Maykel lleva la música cubana en la sangre. Lleva el son, la salsa, la guaracha, la timba. Defiende lo más autóctono de su país desde lo mejor que sabe hacer: cantar, eso, y transmitir alegría, una suerte de energía positiva sobre el escenario, que contagia al más exigente de los bailadores.
Este año ya suman 25 de carrera artística y desde entonces no ha hecho más que superarse y hacer feliz a los demás.
“Estudié Canto en el nivel Elemental, en la Escuela de Superación de Arte con los profesores José Rolando Valdés y Servando Blanco, luego hice nivel Medio y empecé a formar parte de la agrupación Ireme; ahí hice una carrera de 10 años, a la vez trabajaba con el grupo Cumbre, recuerdo que juntos fuimos a Francia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo…
“Al regreso estuve con la agrupación Internos las Artes, luego inicié como solista, me trasladé hacia La Habana, compartí escenario con NG-La Banda, y después, por cuestiones personales asociadas al nacimiento de una de mis niñas, regresé a Pinar del Río y me recibió Timbalaye”.
En breve tiempo Maykel resume su carrera artística, versátil, rica, amplia, siempre en defensa de los mejores valores de la música cubana.
“Fue una época en la que apoyé a muchas agrupaciones, entre ellas Suprema Ley, y al cabo del tiempo hice una serie de conciertos benéficos, a cuya recaudación se le sumó donativos de amigos, de logias y de la Casa Cultural Ashedá, todo destinado a los niños que padecen cáncer”.
Sintió entonces la necesidad de tener su propia agrupación. Así nacía Maikolaroye, que ya llega a sus cinco años. No obstante, mantiene su carrera en solitario junto al trabajo con su orquesta.
Este joven músico se refugia en la familia, en sus dos niñas, en sus padres, en la esposa que lo apoya sin límites y en sus músicos, un equipo que le ofrece seguridad y confianza.
Al referirse a los géneros que como artista prefiere confiesa: “Desde niño siempre me gustó la música bailable. En los ´90 tuvo un boom inmenso la música cubana, recuerdo que en todos los lugares se escuchaba y se bailaba.
“Seguí inclinándome por ese género hasta que llegué a las agrupaciones y ahí el diapasón se amplió un poco más, entonces tuve que cantar baladas, boleros, jazz, todo lo que se hacía en cada una de las orquestas en las que trabajé, pero en realidad, como dice la canción ‘el son es lo más sublime para el alma divertir’, y es lo que de verdad me llega, lo que llevo en la sangre, lo que me gusta y defiendo: la música cubana”.
Sobre la proyección en el escenario, asegura que aun cuando se estudia, se debe nacer con la aptitud: “Como buen cubano uno siempre lleva la clave dentro y también coge de quienes te antecedieron y de quienes están hoy y son referentes como los Van Van.
“Mi repertorio ha tenido de fondo, como base, la música tradicional, algo bien cubano, eso es lo que hago, y a ello le dedico el mayor tiempo de la agrupación. Como solista mantengo el mismo trabajo, trato de transmitir al público la cubanía, que es mi esencia.
“Tengo compositores a los que respeto y admiro: Juan Formell ha sido un mago de la música cubana, Adalberto Álvarez, José Luis Cortés. Como cantantes creo que Mayito Rivera es una de las banderas de estos tiempos.
“Hago un popurrí de Van Van que vuelve a la gente loca y toco mis propios temas también, más soneros, más alternativos. Letras mías son parte de colaboraciones con agrupaciones extranjeras.
Maykel asegura que está en uno de los mejores momentos de su carrera profesional: “Con la agrupación me presento fuera de la ciudad en los municipios; también estoy en La Sitiera, y mantengo en La Esquinita, ahora ConKashé, mi peña, la cual se convertirá en una especie de descarga a piano bar con Adalberto Luis Reyes, uno de los mejores artistas de Vueltabajo, en una interacción con él y con el público a la vez”.
Hace un aparte para hablar de los espacios en los que en la actualidad se defiende o se podría defender más la música popular bailable: “Pinar del Río tiene varios lugares en los que las orquestas se pueden presentar, quizás no han sido vistos como espacios que se puedan aprovechar, y que logren generar ingresos para los artistas. Está el parqueo del estadio, El Criollo, La Plaza, el Pista Rita. Al final no sabemos cómo explotar esos sitios”.
Sobre la responsabilidad de hacer trascender la música cubana señala: “Se han perdido las costumbres y la música es patrimonio de nuestra identidad. Tiempo atrás se bailaba mucho casino, se hacían ruedas en las escuelas, en las universidades, en los municipios. Debemos agradecer a Adalberto Álvarez que hizo énfasis en promover un rescate de las mejores tradiciones, pero se ha perdido otra vez.
“Y siento que en otras naciones se respetan mucho las raíces, por ejemplo, en Colombia, en Venezuela. Creo que relacionado con el consumo de la música lo más importante es llegar a educar a los niños, a los jóvenes, para rescatar lo propio, lo auténtico y hasta las canciones infantiles. Uno debe mantener su posición como salsero, como sonero, aunque hagas otros géneros y seas versátil.
“Siempre reconozco al equipo de músicos, a mi productor, a la familia, a mi sonidista, a mi representante y a mi público. En estos momentos estamos en varios proyectos, tenemos previsto un grupo de conciertos en lugares de difícil acceso y otro grande aquí en Pinar para festejar el aniversario 25.
“En un futuro grabaremos un CD bajo el sello Abdala, estamos en la selección de los temas y será dedicado a Miguelito Cuní”.
Perteneciente a la Empresa Comercializadora de la Música y los Espectáculos y miembro de la Uneac, Maykel Castillo asegura que ha sido muy constante en su trabajo y por ello agradece el respaldo institucional de la Dirección Provincial de Cultura, así como el apoyo de la Casa Cultural Ashedá.
“Es también mi casa. Doy gracias a Orula por lo que he logrado, por mi agrupación, por mis músicos. La fe es importante.
“Toda mi fe la he volcado a Orula, siento que por él he alcanzado grandes cosas en mi vida, también tengo todos mis santos. A la religión Yoruba llegué hace unos 10 años y si hubiese sabido que mi vida iba a dar un vuelco tan importante, hubiese sido partícipe de ella desde antes. Es una religión marginada por muchos, pero es pura y bonita. A mí me ha ayudado”.
Maykel habla de su carrera artística como si recién empezara. La vida lo ha puesto en el camino de grandes del pentagrama cubano; por eso defiende el son, la clave que lleva en sus venas, y aunque no niega el placer que es interpretar otros géneros y estilos, tiene muy claro que defender la música de sus raíces es un deber y lo que más disfruta hacer.