Memorial de los Malagones

La Historia

La tierra que vio nacer a estos guajiros dentro de la Sierra de los Órganos, entre el Valle de Quemados y el de Santo Tomás, en la más occidental de las provincias, permitió que durante muchos años sacaran de sus cavernas el guano de murciélago para fertilizar los campos de tabaco ‘’el mejor del mundo’’, reconocido internacionalmente y prestigiado por la calidad exquisita de sus propias marcas, como los habanos Cohíba, H.Upmann, entre otros, pero la humildad y la economía precaria acompañaba a todos.

De los ríos, que circulaban subterráneos y en los llanos, se abastecían del agua potable. De la cal suelta obtenían la pintura blanca, o lechada, para embellecer sus bohíos de tablas de palma, sencillos hogares campestres. En tiempo de ciclones se refugiaban en las grutas conocidas y cuando tenían una fiesta o guateque bailaban en la más cercana, como la Cueva del Salón, en contacto directo con la naturaleza.

Para el año 1940 Antonio Núñez Jiménez fundó la Sociedad Espeleológica de Cuba e inició las exploraciones en el lugar el 18 de Septiembre de 1954. Los campesinos de esa zona, excelentes conocedores de los salones de las cuevas, le sirvieron de guías, consejeros, de compañeros y amigos. Entre ellos se encontraban Cruz Camacho Ríos y Leandro Rodríguez Malagón, por lo que ya existía gran amistad y confianza con los campesinos de la zona y el científico rebelde cuando triunfa la Revolución.

El 4 de agosto de 1956 muchos campesinos amigos acuden a la cueva de Mesa a saludar a Núñez, y el “Niño” Camacho se pone a su servicio. Cuando lo saluda, el capitán advierte hematomas en el rostro del amigo y al querer saber la causa, conoció que dos guardias rurales estuvieron averiguando “qué hacíamos por este cueverío y por qué tanto amiguismo contigo. Yo les contesté que ustedes eran espeleólogos y uno de los guardias me respondió que esos no eran espeleólogos ni ná, sino unos verracos pelús cueveros. Me torturaron y me dejaron así”.

Tras el triunfo Fidel visitaba la provincia, como parte de su recorrido por las diferentes regiones del país, supervisando los diferentes planes y estrategias revolucionarias a cumplimentar en un periodo breve de tiempo. El jueves 6 de agosto, de ese mismo año visita junto a Núñez los valles del Quemado y Santo Tomás para dejar creadas las condiciones previstas, de lo que serían las Cooperativas Agrarias campesinas: El Moncada y Granma.

El reencuentro con los campesinos conmueve a Núñez y asegura que la explotación ancestral y la miseria de aquellas zonas vueltabajeras tocaban fin, con su secuelas de latifundio y analfabetismo.

Del inicio de la Revolución en los citados valles dan cuenta los periódicos capitalinos. El 8 de agosto, en Hoy, diario de los comunistas cubanos, Otto Vilches escribe: “Y llegamos a Quemado, una dispersión de pequeñas vegas de tabaco circundadas de lomas de todos tipos y tamaños en donde la erosión hace su agosto. Allí en un bohío de dimensiones mayores, destinado –por sus características- a los guateques locales, se hacinaban unos doscientos campesinos y dos docenas de guajiras con los correspondientes chiquillos.

En una tarima hablaron el Comandante Dermidio Escalona, Jefe del Regimiento de Pinar del Río, el Jefe del INRA; el doctor Salvador Massip, nuestro embajador en México y el director del INRA, capitán Núñez Jiménez. Los campesinos aplaudían de puro contento. En la atmósfera se advertía que jamás las ropas de un funcionario oficial en 50 años de República se habían manchado con aquel fango (…). Al entrar al bohío nuevamente topábamos con el Dr. Raúl Lluis, enviado del periódico Revolución, y el director del INRA convocaba a los campesinos con estas palabras: “A todos los campesinos de Santo Tomás les decimos que mañana a las 10 de las mañana estaremos allí en el Valle de Santo Tomás para que convoquen a una Asamblea de todos los campesinos del lugar, a fin de discutir la creación de la cooperativa de Santo Tomás.”

Alguien preguntó dónde sería la reunión y el director del INRA respondió “En la casa de Nicolás Mesa, que es muy céntrica…” A los pocos minutos, el director del INRA en un pequeño llano al frente del camino, abordaba un helicóptero y desde la cabina decía a uno de sus ayudantes: “El helicóptero dará tres viajes para llevar los bultos. Dormiremos en la loma, allí en la caverna…” El ruido del motor nos impedía captar las palabras finales y luego que se perdía en el cielo, hacia las lomas, tomábamos el yip, bajo un fuerte aguacero y emprendimos, con la noche persiguiéndonos, el fangoso camino de resbalones y atascaduras, esta vez con lluvia y tinieblas. Por el camino pensábamos en la nueva Cuba, donde los funcionarios oficiales pernoctan en las montañas, en plena lluvia, para asistir a las reuniones de los guajiros”.

Por su parte, José Lorenzo Fuentes, del periódico Revolución, escribe también el 8 de agosto: “El Director del INRA fue el primero en hacer uso de la palabra en medio de aquella alegría de los campesinos: Nosotros venimos aquí para impulsar la Reforma Agraria, para tener un intercambio de impresiones con ustedes, para saber cuáles son sus problemas y cuales las formas de solucionarlos. Pero como de inmediato sabemos que la reforma precisa además la voluntad y de sentido revolucionario, de los créditos necesarios para impulsar todos los trabajos, yo vengo aquí a traerles de parte del Doctor Fidel Castro, presidente del INRA, la suma de 30 mil pesos.

"Éste es el dinero que inicialmente ponemos a disposición de ustedes para crear la Tienda del Pueblo y para dar los primeros pasos en los cultivos que aquí se realizarán desde mañana mismo. Igualmente queremos que a partir de mañana, ustedes pongan todo su interés y su entusiasmo en las labores que se desarrollarán y que reanudarán en beneficio de esta vasta región. Como ustedes han visto, el INRA les ha enviado hoy varias rastras cargadas de implementos agrícolas, una de las cuales se volcó. Pero como a nosotros no nos detienen esos aguaceritos, aquí estamos con ustedes, codo con codo, a pesar de todas las dificultades para hacerles ver que la Reforma Agraria va, no importa lo que suceda ni lo que digan nuestros enemigos (…).

"La constitución de estas cooperativas ofrecerá trabajo permanente a cientos y cientos de campesinos, que estaban prácticamente con los brazos cruzados. En toda la zona de El Quemado únicamente dos campesinos cuentan con un trabajo fijo en las Minas de Matahambre. Los demás encontraban solo labores ocasionales en algunas veguitas de tabaco, con lo cual no podían sostener sus familias ni ahorrar unos centavos para cualquier eventualidad que se les presentara, como una enfermedad, un viaje imprevisto y alguna otra necesidad”.