Justo entre el ocaso de Yelena Isinbayeva y el inicio de la época dorada del salto con pértiga femenino mundial, se ubica la explosión internacional de la pinareña Yarisley Silva, la mejor atleta histórica de su especialidad en nuestro país.
La princesa cubana de las alturas, denominación que merece de sobra, tuvo su debut, quizás algo poco recordado, en Beijing 2008, con solo 21 abriles y no pudo pasar de la ronda preliminar con 4.15 metros como marca en esa cita.
Tres temporadas después, en el Mundial de Daegu, Corea del Sur, en la ya fecha lejana de 2011, se ubicó entre las finalistas y registró una marca, en su momento récord nacional, de 4.70 metros; poco más de un mes de finalizado el mundial se llevó el oro en los Panamericanos de Guadalajara, tras derrotar a Fabiana Murer, esta vez saltó 4.75, una nueva plusmarca para ese tipo de lid.
Fue el 2012 uno de sus momentos más brillantes en esta prueba tan compleja y de tantas atletas talentosas. En esa campaña le llegaría un metal plateado olímpico en los juegos estivales organizados en la urbe londinense, un resultado que sigue como un suceso histórico en Latinoamérica.
Precisamente en Londres, la Silva se incluyó por primera vez por delante de Isinbayeva en un podio internacional; en aquella noche de agosto, la muchacha de Pinar logró idéntica marca que la campeona, la norteamericana Jennifer Suhr, que reinó también con 4.75 metros, pero la estadounidense se impuso por mejor secuencia de saltos.
Ya en esa ocasión se comprobó que la rusa había dejado atrás sus mejores momentos y con 4.70 se tuvo que conformar con el metal bronceado, su tercera medalla olímpica; paradójicamente se iniciaba una nueva etapa en esta prueba, quizás la de mayor rivalidad, surgían nuevas figuras como la griega Ekaterina Stefanidi, la venezolana Robeilys Peinado o la americana Sandi Morris.
En esa fuerte década llegaron los mejores resultados de la cubana, que al año siguiente, obtenía su primera presea en eventos mundiales, luego de vestirse de bronce en la cita del orbe de Moscú, una competencia que pasó a la historia como el último título de la Isinvayeva.
EL ORO EN BEIJING Y OTRAS GRANDES ACTUACIONES
En medio de grandes figuras de la pértiga, anteriormente mencionadas y, con la característica de no poseer un físico de tantas cualidades, Yarisley Silva logró el título mundial en Beijing 2015, tras imponerse con marca 4.90 metros , a un solo centímetro de su record personal.
Entonces se reafirmó que la Silva dejaba lo mejor para las grandes competiciones, en ese mismo año había desbancado a Fabiana Murer en los Panamericanos de Toronto, evento en que ostentó 4.85 para acceder al oro.
Luego de esa temporada vino un lógico declive en la trayectoria de la saltadora vueltabajera, etapa en que solo se vistió de bronce en el mundial de Londres 2017, cuando compartió ese metal con la venezolana Peinado, con alzada de 4.65.
Sin embargo, mostró su casta de campeona en el evento continental de Lima 2019, cuando con una espectacular altura de 4.75 dejó a la norteamericana Kathryn Nageotte en plata: fue esa su mejor demostración en 2019.
No obstante, sí se fue sin medalla del Mundial de Doha 2019, al despedirse en un onceno lugar con 4.70, en un torneo donde se saltó muy alto, con la rusa Siderova (4.95) con el oro y la plata para Sandi Morris (4.90), mientras el bronce fue para la griega Stefanidi (4.85).
En la actualidad la cubana aspira a subir al podio en Tokío 2021, olimpiada que deberá ser el último capítulo en su carrera deportiva, objetivo que, a pesar de sus 33 abriles, puede convertirse en realidad, porque, sencillamente, se trata de Yarisley Silva, una guerrera en las alturas que nunca se rinde.