Los conocí aquella madrugada fría en el Aeropuerto Internacional de La Habana, Cuba «Jose Martí» ellos viajaban ya a Chile. Confieso que me llamó la atención esa muchacha esbelta siempre con una sonrisa.
Él, la protegía, hacía un frío grande y el vuelo que los llevaría hasta Chile tenía cierto retraso. Verlo imponente pero a la vez con esa coraza protectora me impactó.
Luego en la sede ambos se ayudaban, alentaban a los colegas desde la grada, ofrecían el auxilio a sus compañeros ciegos.
El dúo de Yordanis y Sheyla es un equipo que lidera, ofrece, acompaña, como lo hace ella desde que tuvo que hacerse cargo totalmente no solo como la esposa, también como la madre, cuando su suegra dejó de existir al menos en el mundo de los vivos, y pasó a ser la consejera del campeón.
Ambos han transitado juntos, y juntos también vencen las distancias, porque para el amor, no hay más vida que la de uno solo, así de especial son estos chicos que le robaron el aliento a los brasileños, dispuestos a llevarse todas las medallas doradas de la competencia.
Ambos más que una unión enfrentan la vida con un optimismo que espanta al miedo, es fortaleza para caminar como se prometieron rumbo a la felicidad.