Antes de deportista, quiso ser bailarina, pero era demasiado bajita y corpulenta. Después, trató de correr rápido y lanzar la jabalina, como su mamá, e intentó los saltos de altura y longitud, pero tampoco prosperó. A los 13 años conoció la garrocha y supo que sería su destino.
“La vida es así. Lo que sucede conviene. A veces, las cosas que piensas que te hacen daño te impulsan para lograr lo que es para ti. A mí la pértiga me encantó desde el primer día.
“A esas edades tempranas te enseñan a agarrarla. Tienes valor, te lanzas, caes y te levantas, vas asumiendo el deporte como un juego. A medida que pasa el tiempo y lo practicas, se te hace más fácil”, dice Yarisley Silva a Cubadebate.
En unos Juegos Escolares Nacionales, celebrados en Santiago de Cuba, llamó la atención de Alexander Navas. Él la descubrió, la preparó, la incitó a saltar muchísimo y la hizo grande. Hoy continúa siendo su entrenador y juntos han conquistado grandes escenarios como el estadio Nido de Pájaro, de Pekín.
Subcampeona olímpica y campeona mundial, Yarisley conserva la misma sencillez y la naturalidad de “aquella muchachita que empezó un día en la Eide pinareña”, a la que no querían aceptar por cuestiones de estatura.
Esa forma de ser, su incuestionable talento y su éxito en una disciplina difícil y peligrosa, la encumbran entre otras leyendas del atletismo cubano como Juantorena, Sotomayor o Ana Fidelia.
Hace casi dos meses, leíamos sorprendidos la noticia de que Yarisley Silva y su entrenador solicitaban la baja del equipo nacional. La información conmocionó a seguidores, especialistas, prensa y pueblo en general. Pero hoy, luego de un breve impás, Yarisley está de regreso.
“Hace 20 días estoy incorporada a los entrenamientos en el Estadio Panamericano de La Habana. Acabo de comenzar la técnica, aunque todo este tiempo me he mantenido trabajando en la parte física.
“Me estoy preparando para participar en alguna parada de la Liga del Diamante y en el mes de julio en el campeonato mundial al aire libre, en Estados Unidos.
“Esta semana saldré a una base de entrenamiento en Castellón, España. En junio tendré las competencias. Comenzaría en Roma, Italia. Y estaría en tres mítines antes del mundial. Hasta ahora estoy clasificada, por puntos”, nos cuenta. Y resume: “Estoy contenta”.
¿Por qué decidió no asistir al campeonato mundial de atletismo bajo techo, en Serbia?
“No tuve problemas de visado, pero sí algunos inconvenientes. Salí de Cuba el 10 de diciembre y regresé el 10 de marzo, porque estaba al vencerse la visa de permanencia en la Unión Europea, que era de 90 días.
“Podía volver el día 12 a España, pero en Cuba se decidió que no fuera ese día para allá, aunque tuviera mis pértigas y objetos personales allí.
“Entonces, tuve que viajar de La Habana para Belgrado. Llegué a Belgrado a las 12 de la noche del 15 de marzo y mis pértigas no habían llegado. Se dijo que se buscaría una solución, pensé que las llevarían desde España, pero no pudo ser así.
“¿Por qué decidí no competir? Porque, aunque me buscaran unas garrochas lo más parecidas posible, no iban a ser las mías.
“Era la tercera vez que me pasaba esto. Me sucedió en una Liga del Diamante de 2018, en Oslo. Salté solo 4.26 metros con unas que me prestó la griega Katerina Stefanidi. Quedé sexta. La afición y la prensa me criticaron mucho.
“También recuerdo que competí sin mis pértigas en un mundial juvenil en Pekín y en una competencia en Turku, Finlandia. Las dos veces me fui en blanco.
“Como ya tenía esas experiencias, en Belgrado tomé la decisión de no participar. Además, mi evento es peligroso. En cada despegue que hago, arriesgo mi vida. A veces no hablo de eso, porque siempre decidimos correr el riesgo, pero es bueno que se explique en algún momento.
“Toda pertiguista tiene sus garrochas y entrena con ellas, para dominarlas. En mi caso, tengo las mías, con sus medidas, peso, flexión… En cada altura las voy cambiando.
“Si voy saliendo bien en la temporada y quiero presentarme en un mundial, no puedo ir a ‘inventar’, porque a ese nivel las atletas y los equipos hacen lo posible por llevar sus implementos listos, que eso no falle.
“Es como ir a la guerra y que la gente vaya con una ametralladora y tú con una pistola. Te van a matar. Pongo un ejemplo así para que se entienda.
“Si estoy finalizando mi carrera, en un tiempo en el que quiero seguir representando a Cuba, me parece que haciéndolo de esa manera caerían al suelo la imagen de mi país y la mía, el trabajo realizado. No es que no lo pudiera intentar, pero ya lo había hecho y no salido bien.
“No iba a arriesgarme en un mundial. Lo podía hacer en otra competencia, pero tampoco, porque las experiencias previas me habían demostrado lo contrario. Entonces, ¿para qué?, más en un evento como ese, donde todas las atletas van preparadas. No iba a hacer un papelazo”.
