La Habana vieja mantiene su brillo, pese al impacto en el turismo de la Covid-19, y la disminución de su movimiento habitual, señalan hoy guías de viajeros.
Expertos en turismo de la agencia San Cristóbal, y de Cubanacán, coinciden en que esa parte de la isla sostiene su atractivo por una arquitectura bien conservada, en buena parte obra del fallecido historiador Eusebio Leal.
Sus contornos y lugares más emblemáticos, como las plazas, entre ellas la de La Catedral, permiten una mirada de la cultura y las tradiciones de este país, que lucha con fuerza contra la pandemia de la Covid-19.
Cuba, y La Habana Vieja como esencia de esencias, representa a un pueblo muy mezclado, donde las principales procedencias lo constituyen lo español y lo africano, pero también confluyen lo chino, haitiano, alemán, francés, hebreo y de otras muchas partes.
Por si fuera poco, en 1982, esa porción citadina fue declarada por la Organización de las Naciones Unidas para la Cultura, la Educación y las Ciencias (Unesco) como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
La Villa de San Cristóbal de La Habana, como realmente es su nombre, se fundó un 16 de noviembre a orillas del Puerto Carenas, luego de que en 1515 tuviera un asentamiento inicial en la costa sur del país (ahora con 501 años).
Esta primera ciudad en la zona occidental insular la definen los expertos como un lugar de grandeza debido a sus monumentos y por una escala humana relacionada mediante sus valores patrimoniales únicos donde se asienta una historia cargada de riqueza y originalidad.