Me lo presentaron así: “¿Quieres hacer una buena entrevista? Pues aquí tienes la oportunidad”.
Miré a aquel adolescente que sonreía con cierta timidez y al que no reconocí.
“Él es Argudín, el del Sub-23 de Vegueros”, me dijeron. Y no necesité más referencias.
Marco Antonio Argudín Ortega es su nombre completo y ni es cantante ni cónsul en la antigua Roma: tenía enfrente a uno de los prospectos más destacados de esa miniserie en la que sobresalió por su actuación general.
De su joven carrera y de sus sueños conversamos y aquí están para los lectores sus declaraciones.
Con solo 16 años fue el más joven de los que integraron el equipo de Pinar del Río a esa atípica competencia para menores de 23, pues cumple 17 años en diciembre.
De sus inicios en la escuela primaria del poblado de La Coloma cuenta que le gustaba el fútbol, pero la fractura de un brazo durante un juego le hizo dejar a un lado ese deporte y concentrarse en la pelota, para bien de nuestro deporte nacional.
Jugó una provincial de la categoría 9-10 y le subieron al proyecto de desarrollo del béisbol que hubo en la escuela primaria Roberto Amarán de la capital pinareña. Cursó quinto y sexto grados en ese centro jugando la categoría 11-12 años.
Posteriormente fue incorporado para el proyecto de la secundaria básica Carlos Ulloa, en el reparto Hermanos Cruz, matriculando en la Eide Ormani Arenado en noveno, centro en el que actualmente cursa el onceno grado.
¿SIN SUERTE PARA INTEGRAR EL CUBA?
Antes de la llegada de la pandemia de COVID-19 estuvo en el campeonato nacional Sub-15, categoría en la que destacó como décimo mejor al bate en el país y ganó dos juegos y salvó otros dos como lanzador. Fue seleccionado para integrar la preselección nacional, pero la situación con la pandemia impidió la realización de ese primer sueño de mostrar su talento en el equipo nacional.
En la 13-14 también formó parte de la preselección. En esa ocasión conectó seis triples en siete juegos, para quedar de líder e imponer un récord difícil de superar.
Actualmente está en la preselección con vista al Campeonato Mundial Juvenil y al respecto afirma con seguridad: “Llegar al Cuba sería lo más grande para mí; pero no es solo llegar sino mantenerme, para lo que sé que hay que entrenar y entrenar”.
Su sueño es ser primer bate del equipo nacional y su center field regular, no solo en las categorías que ahora le corresponde transitar sino en la de mayores.
“Me gusta lanzar, pero lo que más me motiva es batear y coger fly en los files. Del pitcheo me gusta que se está en constante movimiento, que es la clave del juego y que se está en acción siempre, pero si tengo que pitchear prefiero hacerlo de cerrador y en situaciones complicadas.
“Yo siento la pelota, por eso me gusta jugarla así con temperamento”, enfatiza.
SABER ROMPER LOS MITOS
En su corta trayectoria ya ha sabido romper mitos: algún que otro entrenador le pronosticó que por su baja estatura no podría llegar lejos, ni siquiera a la Eide, pero él ha demostrado que el tamaño no importa cuando hay calidad y deseos de jugar.
“En el primer año en el Sub-15 era el más pequeño al lado de unos grandones. Fui primer bate y center field y promedié para .332 de average, di 33 jits en 32 juegos, impulsé más de 20 carreras: ¿qué más quieren para un niño?”.
Ahora con 1:74 metros de estatura y 64 kilogramos de peso no sobresale por su físico pero sí por la entrega sobre el terreno y en los entrenamientos.
Asegura que escucha y asimila todo lo que le indican sus entrenadores y tiene la mejor de las opiniones sobre los directivos del Vegueros Sub-23 que solo le pidieron que saliera a divertirse, a jugar en cada desafío.
Los números en ese torneo atestiguan su entrega: en 47 veces al bate conectó 14 imparables (de ellos dos dobles) para average de .298; anotó en cinco oportunidades y llevó otras tantas para la goma; le dieron cinco boletos y lo poncharon seis veces; robó en cinco ocasiones y tan solo fue puesto out en un intento.
Su OBP (mide la frecuencia con la que un bateador llega a la base) fue de .358; el slugging (productividad de bateo) .340; y OPS (suma del porcentaje de embase y el porcentaje de slugging) de .698.
UN MUCHACHO TRANQUILO
Vive en el kilómetro 15 de la carretera a La Coloma y manifiesta que no es de salir a fiestas y otras actividades.
En el poco tiempo que le dejan los entrenamientos y los estudios le gusta estar en casa junto a sus dos hermanos y la hermana, ninguno de los cuales se han inclinado por la práctica de deportes.
Tiene en sus padres a los grandes impulsores de su carrera deportiva: “Ellos, los dos, se han compartido el trabajo de atenderme para que me salgan bien las cosas en la pelota”.
Dice saber que le queda mucho camino por andar para llegar a los equipos Pinar del Río y Cuba de mayores: “Tengo que ganar en masa muscular, prepararme mejor, pero las características mías no pienso que cambien porque soy bateador de contacto, rápido, primer bate que se embasa mucho.
“Cada vez que salgo al terreno lo hago para divertirme, para hacer lo que me gusta. No voy con la presión de que hay que ganar una medalla, porque si te presionan salen mal las cosas. Esa es la filosofía con la que juego y por eso lo hago relajado”.