internacional investiga la menor susceptibilidad de los niños a la infección por SARS CoV-2 y al desarrollo de cuadros severos de la enfermedad.
En un reciente artículo de la Revista Cubana de Higiene y Epidemiología, se analiza la resistencia inmunológica de los niños al SARS-CoV-2, que podría estar generada por las vacunas suministradas durante la infancia.
Específicamente en el caso de los menores cubanos, las vacunas incluidas en el esquema de Ministerio de Salud Pública para esa etapa, refiere el artículo, se asocian a una menor incidencia de la infección por el nuevo coronavirus en esas edades.
«Un número creciente de evidencias sugiere que algunas vacunas administradas durante la infancia podrían estar generando, por mecanismos inmunitarios de diversos tipos, resistencia a la infección por SARS CoV-2 y, consecuentemente, estarían propiciando una expresión clínica más atenuada de la virosis en edades pediátricas», subraya la investigación.
Asimismo señala que Cuba cuenta en su esquema de vacunación para edades pediátricas con el fármaco BCG, eficaz en la prevención de la tuberculosis y la lepra. Varias investigaciones han informado que la mayoría de los países que aplican a sus niños dicha vacuna «muestran tasas de incidencia de infección por SARS CoV-2 y de mortalidad por COVID-19 más bajas que las que exhiben países como Italia, España y Estados Unidos, donde BCG rara vez se administra», destaca la publicación.
Además, otras vacunas aplicadas a los menores cubanos (difteria, tétano, sarampión, rubeola, entre otras) demostraron que en su composición contienen elementos que previenen el desarrollo de etapas más graves de la enfermedad.
A escala global, la incidencia y severidad de la infección por SARS CoV-2 son menores en los infantes. En el caso cubano se muestran iguales parámetros. «De las 36 595 personas a las que se les había confirmado la infección hasta el 11 de febrero de 2021, 3976 (10,8%) eran menores de 18 años. En Cuba, además, ningún niño ha fallecido a causa de COVID-19», constata la publicación.
Aunque los infantes no son propensos a desarrollar cuadros severos de la COVID-19, sí existen factores de riesgo en los menores. Entre ellos están los que se incrementan dependiendo de la edad, y los factores protectores presentes en la etapa.
Entre los factores de riesgo que se incrementan con la edad, precisa el estudio, están los siguientes:
– alteraciones de las funciones endoteliales y de la coagulación,
– cambios en la densidad y afinidad de la enzima convertidora de angiotensina 2 y de la enzima serino-proteasa transmembrana 2 en las células epiteliales de lamucosa del aparato respiratorio,
– presencia de células T y anticuerpos anticoronavirus,
– consecuencia de infecciones previas, que podrían estar relacionadas con adversos fenómenos de amplificación mediados por anticuerpos,
– inmunosenescencia e inflamación crónica crecientes,
– mayor prevalencia de comorbilidades,
– y niveles crecientemente bajos de vitamina D».
Por su parte, entre los riesgos relacionados a factores protectores presentes en la etapa, se numeran los siguientes:
– menor intensidad de exposición a SARS CoV-2,
– mejor funcionamiento de los mecanismos inmunitarios, sobre todo los de la inmunidad innata (por ejemplo, mejor contención de los procesos infecciosos por anticuerpos naturales),
– mayor frecuencia de infecciones virales recurrentes y concurrentes,
– cambios en la microbiota», entre otras.
El análisis realizado permitió concluir que el hecho de que algunas de las vacunas administradas durante la infancia, disminuya la severidad de la infección por SARS CoV-2 en edades pediátricas, la enfermedad debe ser tenida en cuenta en el diseño de acciones de control en esas edades.