¡Quién lo diría! Atrás quedó el año viejo, y seguimos aquí contra todos los pronósticos de quienes nos quieren hacer daño. Este año “se fue volando”, casi que en un pestañear, a pesar de las no pocas vicisitudes acaecidas.
Ya comenzó el 2024, y con este nuevo periodo frente a nosotros, no nos queda más que preguntarnos qué nos deparará la vida para estos 365 días por venir.
Para la mayoría de los cubanos, este 2024 seguirá teniendo, –como lo tuvo su predecesor– un sabor agridulce. Pues, sin dudas, existirán muchas piedras en el camino. Sin embargo, para bien también seguimos contando con nuestra mejor arma: el característico optimismo que siempre nos acompaña.
Además, para nosotros no hay mejor empuje que una nueva oportunidad para empezar de cero. Ya que como dijera el refranero popular: “Año nuevo, vida nueva”.
Por supuesto, no debemos olvidar el camino recorrido, ni tampoco aquellos sueños y ambiciones que no pudieron ver su pináculo en el 2023. A esos empeños que quedaron pendientes, así como a cada tarea inconclusa, debemos poner mucho más que el corazón.
Con cabeza fría debemos detenernos y pensar en qué fallamos, en qué momento perdimos el impulso, y asimilar a conciencia todos los demás percances que nos asestaron algún que otro golpe… y como guerreros regresar sin miedo tras lamernos las heridas.
No es un secreto para los más avispados que lo vivido debe servirnos como un provechoso material de estudio y libro de cabecera, si realmente queremos sortear los inconvenientes, que de hecho… ya están frente a nosotros.
No es menos cierto que este 2024 será igualmente un periodo complejo para todos. Aún tenemos que solucionar como país muchos asuntos que mellan la cotidianidad, y al final del día repercuten en nuestros platos a la mesa.
Evidentemente, tales soluciones dependen de nosotros, de todos, porque las enmiendas no llegarán por arte de magia, solidaridad de terceros ni por reclamos de derechos reiterados a quienes nos aprietan.
Quizás algunos alegarían el cómo seguir si cada día somos menos… pues con empeño, con deseos, con decisión, con metas imposibles. Con lo que gritó el comandante Almeida en “Alegría de Pío”.
No debemos olvidar que además de ser bravos y empecinados, también somos maestros de la innovación, del ahorro, del combate diario en grado superlativo, así como de la pasión y entrega ante cada tarea que acometemos.
Esa es la esencia de la victoria, de la sostenibilidad y la prosperidad: que cada cual cumpla con su cometido, y que de igual forma se denuncie la chapucería, el abuso y lo mal hecho.
Por otra parte, quiero pensar que la resistencia, sí, esa en la que ya somos expertos y ejemplo en el orden internacional, serán decisivas si de creatividad, victoria y buenaventura productiva se habla.
Como dijera líneas antes, todos anhelamos un 2024 mucho mejor económicamente hablando, y con ello la mejora de todos los indicadores de la vida cotidiana.
Aspiramos a que surjan nuevas alternativas y oportunidades por igual para quienes aún creemos, y que a lo largo de este año cada cubano logre la mejor de las realidades para los suyos.
Recordemos que por igual la felicidad y la superación dependen de nosotros mismos, de nuestras proyecciones y esfuerzos.
Pero si importante es lo anterior, también lo es el próximo. Por ende, entre todos contribuyamos a que este 2024 –peliagudo como debe ser– sea un año bondadoso, agradable y, sobre todo, manejable para nuestras mentes y bolsillos.
Seamos buenos amigos, buenos vecinos, buenos comerciantes… seamos esa mejor versión que queremos ver en el otro.
Volvamos, pues, este año que recién comienza al ruedo de la vida, y ofrezcamos lo mejor.