Un sistema energético impulsado por energías renovables será mucho mejor, entre dos y 16 veces, para las personas, la vida silvestre y el planeta, proyectó un estudio divulgado este viernes 3 por el no gubernamental Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF en inglés).
Marcene Mitchell, vicepresidenta de cambio climático de WWF dijo que “los resultados nos ayudan a centrarnos en el panorama general y dejar claro que las energías renovables son significativamente mejores para la naturaleza y las personas, ahora y en el largo plazo”.
El estudio, “Construyendo una transformación energética positiva para la naturaleza”, fue realizado junto con la firma estadounidense de consultoría Boston Consultin Group (BCG), estima el impacto general de una transición energética a través de 30 métricas clave (valores medibles) en ocho áreas de impacto.
Su primera conclusión es que un sistema energético impulsado por energías renovables tendrá un impacto positivo en una variedad de recursos, incluidos la calidad del aire y el agua, la salud humana, la biodiversidad y los ecosistemas.
Los mejores resultados ocurren en 27 de las 30 métricas de impacto medidas.
Las mayores diferencias se encuentran en las áreas mineras, la calidad del aire y el agua, la pérdida de biodiversidad, la tierra perdida y degradada por los impactos climáticos, el riesgo de pobreza, la exposición a la escasez crónica de agua, los cambios de bioma, el estrés por calor y el riesgo de inundaciones.
Esos mejores resultados son posibles en gran medida gracias al desmantelamiento de las minas de carbón, la reducción de la quema de combustibles fósiles y los menores impactos del cambio climático en un futuro de transición rápida.
El estudio proyecta que una rápida transformación creará el doble de puestos de trabajo, lo que tendrá un impacto positivo en la fuerza laboral.
También, que reducir la frecuencia y la intensidad de los desastres provocados por el cambio climático ahorrará dos billones (millones de millones) de dólares al año en daños a la infraestructura.
Señala que la transición a las energías renovables podría imponer demandas adicionales sobre el uso del agua, la huella de la tierra y los ríos que fluyen libremente, pero el informe describe estrategias para evitar o minimizar drásticamente estos riesgos.
La demanda de metales críticos (litio, níquel, grafito, neodimio, cobre, cobalto, acero, silicio, plata, aluminio) aumentaría entre dos y 15 veces. Sin embargo, solo representarían cinco por ciento de la producción mundial total de metales en 2050.
Para entonces, el escenario de transición rápida tendría 30 % menos de superficie total de tierra dedicada a la minería (76 000 kilómetros cuadrados en vez de 115 000) y de minas activas (2300 en lugar de 3400) en comparación con el de mantener la actividad como ahora, debido principalmente al desmantelamiento del carbón.
El estudio sostiene que en un futuro impulsado por combustibles fósiles, la cantidad de tierra perdida por inundaciones, desertificación e incendios forestales será considerablemente mayor que la huella del desarrollo de energías renovables.
En cuanto a calidad del aire, el escenario de transición rápida implica una quema significativamente menor de combustibles fósiles, lo que se traduce en grandes mejoras en la calidad del aire y la salud humana.
También se proyecta hasta 90% menos de eutrofización de agua dulce (exceso de nutrientes inorgánicos procedentes de la actividad humana), al disminuir la minería del carbón y de los vertidos directos de aguas residuales, y una disminución de hasta 76 % de los riesgos para la biodiversidad.
Con otras métricas, sostiene que la transición rápida puede crear hasta 36 millones de empleos al año en lugar de los 14 millones con la economía como hasta ahora, y los costos en infraestructura y suministro de alimentos bajarían hasta en 50 %.
Los riesgos de pobreza, estrés por calor y de inundaciones disminuirían entre 65 y 70 %, y en general los impactos relacionados con el cambio climático hasta 80 %.
El informe proporciona a los formuladores de políticas, administradores y partes interesadas una “caja de herramientas de soluciones” para facilitar una transición que sea rápida y cuidadosa, y establece un marco para evitar y minimizar los impactos de una transición rápida.
Entre sus advertencias incluye que para construir a la velocidad y escala necesarias, los procesos de planificación deben involucrar a las partes interesadas afectadas desde el principio y con frecuencia, especialmente las comunidades locales, y al mismo tiempo abordar las necesidades ambientales y del sistema energético.