¿Cómo venía su temporada antes del mundial bajo techo?
“Había participado en cinco mítines, la mayoría en Francia. En tres de ellos estuve en el podio. Me fue bien. Logré 4.65 metros en Val-de Reuil y pude incluirme entre las 12 del ranking.
“Estaba clasificada en el onceno lugar y cuando se fueron las bielorrusas subí. Iba bien para la preparación que había hecho; además, hacía tiempo que no estaba por encima de 4.65 metros. Me había mantenido sobre los 4.60. Todo indicaba que salía a flote. Me sentía en forma para el mundial de Belgrado.
“En la última competencia en Francia, por poco salto 4.70 metros. Mi entrenador y yo dijimos: ‘En el mundial lo logramos’. Pero, bueno, no pudo ser. Cosas que pasan en la vida que una no espera”.
Tengo entendido que aún conserva su primera pértiga. ¿Qué anécdotas nos puede contar de su relación con la garrocha a lo largo de su carrera?
“Mi primera pértiga la guardo en un lugar especial, como para registrar parte de mi historia. Es diferente a las actuales, pero es la mía.
“A lo largo de mi carrera me han pasado varias cosas con la garrocha. En el 2015, en una Liga del Diamante en París, cuando estaba en el calentamiento se partió una. Ahí me porté bien, pero mi profesor quedó en shock y pensó que no saltaría más en la Liga.
“Rápidamente le dije: ‘Navas, no pasó nada’. No tuve problemas ni en la mano. A veces, en un incidente así en la garrocha te lesionas un poco la parte de arriba de la mano, pero por la inercia sigues el vuelo y tiendes a caer en el colchón, debido a la velocidad que traes.
“En esa competencia continué normalmente y alcancé el segundo lugar. De ahí, fui a un certamen en Sotteville, Francia. Entonces me cayó la inseguridad de qué iba a pasar, pero lo enfrenté y competí.
“Eso depende mucho de la mentalidad. Hay atletas que superan esos inconvenientes, otros no. En tiempos anteriores he tenido momentos en los que pasaba trabajo y no había quién me hiciera despegar. Me ayudaron los psicólogos, hicieron varias sesiones conmigo hasta que me convencí y despegué.
“Como es un evento tan peligroso, a los pertiguistas les tienden a pasar cosas cada cierto tiempo. A unos se les parte la garrocha, otros se pueden dar un golpe o llegar al entrenamiento y mostrarse como si nunca hubieran saltado…
“Cuando haces un trabajo, un periodo de preparación, tienes que ir cogiendo garrochas, que vas dominando por peso. A medida que superas una, cambias el tipo de flexión. Puede ser una pértiga de 165 libras y una flexión de 20, por ejemplo.
“Mientras vayas avanzando, puede ser más dura. Eso te ayuda a saltar mejor, porque a veces, cuando son muy suaves, tiendes a irte por abajo y tumbar la varilla. Una pértiga dura te facilita la técnica, te da el impulso y puedes alcanzar la altura.
“En mi caso, en las competencias, no sé si se han dado cuenta, voy cambiando en cada altura a una garrocha más dura. Es como si fuera calentando motores. Puedo utilizar hasta ocho o 10 en un mismo evento”.
¿En qué piensa en ese momento del salto?
“Siempre sigo el mismo ritual: hablar bajito, casi entre dientes, así me doy aliento a mí misma. Me concentro en la técnica, en el movimiento. Trato de no pensar en nada para que me salga bien. Es una prueba que necesita mucha concentración. Si piensas en otra cosa, te desvías y no lo logras.
“En ese momento voy a mis adentros y me inspiro en el ejemplo de mis padres, Magalis y Jesús, en el de mi tía María Caridad, que siempre me ha enseñado a no cansarme y ser competitiva.
“Recuerdo a mi provincia, Pinar del Río, a la gente que me quiere, los trabajos que pasé cuando era adolescente y tenía que entrenar sobre aserrín a falta de un buen colchón.
“Además, le dejo las cosas a Dios. Creo en él. Soy cristiana, y para mí, Dios es lo primero.
“Una vive con fe, porque nunca sabe lo que pasará en el futuro. Si te pones a pensar cada día en lo que puede ocurrir en lo que haces y buscas, no obtendrás nada en la vida.
“Todo tiene riesgos. En la pértiga no es que siempre pasen accidentes. Además, accidentes hay en otros ámbitos de la vida. Es un evento peligroso, pero igualmente bonito. Requiere de ejercicios acrobáticos, fuerza interna y mental, potencia, velocidad, habilidad, resistencia…
“No se piensa en los riesgos, porque hay deportes que traen consigo otros riesgos y también los practica mucha gente”.
¿Qué espera Yarisley de su carrera deportiva?
“Lo que siempre he querido es terminar en grande. No quisiera irme del atletismo, del deporte, por debajo de mis resultados. “En cuanto a eventos múltiples, he pensado participar en los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Me gustaría que el pueblo me recordara con amor, como esa Yarisley fiel a su país, que siempre representó a Cuba bien en alto. Ansío dejar una imagen bonita. Voy a luchar por eso”.