Cuando se escriba la historia reciente de Cuba, la proeza de los científicos de la isla enfrascados en la obtención de varias vacunas propias contra la Covid-19 enriquecerá las memorias de este país caribeño.
La valentía de los independentistas, que se enfrentaron al imperio español en el siglo XIX, y la de los jóvenes revolucionarios de la llamada generación del centenario, en el XX, sigue latente ahora en los eminentes investigadores, responsables ellos, en ese campo, de dar continuidad a las victorias.
Héroes insertados en un proceso político revolucionario iniciado en 1868 quienes, con talento y unidad, lograron que Cuba sea el primer país de América Latina y el Caribe en crear cinco candidatos vacunales en desarrollo clínico.
Soberana, Mambisa y Abdala son nombres familiares entre los habitantes de este territorio por razones históricas, y ellos identifican a los inmunizadores que aquí están llamados a poner fin a la pandemia; denominaciones que en otras naciones se escuchan también cada vez con mayor frecuencia como un estímulo a la esperanza.
Para el doctor en Ciencias Históricas Pedro Pablo Rodríguez, el que Cuba se convierta en la primera nación del área en obtener esos resultados responde a la extraordinaria visión del líder histórico de la Revolución, Fidel Castro, quien muy pronto planteó la necesidad de convertir el país en un polo científico significativo.
En entrevista concedida a Prensa Latina, Rodríguez consideró que otro elemento a tener en cuenta es el bloqueo económico de Estados Unidos. Esa política intensificada durante la gestión de Donald Trump (2017-2021) ‘nos hizo saber que en muchas cosas tenemos que disponer de nuestro propio esfuerzo y talento y, en ese sentido, la medicina se ha convertido en uno de los campos de la vida social más importante, por las propias necesidades de sostener un nivel de salud adecuado para la población’.
Líder del grupo de investigación de la Edición Crítica de las Obras Completas de José Martí, puntualizó que ‘la necesidad ha ayudado al desarrollo científico, y ello significa que a pesar de las dificultades de la vida cotidiana que genera el bloqueo, la ciencia ha tenido un impulso espectacular’.
¿Por qué Soberana, Mambisa y Abdala?
Soberana 01, Soberana 02 y Soberana Plus (esta última de reciente incorporación), del Instituto Finlay de Vacunas, y Abdala y Mambisa, del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, identifican a los cinco candidatos vacunales.
A la pregunta de por qué se les llamó así, Rodríguez puntualizó que Soberana es una manera de reconocer que Cuba es plenamente independiente gracias a la Revolución , después de 50 años de ser una república sometida al dominio neocolonial de Estados Unidos.
A pesar de los múltiples problemas que le crea la hostilidad permanente de Washington, y a veces hasta de algunos de sus aliados, expresó, La Habana ha logrado no solo mantener la soberanía alcanzada hace 62 años, sino también aumentar los niveles de autonomía.
‘Ya nadie manda en Cuba a no ser los cubanos; ya Cuba no obedece a razones que le imponga una nación extranjera ni a intereses hegemónicos de otros países’, sentenció, para luego señalar que varias generaciones de naturales viven con esos valores patrios, y en sus pensamientos no es valedero cambiar esa situación.
Sobre Mambisa reflexiona que ‘mambí’ es un término creado en la ahora República Dominicana —que junto a Haití integra la isla La Española—.
Explica que surgió durante la guerra de restauración dominicana para volver a alcanzar la independencia tras la anexión a España, que algunos dominicanos antipatriotas habían promovido años atrás.
‘Mambí’ se empleaba por las tropas españolas con un sentido denigrante para los fervorosos locales. Con ese significado despectivo pasó a Cuba a inicios de la guerra de los 10 años (1868-1878).
Pero los nacionales lo asumieron con orgullo, pensando que lo habían tomado de los dominicanos independentistas. ‘Y aquí, si los patriotas eran ‘mambises’, dijo, pues a mucha honra ser mambí’.
Y ‘mambisa’ es la mujer que participó en la lucha, en los campos, en los campamentos improvisados. Allí cocinaba y atendía a los enfermos y también tomó parte en los combates contra España.
Destacó que más de una de ellas alcanzó grados en el Ejército Libertador durante las guerras de independencia, lo que explica el nombre de una de las vacunas.
Abdala, por su parte, explicó, tiene una profunda raíz en José Martí.
Rememoró que a los 15 años, siendo muy joven, el intelectual y patriota cubano escribió un drama llamado Abdala, cuyo protagonista es un príncipe de una región árabe que lucha contra el enemigo extranjero y que muere en combate.
Publicado en 1869, es el conflicto entre el hijo y la madre, la madre que no quiere que muera en combate y el hijo que entiende que el ‘el amor, madre, a la patria no es el amor ridículo a la tierra ni a la yerba que pisan nuestras plantas; es el odio invencible a quien la oprime; es el rencor eterno a quien la ataca’, tal como el Apóstol escribiera.
‘El amor, madre, a la patria…’ es, precisamente, el sentimiento que impulsó a los científicos del patio, algunos muy jóvenes, a buscar y lograr con éxito vacunas soberanas, producidas por la industria biotecnológica nacional, que rememoran el pasado y el presente de una nación rebelde e independiente.