Varios científicos a nivel mundial aseguran que el virus SARS-CoV-2 emprendió, con la variante Ómicron, su ruta hacia la endemia. Así quedó expuesto en un artículo del investigador Daniel García Rivero, jefe del Laboratorio de Química de la Universidad de La Habana, que publicara recientemente Cubadebate.
Y entre pandemia y endemia existe una gran diferencia. La primera se acepta cuando la epidemia se ha extendido por varios países, continentes o todo el mundo y afecta a un gran número de personas, según confirma la Organización Panamericana de la Salud; mientras la segunda denota la presencia habitual de una enfermedad o un agente infeccioso en una determinada zona geográfica o grupo de población. Es decir, la prevalencia habitual de una enfermedad determinada en esa zona, que a menudo ocurre en ciclos.
Sin embargo, para llegar a este punto, el cual no se puede asegurar que sea en un futuro inmediato, se ha tenido que pasar por mucho.
La pandemia y las altas cifras de contagios por COVID-19 han llevado al mundo al borde de una crisis sanitaria y económica, en la que se han agudizado las brechas en cuanto a acceso a pruebas diagnósticas, tratamientos, y quizás lo más importante, vacunas.
Ómicron, la variante que en estos momentos azota en la mayor parte del mundo, amenaza con infestar a más del 50 por ciento de la población europea, según alertó la OMS recientemente; con ella “el 90 por ciento del mundo pudiera llegar a estar expuesto al virus”, aseguran los epidemiólogos.
A estas alturas las investigaciones y evidencias han comprobado que es mucho más leve que Delta, la que la antecedió y que cobró miles de vidas en Cuba, sin embargo, prueban los estudios que es altamente transmisible, tanto así que “es el de propagación más rápida en la historia de la humanidad”.
Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), hizo un llamado de advertencia en su primera alocución este año: “Aunque Ómicron parece ser menos grave en comparación con Delta, especialmente para las personas vacunadas, no significa que deba clasificarse como leve, precisó. Al igual que las variantes anteriores, causa hospitalizaciones y está matando a personas”, dijo; a la vez que alertó que el nivel de contagios “está desbordando los sistemas sanitarios de todo el mundo”.
PUERTAS DE LA VACUNACIÓN
En este contexto andamos. El camino para frenar los contagios, o al menos las formas graves y críticas de la enfermedad, parece ser definitivamente el de las vacunas, en el cual Cuba tiene un largo trayecto vencido con el desarrollo y producción de tres fármacos antiCovid y el estudio de otros dos candidatos en avanzadas fases de estudio.
La población vacunable cubana recibió esquemas completos con algunas de estas vacunas y está inmersa ahora en la aplicación de boosters o dosis de refuerzo.
Pero ninguno de estos fármacos, ni los cubanos ni los logrados en otras latitudes son estériles, o sea, ninguno de ellos evita que las personas enfermen.
Con la “inmunidad esterilizante” el virus no penetra en el cuerpo y para lograrla, científicos de todo el mundo han depositado sus conocimientos y esperanzas en las vacunas intranasales.
“Mirando la historia, los humanos hemos erradicado la viruela y la peste bovina con vacunas, son las dos únicas enfermedades infecciosas que se han erradicado totalmente por la intervención humana. Otras como la poliomielitis, el sarampión y la rabia, se han reducido a límites muy bajos en los lugares donde ha habido vacunación extensiva”, acota el investigador Daniel García en el mismo artículo.
Según cifras del Ministerio de Salud Pública al cierre del nueve de enero se acumulan en el país 31 689 588 dosis administradas con las vacunas cubanas Soberana 02, Soberana Plus y Abdala.
Tienen esquema de vacunación completo 9 725 935 personas, que representa el 86,9 por ciento de la población cubana. Cuentan con dosis de refuerzo un total de 2 914 069 personas, de ellas 163 203 como parte del Estudio Clínico y 2 750 866 por la vacunación de refuerzo que se aplica en territorios seleccionados y grupos de riesgo.
Según reseñó el 11 de enero el sitio de estadísticas de la Universidad de Oxford, Our World in Data, el 59,2 por ciento de la población mundial ha recibido al menos una dosis de una vacuna contra la COVID-19; se han administrado 9,49 000 millones de dosis en todo el mundo, y ahora se administran 35,22 millones cada día. Solo el 8,9 por ciento de las personas en países de bajos ingresos han recibido al menos una dosis.
A estas brechas nos referíamos al inicio del artículo, sobre todo porque hasta el 10 enero se reportan 191 países y 32 territorios con casos de COVID-19, asciende a 309 millones 341 mil 386 los casos confirmados y a 5 millones 509 mil 631 los fallecidos, para una letalidad de 1,78 por ciento.
La región de las Américas es de las más golpeadas, con una letalidad superior a la del resto del mundo, con 2.16 por ciento.
¿DELTACRON Y FLURONA?
Por si fuera poco el impacto que tuvo Delta en Cuba (recordemos los meses de agosto y septiembre pasado, cuando Pinar del Río se convirtió en epicentro de la pandemia en el país), y las amenazas actuales de la leve, pero transmisible Ómicron, esta semana las autoridades chipriotas comunicaron la detección de hasta 25 casos de infección por una versión denominada Deltacron, que como su nombre indica ofrece una combinación de las variantes citadas anteriormente.
Sin embargo, un día después Maria Van Kerkhove, líder técnica de la respuesta a la pandemia de la COVID-19 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) pidió este lunes no utilizar el término Deltacron, flurona ni flurone, con respecto a la pandemia por COVID-19.
Cubadebate, que había informado la comunicación de Chipre, reflejó el 10 de enero las palabras de la epidemiológa en su cuenta de Twitter: “No usemos palabras como deltacron, flurona o flurone. Por favor. Estas palabras implican la combinación de virus y variantes y esto no está ocurriendo. ‘Deltacron’ es una probable contaminación durante la secuenciación, SARSCoV2 sigue evolucionando y ve coinfección de gripe”.
En la misma red social había explicado que “las co-infecciones de COVID-19 e Influenza han ocurrido durante toda la pandemia”, y exhortó a vacunarse contra la COVID-19 y la Influenza y mantener las medidas higiénico-sanitarias.
LAS CIFRAS MÁS TRISTES
El sitio de Cubahora maneja los datos de la COVID-19 en Cuba día a día. La página, que es la primera revista digital de la nación, confirma que en el país la cifra de casos confirmados diariamente alcanzó los números más altos a finales de diciembre e inicios de enero, a la vez que explica, lo que este semanario ha publicado también, “que el alza de casos confirmados en ese periodo está estrechamente relacionado con las violaciones de los protocolos de salud y las irresponsabilidades, sobre todo, en lo asociado a las medidas establecidas para los viajeros y sus contactos”.
Hasta el momento, indica el sitio, el 23 de agosto pasado se registró el número más alto de casos positivos en 24 horas con 9 907. Ojalá que no cambie jamás la fecha.
El caso es que todo parece indicar que el SARSCoV2 seguirá el camino de otros cuatro coronavirus que son endemias y conviven con la humanidad. Ocurre que ello no será de la noche a la mañana, y antes de hacerlo la salud está en juego. Más de dos años de pandemia deben dejar, al menos, el aprendizaje y la percepción del riesgo que permitan tomarlo en serio y cuidarse.