Verde que te quiero verde. / Verde viento. Verdes ramas. / El barco sobre la mar / y el caballo en la montaña. / Con la sombra en la cintura / ella sueña en su baranda / verde carne, pelo verde, con ojos de fría plata.
Aunque en 1930 haya vivido tres meses en Cuba, a la que calificó de paraíso, el poeta andaluz de seguro no pensó en el beisbol, para escribir esos versos con los que comienza Romance sonámbulo, el poema más importante de una antología que, justamente, se titula Verde que te quiero verde.
Sin embargo, si el color verde es elegido por Federico García Lorca para pintar los escenarios y los personajes de la Andalucía gitana que crea en su poética, y condensa varios significados entretejidos en relación con las pasiones, entonces la pelota cubana se ha inspirado en esa tonalidad para vivir las emociones de un juego que «enloquece» a quienes habitamos ese paraíso lorquiano.
Incluso, hasta la baranda, figura femenina del poema, pudiera ser esa esférica blanca que viaja dentro del mismo diamante de plata, unas veces bajo el sol, otras a la luz de la misma luna del poeta.
Lo cierto es que el verde es el color de la 63 Serie Nacional, y el verso de bolas y strikes, de jits y jonrones de Pinar del Río, arropado con ese tono ha revivido el beisbol en el también verde caimán. No vamos a hablar de estadísticas que, abrumadoramente, amparan al mejor plantel de la temporada, y los jugadores vueltabajeros lo saben. Descubramos, entonces, el premio, el más querido por los peloteros, y al propio tiempo, la razón de ser de su poesía.
Alexei Ramírez, William Saavedra, Yaser Julio González, Luis Pablo Acosta, Yasiel Agete, Juan Carlos Arencibia, Lázaro Emilio Blanco, Lázaro Benítez, Jorge Yoan Rojas, Tailon Sánchez, o Bladimir Baños, Erlys Casanova, Branlis Rodríguez, Yan Carlos García, Orisbel Borges, o Frank Luis Medina en las primeras estrofas de la campaña, entre otros, son los hacedores de esta lírica beisbolera.
Son ellos los que han convocado a su pueblo para inundar el Capitán San Luis, convertido en esa impresionante y bella marea verde. En Pinar del Río los precios están altos, sí, hay apagones, el transporte escasea, pero no falta la alegría de las obras poéticas de sus peloteros, vitoreadas a todo pulmón por un repleto estadio verde.
Esa es la pelota, que nos llena de pasión, nos hace invencibles y, al propio tiempo, invulnerables ante las dificultades. Cuando esos héroes se entregan con la inmensidad de su geografía humana, como si en cada juego les fuera el campeonato, que es su vida, la recompensa llega en los miles de corazones que no han dejado de poblar su estadio.
Lorca, quien en sus meses en la Mayor de las Antillas estuvo en Viñales, decía que, si se perdía, lo buscaran en Andalucía o en Cuba. Entonces, como apasionado a la pelota, si algún día nos extraviáramos, búsquennos en un estadio en que se viva la intensidad cultural que se siente en el Capitán San Luis, en el que todo es verde, como la esperanza.