La COVID-19 parece ceñirse a este pueblo y no querer dejarlo. Varios indicadores apuntan a un incremento de casos positivos en los próximos días y los protocolos continúan actualizándose.
En estos momentos cualquiera de nosotros pudiera pensar que Pinar no está tan mal si se compara con el resto del país, pero esa no es la ruta a seguir. Mal de muchos, consuelo de tontos. Que una provincia confirme más de 300 casos diarios en su peor jornada y tenga incidencia en todos sus municipios, es la expresión perfecta de que existe una elevada transmisión de la enfermedad.
Miren, no nos llamemos a engaño, estamos en un punto en el que si no hacemos las cosas bien, podemos vernos mañana como esos territorios vecinos que hoy poseen alarmantes cifras de contagios y muertes.
Después de casi un año y cinco meses de convivir con la COVID-19, muchos no han concientizado los peligros del virus. No son pocos los que aún no entienden que el SARS-CoV 2 mata, que se enferman familias enteras si no se es lo suficientemente cuidadoso en el hogar, y dentro del marco estrecho de la familia no se protege al más pequeño de casa o a aquel que peina canas y hasta hace poco era quien se encargaba de hacer las gestiones de la bodega o el mercado.
En este punto quiero detenerme y reflexionar juntos:
Los nuevos protocolos otorgan un mayor protagonismo al seno familiar. El hecho de ubicar el aislamiento en la vivienda y no en un centro estatal exige de gran responsabilidad, y cuando digo responsabilidad, se trata de que todos deben llevar nasobuco en el hogar, por molesto que sea. Significa que hay que extremar medidas de seguridad e higiene en el manejo de utensilios, prendas de vestir y limpieza de superficies.
Significa mantenerse en casa aun cuando sabemos que muchas familias dependen de esa persona que enfermó porque es su sostén, y es quien se levanta cada día y sale para poner un plato en la mesa.
Significa estar al tanto de la aparición de algún síntoma y acudir al médico de inmediato, no cuatro días después de estar haciendo fiebre, porque en la COVID-19, la oportunidad en el diagnóstico es esencial para poder combatirlo.
Así llegamos al Sistema de Salud. En esta batalla contra la pandemia a todos nos toca un pedacito. Resulta vital que la Atención Primaria esté al tanto de los pacientes confirmados y sospechosos; que la recepción en cuerpos de guardia no se dilate; que los ingresos y las recogidas se agilicen; que nuestros médicos no se cansen porque son ellos nuestra mejor arma en esta batalla; que informarle a un paciente que es positivo no demore hasta tres días como ha sucedido en no pocos casos porque esa espera desespera.
Pinar eleva las cifras de casos graves y críticos. A Pinar le fallece un paciente con más frecuencia que hace seis meses atrás, pero esos pacientes tienen nombres y apellidos, hijos, padres, gente que los llora cada día. Y es muy triste cuando uno sabe de alguien querido que muere y a uno se le eriza la piel al escuchar la cantidad de lactantes y embarazadas que enferman, porque sabe que ahí hay un riesgo exponencial.
Y cuando es la vida de un niño lo que está en peligro, ojo, las alertas se disparan, porque nada vale más que eso. Sin embargo, se ven aún en espacios públicos con el nasobuco al cuello. Mantenerlos en casa, entretenidos, entusiasmados, es también una tarea de titanes, y que hay que librar cada día como si fuese el primero.
Hemos llegado a un punto en el que el curso de la pandemia dependerá básicamente del comportamiento ciudadano, de la disciplina de todos, de la destreza de las instituciones médicas y de su personal de Salud.
Pinar ya se vacuna. Después vendrán el resto de los municipios. Siempre se ha dicho que nunca fue más oscura la noche que antes del amanecer. Vamos a pensar positivo y actuar en correspondencia. Es posible que con el esfuerzo de cada uno, en varios meses, por qué no, se controle la enfermedad y la vida sea como antes.