Muy frecuentado por turistas nacionales y foráneos, para admirar las vistas de las montañas circundantes, el mirador del Valle de Viñales es mucho más que un balcón hacia un deslumbrante escenario, patrimonio mundial.
El sitio, reverenciado en sus lienzos por afamados artistas, fue erigido con el fin de apreciar los encantos de los mogotes o elevaciones de cimas redondeadas, que datan del período jurásico, y en cuya base afloran aún curiosos vestigios del pasado como los fósiles de amonites, molusco desaparecido hace unos 75 millones de años.
Además de constatar la belleza del paraje, declarado Paisaje Cultural de la Humanidad, los recién llegados pueden disfrutar ahora de un verdadero espectáculo de estatuas vivientes, las cuales interpretan personajes de la zona, considerada una de las tierras más antiguas del Caribe.
El típico guajiro o campesino viñalero, un pelotero, la vendedora de frutas y el manisero acompañado de los cucuruchos de maní tostado, sobresalen entre los magos del disfraz y la paciencia, quienes posan durante horas con el hermoso Valle de Viñales como “telón de fondo”.
Un fotógrafo orgulloso de su vieja cámara destaca igualmente dentro del colectivo de actores, los cuales dedican parte del día a la preparación de su atuendo y maquillaje para permanecer inertes durante varias horas, ante la mirada de asombro de lugareños y visitantes.
Turistas turcos, españoles, franceses, recorren el mirador donde suelen comprar recuerdos de su paseo por la zona -inscrita en la Lista del Patrimonio Mundial debido a la simbiosis casi poética entre el hombre y el entorno- aseguró a Prensa Latina una de las trabajadoras del lugar que vende libros y distintos souvenirs.
Junto a los célebres mogotes, prácticamente sin par en el orbe, el Valle de Viñales atesora centenarias prácticas agrícolas, como el cultivo del tabaco, y artísticas.
Tonadas campesinas de origen canario, entre las que descuella el punto guajiro, y saberes referidos a la confección de cestas con fibras vegetales, son algunas de las reliquias del territorio, perteneciente a la occidental provincia de Pinar del Río y distante unos 160 kilómetros de La Habana.
Compitiendo con el monumento erigido en honor a Domingo Ramos, conocido como el pintor del valle, las estatuas vivientes añaden atractivos a la suigéneris ventana hacia las elevaciones y los bohíos (rústicas casas de madera) aledaños, donde los tabacaleros secan de manera natural las hojas tras cada cosecha.
Esta vertiente expresiva cuyos orígenes se asocian a las antiguas civilizaciones griega y egipcia está de moda en muchas urbes modernas pero en Viñales es una exhibición iniciada en fecha relativamente reciente.
En ese entorno los personajes estáticos seducen sin más atributos que el propio cuerpo retocado con tintes y, en algunos casos, adornado con vetustos trajes y máscaras.