Los accidentes de tránsito en Cuba pasaron a formar parte de la vida cotidiana de sus pobladores y se convierten además en una constante informativa en los espacios noticiosos de la Isla, en sus diferentes soportes, o en las redes sociales digitales.
Aunque se desarrollan campañas comunicativas para visibilizar este fenómeno, todavía resultan insuficientes en ese sentido.
Así lo reflejan las últimas estadísticas oficiales publicadas por la Dirección Nacional de Tránsito sobre este tema correspondientes al primer semestre de 2022, cuando hubo un acumulado de 4 871 eventualidades con un saldo de 346 fallecidos y casi 4 000 lesionados.
Aunque los datos de la segunda mitad del año aún no están disponibles, el panorama no se vislumbra favorable, a juzgar por los reportes en redes sociales y en medios de prensa nacionales. Además, el 2023 inició con noticias sobre hechos de esta naturaleza en Pinar del Río, Guantánamo y La Habana.
Ahora bien, ¿cuáles son las causas de estos acontecimientos?, ¿qué situación presenta la infraestructura vial?, ¿existen normas jurídicas capaces de regular el sector automotor en el país?, ¿son efectivas las campañas comunicativas para lograr conciencia en peatones y conductores?, ¿cuán óptimo es el estado de los vehículos en circulación?
Ante todo, las consecuencias, a corto, mediano y largo plazos de estas tragedias siempre derivan en traumas, físicos o no, para los sobrevivientes; para los familiares de las víctimas fatales constituyen pérdidas irreparables y heridas que no llegan a cicatrizar jamás.
Resulta imposible desvincular estos hechos del marcado deterioro de las carreteras, primarias y secundarias, así como la deficiente presencia de señalizaciones en los diferentes tramos de las vías. Por su parte, el alumbrado público y los semáforos en las arterias más concurridas, en ocasiones, no funcionan adecuadamente.
Lo anterior se sustenta en un informe de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), en el que se evidencia que las inversiones en el sector del transporte disminuyeron de un 11,7 por ciento en 2021 a un 10,2 por ciento en el año siguiente.
Otros factores influyentes en este fenómeno son las violaciones a la Ley 109, Código de Vialidad y Tránsito, de 2010, pues los choferes circulan con velocidades superiores a las establecidas, conducen bajo los efectos del alcohol o responden a llamadas del celular mientras están al volante y, por tanto, se desconcentran.
Los peatones, por su parte, en algunos casos, invaden el carril de los autos por la inexistencia de aceras o llevan accesorios capaces de distraerlos en el trayecto, entre ellos, audífonos con volúmenes de música elevados.
Mucho se ha hablado sobre la presencia de animales sueltos en las carreteras cercanas a zonas agrícolas, pero casi siempre se convierten en palabras llevadas por el viento, pues a día de hoy es común ver ganado cruzando las vías como si se tratara de algo natural. Esto sucederá mientras no se tomen medidas rigurosas contra los dueños de dichos ejemplares.
Por otro lado, la flota automovilística cubana, aunque no existen estadísticas al respecto, a simple vista denota un elevado grado de antigüedad. Buena parte de los carros datan de los años ‘50, los llamados Almendrones, o de la década del ‘90 del siglo XX, traídos desde la antigua Unión Soviética.
Está de más mencionar que las siempre presentes limitaciones de la economía cubana encarecen las reparaciones integrales a estos, porque resulta costoso comprar partes, piezas y demás accesorios para ejecutarlas.
Quizás constituye una observación personal de este escribidor, pero al menos desde su experiencia personal, en las zonas semiurbanas, cercanas a tierras dedicadas a la agricultura, es normal el tránsito de vehículos de tracción animal en horario nocturno sin la más mínima iluminación, pero a demasiada velocidad.
Nadie duda las limitaciones financieras del país y, en especial en el sector del transporte, pero cabría preguntarse si se está realizando un trabajo verdaderamente apropiado en las inspecciones técnicas a los vehículos, pues en muchos casos las personas los abordan y, a simple vista, se percatan de que no reúnen las condiciones como para circular en la vía y exponen así la seguridad de peatones y conductores.
De nada sirve que los medios de prensa realicen campañas comunicativas dirigidas a concientizar a la población sobre este fenómeno si no son capaces de surtir un efecto positivo en ese sentido. La disminución de la accidentalidad en Cuba dependerá de la responsabilidad de los individuos en la vía, el cumplimiento de las regulaciones al respecto y, sobre todo, una considerable inversión capaz de revertir el deplorable estado de las carreteras, así como la obsolescencia de los autos.
Por Idael Valdés Martínez, estudiante de Periodismo