Acostumbrados a que su equipo en los últimos campeonatos casi siempre esté en los play off y más de una vez haya sido campeón, para los pinareños seguidores de Vegueros lo que está ocurriendo en esta 61 Serie Nacional trae, como hacía tiempo no sucedía, divididas las opiniones en dos grupos:
Por una parte están los fanáticos que piden peras al olmo o, de lo contrario, lo que quieren es la cabeza de los directivos del equipo y de algunos de los peloteros que no han sobresalido como en otros momentos, es que el fanatismo es así: o todo o nada, o un extremo o el otro. Al fanático la pasión lo enceguece, y en el deporte, como en la vida, las pasiones desenfrenadas no conducen, por lo general, a nada bueno.
Por la otra parte están los aficionados, esos generalmente también incondicionales a su equipo de preferencia, pero que saben valorar los momentos malos de los suyos y comprender que en el juego se gana y se pierde, porque nada ni nadie es invencible.
Cuando ocurren hechos como los de este miércoles en que fuerzas huracanadas provenientes de Mayabeque llegaron al nivel 13 frente a siete lanzadores vegueros, algunos no solo se tiran de los pelos sino que la emprenden, una vez más, contra directivos y peloteros; pero, entonces, los que saben de pelota tratan de explicar lo que sucede y no siempre lo consiguen.
En este juego la dirección del conjunto optó por darle la posibilidad de abrir a un recién incorporado que viene de permanecer en ligas extranjeras desde el 2015 y no pasó del primer episodio en el que solo consiguió sacar un out, le conectaron sólidamente y le anotaron en tres ocasiones. Le siguió un casi novato, porque su experiencia se reduce a una serie anterior, que aguantó más allá de lo acostumbrado en él (3.2 entradas) y a partir de ahí actuaron cinco serpentineros que no pudieron detener a los Huracanes.
Sin ser especialistas, pero sí con la experiencia de haber presenciado pelota nacional e internacional desde la muy lejana niñez, este periodista se atreve ahora a hacer una valoración de lo que está ocurriendo con el equipo pinareño, con la que se puede o no estar de acuerdo, pero que está respaldada por estadísticas que casi siempre contribuyen a entender un poco mejor lo que pasa.
Vencido el juego 60 de la actual temporada este miércoles, Pinar del Río presentaba balance de 29 victorias y 31 derrotas y estaba, empatado con Santiago de Cuba, en el escalón nueve a igual cantidad de juegos de la primera posición ocupada por Ciego de Ávila.
De las subseries ya vencidas, presentaban cuatro ganadas: Las Tunas 4-1, Granma 3-2, Guantánamo 3-2 y Holguín 3-2, pero perdieron cinco: Sancti Spíritus 2-3, Ciego de Ávila 2-3, Camagüey 2-3, Santiago de Cuba 1-4 y Cienfuegos 2-3.
Sin incluir el partido de ayer, Vegueros ocupaba el noveno lugar en bateo con promedio de .295 y en jonrones con 37, y el décimo en anotadas con 326, en impulsadas con 299 y en slugging con .421.
Esos números son la primera señal de que los verdeamarillos están donde pueden estar en estos momentos, porque el tren lo han estado tratando de halar durante toda la temporada fundamentalmente tres hombres: Willian Saavedra, Roidel Martínez y Juan Carlos Arencibia, con altibajos en el resto.
Saavedra estaba de tercero entre los bateadores con promedio de .395, un promedio de embasado (OBP) de .464, slugging de .737, con 60 jits, 11 dobles, un triple y 13 jonrones, además de 46 carreras impulsadas y 32 anotadas. Estos números quizás podrían ser mejores si una lesión no lo hubiera sacado un tiempo de la alineación regular.
Otro que ahora anda lesionado es Roidel Martínez que ocupaba el puesto 21 entre los 40 primeros bateadores con average de .352, OBP de .417 pero slugging solo de .475 debido a 63 imparables, 11 dobles, cuatro triples y un jonrón, con 21 carreras impulsadas y 40 anotadas.
La otra locomotora del tren pinareño es Juan Carlos Arencibia, puesto 24 entre los bateadores hasta el miércoles con 80 jits, 13 dobles, cuatro triples y un jonrón, promedio de .349, OBP de .412 y slugging de .454, sin contar la chispa y explosividad de este vueltabajero que no aparece en los números, pero está en cada triunfo de los que ha ayudado a consolidar.
El fuerte durante años de los conjuntos del patio, el pitcheo, después del “huracanazo” del miércoles estaba en el séptimo lugar en promedio de carreras limpias con 5.00.
Lo que le ocurre a los vueltabajeros está dado también porque su pitcheo ha sufrido como ningún otro conjunto en esta serie la salida de sus lanzadores de primera línea hacia contratos en otras ligas, porque Liván Moinelo, Raidel Martínez y Frank Abel Álvarez ni siquiera comenzaron la temporada, mientras que Frank Luis Medina partió para Italia a finales de marzo y estaba previsto que Yosbany Torres y Erly Casanova se vayan al viejo continente antes de que termine la clasificatoria.
En el cuerpo de serpentineros queda un grupo de ocho principiantes (cuatro novatos, tres con solo un año en series nacionales y otro con dos) y los de más experiencia han tratado de sacar la cara por el equipo pero en su mayoría bien poco han podido hacer.
A todo lo anterior se une que varios de sus jugadores han estado fuera de juego por lesiones o por contagio o sospecha de padecer COVID-19, además de los que no han rendido como se esperaba de ellos, lo que ha impedido conformar una alineación estable.
Alguien me decía un par de semanas atrás que Pinar del Río no tenía un equipo sino un combo que no puede hacer mucho más, y los altibajos en su juego hasta cierto punto lo demuestran.
Una mirada más profunda a lo que sucede lleva a pensar que este equipo que ahora sube y baja pero no acaba de estabilizarse en la zona de clasificación está en fase de formación o de renovación, como quiera llamársele, porque a Vueltabajo también lo ha tocado la otra pandemia: la del éxodo de peloteros en busca de nuevos horizontes en otras ligas y ese desangramiento no ha permitido conformar un conjunto ganador como el que se tuvo años atrás.
Los que hoy están en las filas vegueras le ponen ganas a cada partido, se entregan como sus antecesores y los que les sirven de ejemplo que permanecen en el equipo actual, pero a muchos les falta experiencia y esa se necesita en determinadas situaciones.
Asimismo es preciso educar más a esos muchachos en que mientras se está en el banco o el bullpen hay que estar observando lo que sucede en el terreno, porque así los jugadores de posición tendrán una mejor idea de cómo lanza cada contrario, mientras que los serpentineros podrán conocer de las debilidades de los que enfrentarán en algún momento.
Si a lo anterior se le suma la utilización todo el tiempo de las estadísticas de los rivales, algo imprescindible en la actualidad, entonces también podrá conocerse más de cómo enfrentar mejor al rival de turno.
Objetivamente, un equipo que aspire a pasar a otra fase no puede depender solo de dos o tres bateadores y lanzadores, y mucho menos pensar en ganar un campeonato.
¿Puede Vegueros pese a todo lo señalado clasificar? Solo el tiempo y el juego a juego de esta recta final lo dirá, porque predecir en estos casos es de adivinos y se sabe que detrás de esos personajes hay mucho de trucos y nada de objetividad.