Ahora que, gracias a la ciencia y a sus vacunas salvadoras, Viñales vuelve a ser el destino de los turistas de medio mundo, Luis Alberto Camacho ha retomado su antiguo trabajo de guía, para mostrarle al visitante las bellezas del valle.
A pie o a caballo, los conduce por los senderos que llevan hasta los mejores paisajes o a aquellos sitios que son leyenda viva, como el caserío de «los acuáticos», último reducto de un puñado de familias que por casi un siglo han abrazado la creencia de que todos los males pueden curarse con agua.
Su página en internet, que durante los dos años de pandemia permaneció inactiva, ha vuelto a ser la vía de contacto con quienes prefieren conocer a Viñales a través de su gente.
A la entrada de su finca, este joven pinareño ha levantado, además de madera y guano, un pequeño establecimiento con ofertas gastronómicas para aquellos que llegan hasta allí.
Sin embargo, aclara que sus tierras no las dejará de sembrar jamás.
Como muchos en este territorio, que en las últimas décadas se había dedicado casi exclusivamente al turismo, Luis Alberto aprendió a vivir del campo en los meses oscuros de la pandemia.
Las 13,41 hectáreas que posee, cerca de la zona del Mural de la Prehistoria, fueron fuente segura de sustento cuando las guaguas cargadas de visitantes dejaron de entrar al valle y cerraron los hoteles, los hostales y los cientos de restaurantes, cafeterías y bares que daban empleo a los viñaleros, y a no pocas personas de los municipios cercanos.
Por eso, con la llegada de una nueva normalidad poscovid-19, lejos de desechar el trabajo en el surco, ha decidido combinar agricultura y turismo, en un territorio que ostenta la condición de Paisaje Cultural de la Humanidad, precisamente, por esa relación armónica del hombre con su entorno.
«Entre los atractivos que les ofertamos a las personas que recibimos de otros países está enseñarles el cultivo de la tierra, con técnicas tradicionales.
«Es algo que a mucha gente le llama la atención, para conocer acerca de la vida en el campo cubano y cómo se puede producir sin maquinarias».
De esa manera ha logrado hacer de su finca uno de los tantos atractivos de Viñales y, al mismo tiempo, aportar carne de cerdo, tabaco, hortalizas, frutas, viandas, granos, entre otros renglones.
«En estos momentos tenemos sembrado lechuga, malanga, yuca, maíz, mango, aguacate», detalla Luis Alberto.
COMBINANDO AGRICULTURA Y TURISMO
Cuentan que a lo largo del valle fueron muchos los que se vieron obligados a «virarse para el campo» durante la pandemia.
«Valga el pedacito de tierra para uno subsistir en ese tiempo», recuerda Yosbel Fernández, y confiesa que antes de la covid-19 la demanda de turismo era tan grande que una buena parte de los campesinos, en lugar de sembrar alimentos, prefería cultivar hierba para los caballos con los que se realizaban excursiones.
Pero esa es una práctica que, al parecer, ha quedado en el pasado.
«Aunque la gente ahora tenga otras entradas económicas, mantiene la tierra y un nivel de producción», dice.
En una pequeña finca de tan solo dos hectáreas, Yosbel y su familia cultivan más de 30 tipos de frutas y vegetales, con los que abastecen un restaurante y un punto de venta.
Además, los sembrados constituyen, de por sí, una puerta abierta a los turistas que desean aprender sobre los quehaceres del campo, y ayudan en las distintas faenas.
«Al turista le gusta convivir con el campesino y practicar las mismas actividades. Son muchos los que se interesan por eso. Así que vinculamos las visitas con el tema de la agricultura sostenible, la agroecología y el hecho de estar ubicados dentro de un Parque Nacional».
QUIENES DIJERON QUE SEGUIRÍAN SEMBRANDO, LO HAN CUMPLIDO
Aun cuando en la actualidad ha vuelto a funcionar la inmensa mayoría de las más de 1 170 casas de renta, 139 cafeterías, 129 restaurantes, 92 servicios de belleza y 12 bares registrados en el territorio antes de que el nuevo coronavirus estremeciera el mundo, Yosbanky Gómez, director municipal de Trabajo y Seguridad Social, asegura que «la gente que dijo que cuando se restableciera el turismo no iba a abandonar las labores en el campo, lo ha cumplido».
El funcionario considera que la covid-19 implicó un aprendizaje para los viñaleros, y que la tendencia ha sido a seguir explotando la tierra.
De hecho, afirma que algunas de las más renombradas mipymes mantienen los vínculos con la agricultura.
Ni los enormes estragos ocasionados por el huracán Ian en vegas y huertos la prolongada sequía que vive el territorio desde hace varios meses, han conseguido romper esta alianza.
Diosbel Fernández, director adjunto de la Empresa de Acopio y Beneficio del Tabaco de Viñales, entidad sobre la que recae el grueso de la producción agropecuaria, coincide en que el auge de personas que se volcaron al campo no se ha perdido.
Incluso señala que la juventud ha encontrado un incentivo en las vegas, algo que antes no ocurría.
«La gente no olvida lo que sucedió con la pandemia y no ha dejado la tierra. Por eso creo que van a mantener las dos opciones, y que eso de sembrar hierba en vez de alimentos no volverá a pasar».