La confianza que transmite el joven luchador del estilo grecorromano Yonat David Véliz Martínez no tiene comparación. Con solo 20 años fue coronado campeón en la división de 67 kilogramos de los I Juegos Panamericanos Junior en Cali, Colombia, celebrados del 25 de noviembre al cinco de diciembre del 2021.
Aunque la seguridad en sí mismo le brota por los poros, el chico confiesa que en la pelea por el título de este certamen la frustración se apoderó de él, luego de ver que su trabajo en el colchón no estaba generando peligro a la vista de los jueces. Para indagar el origen del valor de este gladiador, seleccionado mejor atleta juvenil de Pinar del Río el pasado año, Guerrillero conversa con la promesa del deporte vueltabajero y cubano.
¿Cómo describes la preparación de base desde que comienzas a practicar la lucha hasta que sales de la Eide Ormani Arenado?
“Di mis primeros pasos en la lucha en el combinado deportivo Cuba Libre cuando estaba en segundo grado. Desde ese entonces me he caracterizado por dar el extra para que mi preparación sea excelente. Gracias a eso mi forma deportiva, tanto en mi paso por la Eide como en los juveniles, ha sido óptima.
“1En campeonatos nacionales tengo una plata en el escolar, correspondiente a octavo grado; en mi primer año en el juvenil obtuve bronce y ya en onceno grado fui campeón”.
¿Imaginabas tu actuación en los Panamericanos Junior?
“Sí y no. No, porque nunca imaginé que iba a ser de esa forma. Sí, porque ya que me dieron la oportunidad de asistir a un evento como ese tenía el compromiso de dar lo mejor de mí, porque para eso me preparó el colectivo de entrenadores”.
Ya que hablas de entrenadores, ¿quiénes fueron los responsables de tu preparación para dicho encuentro?
“Los profes Mario Olivera y Héctor Milián fueron quienes trabajaron conmigo con vistas a Cali. Ellos notaron que yo tenía potencial en cuanto a mi levantón y potenciaron mis ejercicios de tronco, espalda y cuello para explotar esa técnica en el momento necesario. Gracias a sus entrenamientos y a sus palabras yo logré esa medalla”.
Tu paso por esta lid fue aplastante, venciendo los tres combates por superioridad. ¿Crees que los rivales no estaban a la altura de este certamen o, por el contrario, tu condición deportiva está apta para competiciones de mayores?
“Yo creo que sí. Mis rivales estaban bien pero no tenían esa capacidad con la que yo me sentía. Fui superior desde que comencé a luchar en el primer combate y, hasta el final, no me dejé marcar un solo punto. Siempre tuve la convicción de que ningún muchacho de mi categoría podía ganarme, pero esa seguridad fue fruto de que me preparé al máximo para poder salir a darlo todo”.
¿Qué ha representado la familia en tu actual desempeño deportivo?
“Gracias a su inspiración es que me preparo. Desde niño han estado apoyándome para que no me falte la motivación, acompañándome a todas las competencias. Ellos para mí son lo primero, en especial mi mamá”.
¿En qué piensas cuando estas en el colchón enfrentando a un rival?
“Solo pienso que tengo que salir a dar lo mejor de mí, estar seguro de mí. En Colombia tenía un poco más de presión porque era el primer evento fuera del país al que asistía, no obstante, mi mente fue a ganar. Sobre el colchón solo pienso en ganar. Solo pienso en ganar, ganar, ganar”.
¿Cuál es tu siguiente objetivo en la lucha grecorromana?
“Acabo de cumplir uno de mis sueños: ascender al equipo nacional de lucha. A partir de aquí, mi siguiente objetivo a corto plazo es posicionarme como primera figura. Uno de mis mayores sueños es representar a Cuba en un evento de alta categoría, pero para eso queda mucho trabajo por delante. A largo plazo tengo trazadas muchas metas como ser campeón panamericano, mundial, olímpico. Me gustaría hacer historia”.
¿Qué luchador del estilo grecorromano tienes como paradigma a seguir?
“Sin lugar a dudas, el gran Mijaín López. Me identifico con él porque quiero ser otro luchador cubano y pinareño reconocido en el mundo entero por sus increíbles resultados. Por eso quiero igualar sus números y, por qué no, superarlos”.
Mientras retoma la final en Cali, Yonat David rememora cómo sus entrenadores le ordenaban seguir “pa’lante” cuando miraba desesperado a su esquina por la escasez de puntos a su favor en la pantalla.
Después de finalizado el primer tiempo le fue otorgada la oportunidad de poner a su rival en posición pasiva (cuatro puntos). Haciendo gala del entonces fortalecido levantón, llegó la proyección que le concedió cuatro puntos para, posteriormente, consagrarse monarca panamericano junior por superioridad.