“Digamos adiós al tabaco y demos la bienvenida al vapeo”. Así se puede leer en una página de Facebook que promociona esta práctica en Cuba y que en uno de sus posts, cual rima pegajosa, incita: “cámbiate ya, el cuerpo te lo agradecerá”. Pero, ¿es realmente saludable para nuestro organismo?
El término vapear (vaping en inglés) se refiere al uso de cigarrillos electrónicos que funcionan con pilas y contienen cartuchos con un líquido compuesto por nicotina, saborizantes y varias sustancias químicas que se convierten en un aerosol (vapor) que es inhalado por la persona como si estuviera consumiendo un cigarro real.
Aunque es una tendencia que ha cobrado auge a partir de los 2000 y en los últimos años se ha puesto de moda, sobre todo en adolescentes y jóvenes, la primera patente de la que se tiene conocimiento para crear un cigarrillo electrónico data de 1963, cuando Herbert A. Gilbert se adelantaba a su tiempo consciente de los peligros del tabaco.
Pero contrario a lo que muchos puedan pensar, las más recientes investigaciones han demostrado que vapear es tan dañino para la salud humana como lo es la adicción al cigarro real, y aunque aún no se sabe a ciencia cierta cómo afecta al cuerpo a lo largo del tiempo, autoridades sanitarias advierten graves daños y hasta algunas muertes.
Según un estudio de la Universidad de Queen en Belfast, tanto el huno de los cigarrillos como el vapor de los dispositivos electrónicos incrementan la nocividad de los patógenos comunes y promueven las infecciones pulmonares.
En el caso de los adolescentes, esta práctica hace más lento su desarrollo cerebral, afecta la memoria, la concentración, el aprendizaje, el autocontrol, la atención y el estado de ánimo, además aumenta el riesgo de sufrir otros tipos de adicciones en la adultez.
Algo más preocupante aún es que existen personas que usan los cigarrillos electrónicos para vapear marihuana, aceite de THC y otras sustancias peligrosas, que aparte de irritar los pulmones dejan secuelas en el modo de pensar, actuar y sentir.
En un artículo publicado en The New York Times se hace referencia a la crisis de casos de vapeo que hubo el pasado año en los Estados Unidos, incluso las consecuencias que trae para personas que lo practican y contraen la COVID-19.
“Las primeras evidencias sugieren que el virus podría ingresar con mayor facilidad en los cuerpos de personas que fuman y vapean, pues estos hábitos alteran la superficies de ciertas células, lo cual provoca que se recubran a sí mismas con una mayor cantidad de ACE-2, la proteína que usa el coronavirus para ingresar en sus blancos”.
En varios países ya se reconoce por la ciencia la existencia de la EVALI (Lesiones pulmonares asociadas al vapeo, por sus siglas en inglés) y se desacredita la idea de que los cigarrillos electrónicos tienen un 80 por ciento menos de riesgo que el tabaco tradicional o que sea herramienta eficaz para abandonar el tabaquismo. En otras palabras, es un lobo disfrazado de oveja que te hace confiar para luego atacar con todo.
Aunque el vapeo está de moda sobre todo en países desarrollados, en Cuba la tendencia ha llegado a través de viajeros o simplemente de los productos “culturales”, ya sean videoclips o series de televisión, que consumen adolescentes y jóvenes.
No solo encontramos páginas en las redes dedicadas a seducir a la gente sobre los supuestos beneficios de la práctica, sino que hasta se comercializan en varios sitios digitales de compra y venta, sobre todo en la capital del país.
Curiosidad: |
Existen varios líquidos para rellenar los cigarrillos electrónicos que los dotan de sabores y otras propiedades. Entre los componentes más comunes se encuentran la nicotina, el glicerol, el laurato de laurilio, propilenglicol, esencia de aceite, butirato de geranilo, octicinato de metilo, entre otros, que aunque por vía oral no suelen ser tóxicos, la combinación de varios de estos componentes pueden dañar la salud. Los mayores efectos provienen de los compuestos que le dan sabor al cigarro como la vainillina y el cinamaldehído, o sea, mientras más sabor tengan los líquidos, más tóxicos son. |